De CTE a comunidades de aprendizaje
Rubén Zatarain Mendoza*
Algunos sellos distintivos de la 4T en materia educativa han sido la Nueva Escuela Mexicana, las becas Benito Juárez, la Escuela es nuestra y la Nueva familia de Libros de Texto Gratuitos aplicables en primaria, secundaria y, a partir del presente ciclo escolar, en preescolar.
El primer piso tiene cimentación y estructura; en el horizonte, la continuidad y fortalecimiento del perfil humanista y comunitario del proyecto educativo, la profundización de los cambios que quedaron en una primera fase para este segundo sexenio, y la construcción del segundo piso de la transformación educativa que para algunos analistas aún está por suceder.
La voluntad personal de la nueva mandataria que se espera dé prioridad al sector educativo como medio idóneo de movilidad social y de construcción de consenso.
La transición de las burocracias oficiales en el ámbito federal está en marcha y previo al día internacional (5 de octubre) del docente se exhibe públicamente la buena relación entre el nuevo secretario Mario Delgado Carrillo y el senador y dirigente nacional del SNTE Alfonso Cepeda Salas. Al menos en las declaraciones públicas ante medios y trabajadores convocados a la inauguración del diplomado “La evaluación formativa desde los campos formativos en la Nueva Escuela Mexicana”.
La SEP y el SNTE juntos, una imagen fundacional de un nuevo tramo del gobierno de la federación. La CNTE y la organización de la disidencia magisterial al margen, pero con su propia fuerza y representación.
Las relaciones de las secciones sindicales en las entidades federativas en relación a la SEP y el Sindicato Nacional no siempre son concurrentes, ahí está como rápido ejemplo la Sección Sindical de Oaxaca que se ha posicionado en contra del nombramiento del actual secretario.
Del contenido diverso y la implicación en la gestión educativa del Sistema Educativo Nacional y del mensaje del secretario (en el evento citado), en esta colaboración nos detendremos un poco en la propuesta de transformar los Consejos Técnicos Escolares en comunidades de aprendizaje. La parte blanda del futurible de mediano plazo.
De profesionales hacedores de la educación que saben a profesionales de la educación que construyen comunidad. Vaya reto cuando la cualidad es la práctica docente aislada y ejecutada en condiciones materiales de emergencia en muchos contextos. Vaya desafío democratizar conocimientos y atender aprendizajes de calidad y excelencia en procesos y resultados. Vaya entornos escolares donde atraviesan los nudos sociales como la inseguridad y la emergencia económica.
¿Habrá que interpretar esta idea como original en el horizonte de edificar un segundo piso en materia de Consejo Técnico Escolar en la diversidad de prácticas profesionales?
El Consejo Técnico como figura colegiada o como órgano de gobierno se ubica a finales de los setentas en el marco de la primera parte operativa y conceptual llamada descentralización, con la vigencia de las propuestas curriculares echeverristas en primaria y secundaria.
Cada centro de trabajo, su propio Consejo. Cada centro educativo con su Consejo Técnico Escolar como espacio de encuentro de las y los que saben y hacen educación básica: los docentes.
El CTE, desde su origen en su concepción, ha sido una figura organizativa del diálogo, construcción, debate, encuentros y desencuentros entre docentes y directivos en la coyuntura de las reformas curriculares.
Despliegue de buenas intenciones, de palabras cargadas de emoción, de ambientes y jornadas atravesadas por formaciones, actitudes y disposiciones heterogéneas.
Los diálogos de rara escucha activa, de construcción colectiva de programas de trabajo de objetivos, metas y acciones inmediatistas, de planificadores sin recursos, de diagnósticos socioeducativos, de eterno retorno a los temas tenaces que no cambian por voluntariosos sujetos declarativos.
Los CTE como espacios en donde por lo menos se provee de tiempo para hablar y donde explícita o implícitamente se imponen rutas o trayectos formativos. La academia como catarsis y pundonor.
Su operatividad autogestiva a manera de círculo de estudio y taller ha sido en la práctica una unidad social pedagógica a la que progresivamente se le endilgan responsabilidades sublimadas en “acuerdos y compromisos” o en el posicionamiento de la agenda y prioridades de las autoridades administrativas o de representación sindical.
En la práctica se ha acotado el tiempo y el espacio del diálogo y hay distanciamiento del objeto del Consejo Técnico como colegiado para analizar y proponer alrededor de la problemática del aprendizaje, resolución de problemas y de la construcción colectiva de proyecto.
De guías a orientaciones, las propuestas que circulan para las fases intensivas y ordinarias prescriben explícitamente el uso del tiempo y la agenda de contenidos.
Hay que ver los videos, escuchar los mensajes desde el edificio histórico de la SEP en la CDMX y dar la vuelta alrededor de la doxa de casi todo, tan lejos del nivel sintético necesario en cualquier equipo o grupo operativo que se construye.
En las aguas tranquilas de conceptos como autonomía profesional y autonomía curricular, devienen trayectos formativos detonadores por las mismas preguntas, iguales para los diferentes en contextos y territorios, en historias institucionales, en condiciones materiales y de constitución de equipos desiguales.
En la propuesta de los consejos técnicos hay necesidad de transformar sentido y contenido, hay necesidad de regresar a los colectivos la gestión del tiempo y la agenda específica de formación continua.
En la perspectiva de transformación de las prácticas educativas, en la coyuntura de continuidad del cambio curricular propuesto en 2022, debe pensarse también la forma y el contenido de la participación externa, de los apoyos académicos necesarios, más allá de las voces de académicos ochenteros y noventeros de la educación superior como Ángel Díaz Barriga o Rosa María Torres.
Los CTE tal como hasta ahora funcionan han avanzado en la cultura participativa y colaborativa entre iguales, pero están distantes de ser el medio idóneo para robustecer la cultura pedagógica y la transformación curricular deseada en resultados de aprendizaje y actualización eficaz.
Los CTE tal como ahora se calendarizan rompen procesos, continuidad de proyectos de aprendizaje, desestabilizan tiempos y organizaciones familiares y no se conoce si como estrategia son eficaces para el gran propósito de actualizar y transformar las prácticas docentes, directivas y supervisoras.
Si las comunidades de aprendizaje propuestas potencializan el encuentro dialógico y son asesoradas y acompañadas de manera lateral a la estructura piramidal y vertical que ha primado como modelo de autoridad “pedagógica”, tal vez se puedan encontrar rutas de salida del laberinto.
La alerta temprana consiste tal vez en cosificar o empoderar acríticamente lo comunitario en la dimensión pedagógica curricular.
*Doctor en educación. Profesor normalista de educación básica. [email protected]