Autoritarios y populistas

 en Rodolfo Morán Quiroz

Luis Rodolfo Morán Quiroz*

 

En tiempos recientes, que no se limitan a semanas o días, sino que se remontan, casi sin interrupción, cuando menos al casi cuarto de siglo que ha transcurrido desde que se calcula que llegó un salvador que lavó los pecados de la humanidad, se han mencionado estos términos. Las nociones a las que aluden se asocian también con otras palabras como “totalitarismo”, “régimen despótico”, ¨líderes carismáticos”, “concentración del poder”, “manipuladores”, “mentirosos”, “demagogos”, entre otros que vienen a la cabeza y a las páginas web. Cabe señalar que se trata de conceptos que califican no sólo a quienes aspiran a gobernar y a quienes gobiernan, sino que también aluden a quienes los obedecen ciegamente y están contentos y fascinados de tener quién los guíe y les señale el camino que en otros momentos de su vida les pareció incierto. Así, desde las relaciones interpersonales hay personas que resultan “mandonas”, pero también hay quien les corresponde su manipulación con el amor de ser “mandables”, dóciles, sumisos, obedientes y hasta creyentes de que la guía de la mano dura que jala las riendas o la correa al cuello, impone leyes, normas, reglamentos y reformas, lo hace no sólo desde la racionalidad, sino con miras al mayor beneficio de quienes deben obedecer.

La obra seminal de Theodor Ludwig Wiesengrund Adorno (1903-1969), La personalidad autoritaria, publicada en 1950, ha servido, como señalan M.Roccato y D. Converso en 1996 (https://www.academia.edu/4104933/Personalidad_autoritaria_por_Th_Adorno_et_al) “de base para llevar a cabo innumerables estudios de elaboración y crítica” en torno a “las razones psicológicas de la adhesión al fascismo”. Es decir, no se trata simplemente de que algún personaje que ansias de dominio se imponga en un cargo, sino que hay un fundamento de personas que no sólo le ayudan a lograr el puesto de poder, sino que hay una masa de personas dispuestas a seguir el camino que el líder, su partido o su camarilla le indique. De tal modo que una autoridad suele vestirse con los motivos y los discursos que más atraigan al pópulo y por ello se suele asociar el poder desmedido con los discursos aderezados con los motivos de preocupación del vulgo. Esto ayuda a explicar por qué en 2016, la palabra del año fue “populismo” (https://www.fundeu.es/recomendacion/populismo-palabra-del-ano-2016-para-la-fundeu-bbva/), seleccionada entre una constelación de términos que aluden al campo de lo político.

Quizá sólo la adhesión a los equipos deportivos y las devociones a los dioses llegue a ser tan apasionada como la adhesión a determinados proyectos de sociedad. De ahí que quepa recordar el consejo inglés de que es mejor no hablar de deporte, religión o política. Mejor limitarse al estado del tiempo. Aun cuando los términos que refieren a la política no han perdido vigencia, me atrevo a afirmar que tras el 5 de noviembre de 2024 hubo un repunte en las publicaciones que aludieron al concepto y a los procesos asociados con los gobiernos totalitarios de discurso populista. La fecha marcó dos acontecimientos: la reforma del poder judicial en México y las elecciones presidenciales (además de otros cargos) en Estados Unidos. El hecho de que se aprobara la reforma al poder judicial y, entre otras medidas, la elección supuestamente democrática de jueces y magistrados en México (aunque antes de ello, la nómina de posibles candidatos pasará por comités nombrados por los poderes ejecutivo, legislativo y el propio judicial) suscitó muestras de júbilo por parte de quienes están convencidos de que la llamada “cuarta transformación” mexicana es la mera neta y marca el camino por el que debería transitar la sociedad y el gobierno. Por otra parte, hubo quienes recurrieron al concepto del autoritarismo para calificar y, de algún modo, tratar de “explicar” lo sucedido con la reforma (PER)judicial, pero también con el triunfo de Donald Trump en Estados Unidos.

El apoyo a la reforma en uno de los tres poderes y el triunfo del empresario que será el cuadragésimo séptimo presidente del país al norte del nuestro (tras haber sido el cuadragésimo quinto en ese puesto) ha sido calificado al menos de cambio decisivo.

En un artículo de junio de 2024 en The New York Times, Mike Hale plantea que “el documental ‘Hitler y los nazis’ en Netflix de Joe Berlinger se pregunta si debemos ver el futuro de Estados Unidos en el pasado de Alemania”. Los paralelismos son explícitos en el artículo: “hacer a Alemania grande de nuevo” resuena con el lema del candidato lanzado ya tres veces por el partido republicano: “make America Great again” (MAGA). El refugio de Hitler en Berchtesgaden es comparado con la mansión que Trump tiene en Mar-a-Lago y, por extensión, el refugio o la mansión son asociados por otros pensadores con el rancho o quinta del expresidente de México en Palenque (una descripción de esa quinta aquÍ: https://www.elfinanciero.com.mx/nacional/2024/09/01/como-es-la-chingada-la-quinta-en-palenque-donde-amlo-vivira-al-finalizar-su-sexenio-fotos/; De Berchtesgaden aquí: https://www.infobae.com/historias/2021/10/03/el-increible-nido-del-aguila-un-lujoso-refugio-de-montana-que-los-nazis-le-regalaron-a-hitler-y-hoy-es-un-restaurante/; De Mar-a-Lago aquí: https://as.com/actualidad/sociedad/mar-a-lago-la-lujosa-mansion-en-la-que-trump-llego-a-la-presidencia-n/).

El especialista en psicología moral Jonathan Haidt (nacido en 1963) argumenta que la emoción y la intuición guían los juicios morales y que, incluso la repugnancia, de manera paralela al sentido del gusto (los sabores que percibe la lengua) sirve para decidir en términos de preferencias políticas. En su página YourMorals.org es posible evaluar directamente algunos elementos de moralidad, a partir de un cuestionario. Haidt, en 2012, a partir de sus investigaciones, realizadas con varios colaboradores en diversos momentos, y citando también otros estudios, señala en su libro The Righteous Mind cómo es que la gente considera estar en lo correcto. Para quienes hemos leído a Max Weber, la situación de estar en lo correcto nos recuerda el choque entre dos ciclistas que analiza el pensador alemán: el sentido de sus acciones y su responsabilidad parte de distintas perspectivas y es probable que cada uno de ellos ESTÉ CONVENCIDO de tener la razón.

Definitivamente, el éxito en las elecciones de Trump tiene paralelismos, aunque de distinto signo, con el triunfo de la 4T en México, tanto de su “primer” como de su “segundo piso”. Como señala Cgristopher Robichaud, profesor de ética y política pública en Harvard (http://www.harperwest.co/4093-2/) el triunfo de Trump remite a un cambio cultural. Su artículo comienza en el tono de la canción que Luis Miguel hizo tan famosa: “No culpes a la noche/ No culpes a la playa/ No culpes a la lluvia/ Será que no me amas/ No busques más disculpas…) y enumera varias posibles explicaciones del fracaso de la campaña de Kamala Harris en las elecciones del 5 de noviembre. Esos son problemas técnicos, afirma. El problema es peor, es cultural: Estados Unidos ha abandonado la política de la decencia y el respeto y, en cambio, ha adoptado la política del resentimiento, la venganza, la falsa nostalgia y el acoso”. El problema no se resolverá fácilmente. Añado que es algo que los inclinados a la 4T apoyan para el proyecto de nación mexicana de su partido y camarilla: que sea difícil de cambiar la tendencia aunque pasen décadas.

En el capítulo “radicalismo popular a la mexicana” de Ricardo Raphael (2023) en el libro coordinado por Diego Salazar, Populismos. Una ola autoritaria amenaza Hispanoamérica, este autor señala que el principal defecto de una tendencia política que él llama “lopezobradorismo” es su antipluralismo. El personaje al que algunos nos referimos como “el pejidente”, afirma Raphael, “optó por ampliar la polaridad de la sociedad para galvanizar a la mayoría social que le llevó al poder (…) apela a las emociones de la persona”. En su análisis, enfatiza: “Aquí aparece uno de sus signos paradójicos: mientras quienes le enfrentan lo describen como una fuerza depredadora, las personas que se suman a su movimiento se reconocen con un fervor casi religioso como parte de una misma comunidad moral”. Más adelante, señala que el rigor del discurso del lopezobradorismo no es histórico sino político; como tampoco es histórico y sí político el discurso de Trump, quien recurre a la misma mentira ya esgrimida por la patrulla fronteriza en 1943 en el sentido de que todos los mexicanos que cruzan la frontera entre los dos países son delincuentes (la alusión a la delincuencia de los mexicanos en la historia de una organización que este año cumplió un siglo de existencia: Kelly LYtle Fernández, 2010. Migra. A History of the U.S. Border Patrol). Este movimiento de la 4T recurre a la noción de “pueblo” como un cuerpo homogéneo y habla desde una arrogancia moral que tacha de conservadores y neoliberales a quienes no estén de acuerdo con su proyecto político. Rapahel señala que las conferencias de prensa que el expejidente denominó “mañaneras”, a las que su sucesora añadió “del pueblo”: “se trata de un ejercicio de comunicación donde alrededor del 10% es rendición de cuenta y el 90% restante es polémica polarizante y confrontacional”. Una de las conclusiones de Raphael parece aplicarse también al caso de Trump (y quizá a otros regímenes que habría que analizar todavía): del éxito de este movimiento dependería su caída.

Autoritarismo y populismo son nociones vigentes no sólo en Estados Unidos y en México, sino también en otros gobiernos latinoamericanos e incluso en otras latitudes. La “mayoría calificada” del actual partido gobernante en México, además de la aplastante mayoría de los republicanos en Estados Unidos. Jorge Volpi, autor al que algunos de mis amigos le han retirado sus afectos, por andar de criticón de la 4T, señala: “No comparo aquí las ideologías, que no podrían resultar más antagónicas: del lado de allá, un conservadurismo que se ha abismado de lleno en el fascismo; del de acá, un conservadurismo disfrazado de progresismo con tintes cada vez más autoritarios (…) [cada uno por su parte diseñó] “sus respectivas figuras públicas a partir del mismo patrón: el outsider que, tras remontar un sinfín de obstáculos, se propone desmantelar la corrupción del Antiguo Régimen y enlazarse, nostálgicamente, con un pasado remoto que se asume glorioso: MAGA vs. la 4T” [Ambos lograron] la instrumentalización de las frustraciones de la clase trabajadora o de los más pobres a partir de la invención de enemigos a los cuales echarle la culpa de todos los males del presente: allá, los migrantes y la globalización; acá, “nuestros adversarios conservadores” y el neoliberalismo. Que el objetivo de sus diatribas sea opuesto, no altera la identidad del ejercicio: una ficción a partir de la cual tejer un discurso capaz de convencer a millones de que nadie los representa mejor” (https://www.inep.org/index.php/libros/8-libros/10-articulos/2189-2024-nov-9-maga-4t-jorge-volpi).

¿Qué aprendemos de quienes aspiran a gobernar, de quienes gobiernan y de quienes los obedecen ciegamente y se enfurecen con quienes no están de acuerdo en que esas propuestas sean “geniales”? Algunas organizaciones y pensadores han señalado posibles vías de mesura. Por ejemplo, respecto a los posibles límites al poder “más allá de las bombas molotov”: (https://irgac.org/publications/beyond-molotovs-a-visual-handbook-of-anti-authoritarian-strategies/). Otros proponen analizar las distintas posibilidades conceptuales y reales de aplicación de estas estrategias, como Cecilia Lesgart, 2020. Autoritarismo. Historia y problemas de un concepto contemporáneo fundamental (https://www.scielo.org.mx/scielo.php?cript=sci_arttext&pid=S0188-76532020000100349). Para ella. “el autoritarismo, como concepto cimentado principalmente por la política comparada, quedó íntimamente asociado a las diferentes formas nacionales del ejercicio opresivo del poder político. De modo que, como parte del clima generado por la guerra fría y sobre todo desde finales de los años setenta en América Latina, autoritarismo y dictadura fueron empleados indistintamente. Asimismo, comenzaron a connotarse de manera contrapuesta a la democracia política: autoritarismo/democracia y dictadura/democracia fueron dos pares contrarios que le dieron sentido a las producciones politológicas dentro y más allá de América Latina. Cabe recordar que el autoritarismo puede encarnar en visiones de derecha y de izquierda: Etchezahar, Edgardo, Rodríguez, Flabia Andrea y Biglieri, Jorge (2010). Sobre el autoritarismo de izquierdas. II Congreso Internacional de Investigación y Práctica Profesional en Psicología XVII Jornadas de Investigación Sexto Encuentro de Investigadores en Psicología del MERCOSUR. Facultad de Psicología-Universidad de Buenos Aires, Buenos Aires. (https://www.aacademica.org/000-031/589.pdf). Sugiero consultar también: Un análisis integral de los Autoritarismos de Derecha e Izquierda y sus correlatos psicosociales en el Perú: (https://investigacion.pucp.edu.pe/directorio-de-proyectos/completando-el-panorama-sobre-las-concepciones-del-autoritarismo-en-psicologia-politica-un-analisis-integral-de-los-autoritarismos-de-derecha-e-izquierda-y-sus-correlatos-psicosociales-en-el-peru/).

Los contrastes y las confluencias se dan de continuo: (https://www.bbc.com/mundo/noticias-internacional-48248438).

En 2019, Marlies Glasius, directora del proyecto Authoritarian Practices in a Global Age (Prácticas Autoritarias en la Era Global), explica que los métodos autoritarios son los que van en contra de los intentos de responsabilizar, cuestionar y criticar tanto a los gobiernos y sus representantes, como a las empresas y a las autoridades. ¿Cabe cuestionar: de qué manera nos encontramos con prácticas autoritarias también en las aulas, las escuelas, los barrios, las familias, la sociedad?

La discusión de este tema no se ha agotado y hay todavía mucho por analizar y matizar. Por ejemplo:

Global authoritarianism: (https://www.transcript-verlag.de/media/pdf/29/16/87/oa9783839462096h6y8fkpv6eGmu.pdf), del International Research Group on Authoritarianism and Counter-Strategies (ed.) Global Authoritarianism, 2022.

Inés Durán Matute y Mariano Féliz Authoritarianism and Developmentalism Framing ‘Progressive’ Governments in Mexico and Argentina (https://www.memoria.fahce.unlp.edu.ar/libros/pm.5612/pm.5612.pdf).

Finalmente, los rasgos de personalidad de los líderes y de sus seguidores pueden resultar factores de peso para inclinar el voto y el apoyo cotidiano en el espacio público, como se ve en los estudios ya mencionados de “psicología moral”. Por ejemplo, respecto a la relación de dos líderes narcisistas y los países en donde proponen un gobierno autoritario y populista: (https://www.youtube.com/watch?v=LQma_XYuzWw).

 

*Doctor en Ciencias Sociales. Profesor del Departamento de Sociología de la Universidad de Guadalajara. [email protected]

Comentarios
  • Marco Romo
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    Muchas reflexiones nos dejan estos breves párrafos.

    Sería interesante conocer el desarrollo de los grupos de la UdeG, desde la llegada de +RPL y ahora con su muerte; un desarrollo universitario no solo en lo político sino también académico / investigación / administrativo…

    ¡Sería interesante conocer desde quien está adentro el autoritarismo y populismo de la Universidad de Guadalajara! Por eso de los cambios que se avecinan…

  • Eva Guzman Guzman
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    generaciones, descalificaciones, comparaciones, difíciles de coincidir Rodolfo, derechoso, habla del poder de dominación, empieza por tu aceptación al poder que nos aplasta aqui en U de G. denuncia la corrupcion y nuestra postura.

  • Alicia González
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    Interesante análisis entre palabras que pudieran ser antagónicas. El populismo como antecedente. El autoritarismo como consecuente.

  • Dra. Alicia Elortegui Castell
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    Excelente comentario y artículo

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