Mascotas

 en Rodolfo Morán Quiroz

Luis Rodolfo Morán Quiroz

 

Cotidianamente convivimos con animales de diversos tamaños y tipos. Algunas de nuestras relaciones con los animales no son de convivencia, sino de consumo o de uso de su fuerza de trabajo. La línea es bastante difusa: habrá quien vea a un perro, un gato, un conejo, un ave, un equino o un bovino como una compañía durante algunas horas del día. Aparte de los insectos que viven escondidos dentro y fuera de las casas aun sin el consentimiento o el conocimiento de los humanos, es común que haya animales que sean considerados parte de determinados hogares. Cuando, en los “chats” de vecinos, alguien reporta haber encontrado algún perro o gato, es posible que algún otro habitante del barrio pueda señalar a qué casa o a qué persona “pertenece” ese animal. Las mascotas son una continuación de los animales de los que nos servimos.

Hay algunos animales que sirven un papel ambiguo: la misma especie e incluso los mismos individuos sirven de mascotas una época y de guardianes o de servicio o de transporte o de comida en otros momentos. Para muchas personas que se reconocen como “dueños” o “amos”, caballos, puercos, burros, gallinas, gansos, conejos, arañas de gran tamaño, lagartijas, roedores o vacas son animales de compañía, aunque en otros contextos esos mismos animales son simplemente productos en proceso para la venta o el consumo de quienes los alimentan y los atienden. He sabido de algunos casos en que algún animal que alguien consideraba mascota y era objeto y receptor de afecto, acabó convirtiéndose en platillo de la familia. Todavía recuerdo cómo mi prima Celia, a sus pocos años de edad, adoptó como mascota a uno de los pollos que criaba su madre en el patio de una casa en una zona urbana; cuando al pollo le llegó el día de cambiar de función, de ser acariciado a ser ingerido, la prima quedó realmente abatida. Lo que quizá ayuda a entender que la prima atienda ahora un albergue para perros en la ciudad de Colima.

¿Los pájaros enjaulados cuentan como mascotas? ¿Son músicos esclavos? ¿Los peces en peceras cuentan como compañía? ¿Son panoramas vivientes? ¿Son como las mujeres en las vitrinas de Ámsterdam? ¿Objetos de consumo por un supuesto placer estético? La aplicación del término “mascotas” a los animales asociados a los equipos deportivos, principalmente los del tipo fútbol que se juega en ese país sin nombre que solemos llamar “Estados Unidos” y que sus habitantes suelen llamar “América”, ha suscitado algunos debates. Uno de los más notables fue el de una mascota que era en realidad una persona. El equipo de los Pieles Rojas (Redskins) fue objeto de debate y, en última instancia, de cambio de nombre y de mascota (https://www.dallasnews.com/espanol/al-dia/nfl-dallas-cowboys/2020/06/18/nfl-el-escudo-mascota-y-nombre-de-los-redskins-de-washington-incita-al-racismo/). Los actuales COMMANDERS tienen ahora como “mascota” a un cerdito, “Major Tuddy” (que remite a un grado militar, lo que también puede ser controvertido y no parece haber afectado mucho al nombre de “comandantes” del equipo). En realidad, las mascotas suelen llevar apelativos como “Capitán”, “Káiser” y otros términos asociados con autoridad. Una rama de mi familia ha dado en nombrar a sus mascotas con nombres de licores: “Vodka”, “Tequila”, “Cognac”. Ese acto de nombrar se convierte en una repetición de lo que, según se narró, hizo Adán en el Edén: nombrar las cosas y los animales. Esta “producción semiótica” se expresa en el caso de las mascotas. Mientras que los animales destinados al consumo suelen no tener un nombre individual, sólo genérico, el acto de nombrarlos los traslada al papel de mascotas. Como señala Juan Magariños de Morentín (2007): “Antes de que el hombre los hubiera nombrado, en virtud de haber sido nombrados por Dios, todos tenían existencia óntica, pero la posibilidad de identificarlos, o sea, de atribuirles significado y sentido en función de la identidad diferencial de cada uno, sólo se da a partir de que el hombre les hubo atribuido un nombre”. En el texto de este autor “El fracaso de Adán se llamó Eva” (https://www.pagina12.com.ar/diario/psicologia/9-91650-2007-09-20.html), se muestra cómo ese acto de nombrar confiere una nueva realidad a lo nombrado. De tal modo que las mascotas se convierten en objeto de afecto en el momento mismo en que se les procura un nombre, aun cuando sea el más hostil para evitar que se acerquen otros humanos.

Hay diferentes prestigios de los animales y diferentes frecuencias de considerarlos mascotas. Mientras que habrá quiénes vean a las serpientes, a las ranas, a las tortugas como posibles mascotas, es poco frecuente que eso suceda, en comparación con perros y gatos. Tampoco todos los felinos ni todos los cánidos son adoptados como mascotas, por más que haya algunos potentados que logran lucirse con leones, leopardos, lobos y zorros. Los prestigios y desprestigios de las diferentes variedades de las especies que los humanos adoptan como animales de afecto y compañía o de servicio también son variables. Hay quien prefiere los perros narigudos a los chatos por su capacidad aeróbica. Hay quien prefiere variedades que sirvan de compañía dentro del hogar pero de protección frente a los extraños del umbral de la puerta hacia el resto del mundo. El prestigio de determinados animales puede variar a lo largo del tiempo, como narra mi amigo Luis Fernando Suárez Cázares en su cuenta del caralibro: “Cave canem, cuidado con el perro, era una expresión romana para avisar que había que tener cuidado de ingresar a propiedades ajenas porque se podría resultar herido por la fiera defensa de un valeroso perro. Sin embargo, en una ocasión, el cuidado perruno no fue tan eficaz y esto trajo consecuencias para los pobres caninos. En el 390 d. C., cuenta la leyenda, que los Galos invadieron Roma en la conocida batalla del Capitolio. Los Galos no respetaron las leyes de la guerra (las batallas se hacían cuando había sol) y atacaron las fronteras romanas cuando el pueblo dormía. Los perros, en esa ocasión, no despertaron, pero los cisnes (en otra versión, gansos y en ésta, solo porque me gustan, los patos), que estaban en un lago cercano a un templo consagrado a Juno, comenzaron a graznar, alertando así a los romanos, que pudieron hacer frente a los bárbaros. El mito cuenta que los romanos, enfurecidos con los perros, sacrificaron a éstos y a los patos les dieron el lugar de animal sagrado. Desde ese momento, ya no los volvieron a comer. La acción se recordaría durante algunos siglos más y año con año, un montón de patitos eran acomodados en cómodos asientos para que, como espectadores VIP, disfrutarán del sacrificio de cientos de canes”.

Es tal la afición de los humanos por tener animales de compañía en sus hogares que las legislaciones de varios países han prohibido diversas especies y, dentro de ellas, algunas variedades (https://www.xataka.com/magnet/que-animales-estan-prohibidos-en-cada-pais-del-mundo-y-bajo-que-condiciones). En México está prohibido comercializar algunos animales por estar en peligro de extinción o, cuando menos, amenazadas sus especies, y otras por considerarse invasoras.

Aun cuando es posible que como mascota alguien entregue o reciba gato por liebre, gallina por pato, mestizo por Cocker Spaniel, Chihuahua por Salchicha, lobo por perro, los conocimientos especializados respecto a las mascotas se han acumulado a tal grado que hay una lista de recomendaciones de animales para distintas calidades de compañía y cuidado, pues toda mascota conlleva responsabilidades. ¿Suelta mucho o poco pelo? ¿Ocupa mucho o poco espacio? ¿Genera problemas en sus épocas de celo? ¿Tiene tendencia a roer, rasguñar, morder, empujar, jugar, correr, ocultarse, comer objetos domésticos, pelear con otros animales? ¿Interactúa con los humanos o los ataca? ¿Cuántas veces en su ciclo de vida se reproduce? ¿Cuántos individuos se dan en cada camada? ¿Qué diferencias de comportamiento hay entre los machos y las hembras de la especie? ¿Es mejor esterilizarlos o dejarlos fértiles? ¿Qué duración de vida se puede esperar?

Hay quienes señalan múltiples beneficios de convivir con una mascota o, al menos, con algunos animales. El más conocido es el de la posibilidad de crear anticuerpos gracias al contacto con agentes que probablemente no afectan a los animales y son portadores de ellos. La historia de cómo los indígenas americanos fueron diezmados a la llegada de los europeos es parte de esa narrativa: como los recién llegados estaban acostumbrados a la convivencia con animales de granja eran ya inmunes a enfermedades como la viruela, y ésta se convirtió en un arma bioquímica en contra de los pueblos conquistados (https://www.bbc.com/mundo/noticias-54924678). Así: “”Dios consideró adecuado enviar la viruela a los indios y hubo una gran pestilencia en la ciudad”, relató el soldado y cronista Francisco de Aguilar. Los historiadores afirman que la viruela llevada a América en los viajes de los conquistadores desde Europa fue la primera pandemia en el continente hace 500 años.” Aunque también puede hablarse de posibles maleficios de las mascotas: toxoplasmosis, salmonelosis, entre otras más (https://www.zapi-imi.eu). Por otra parte, sabemos que algunos productos derivados de los animales han ayudado a salvarnos de enfermedades. De ahí el muy difundido nombre de “vacuna” para referirse a la inoculación de virus en personas sanas para evitar futuros contagios (https://genotipia.com/vacunas-origen/). Aunque es posible que los dueños de las mascotas no sean muy conscientes de ellos, de alguna manera esos animales les ofrecen más compañía de la que pueden ver los ojos humanos, además de algunas compañías asociadas a esos animales (pulgas, garrapatas, la atracción de moscas, otros animales que buscan sus depósitos de comida).

Las mascotas requieren de actividad cotidiana y algunas personas deben agradecer el tener mascota pues es ella la que “los saca a pasear” y a realizar algún breve o hasta prolongado paseo por su entorno. Por otra parte, me pregunto: ¿en qué trabajan los amos de mascotas a las que pasean o cuidan otras personas? Con frecuencia observo a personas que salen con su perrito en mi barrio. De hecho, a algunas personas de mi entorno no las conocería ni hablaría con ellas si no fuera porque cuando salgo a mi caminata matinal o pedaleo rumbo a la universidad las encuentro rutinariamente en la zona de mis traslados. Encuentro, además, a varios jóvenes que, a pie o también en bicicleta, llevan jaurías enteras a su alrededor. Así como me he enterado de estudiantes que obtienen ingresos por cuidar a los pequeños hijos ajenos (como quizá hacemos también los docentes universitarios, pero con otras implicaciones pedagógicas y otras edades), también me he enterado que algunos jóvenes en sus años escolares se han convertido en paseadores de las mascotas ajenas.

Recientemente me enteré de un caso de la entrada de un contingente de gatos en una cárcel (https://www.instagram.com/reel/C_9KljLtX7A/?igsh=ZnJ1dDE5bDlhbWww). La medida resultó en el apaciguamiento de los presos, aunque conservaron la noción de competencia respecto a quién tiene el mejor gato. De tal modo que puede pensarse que las mascotas en general cuidan y domestican a sus amos, disminuyen ansiedad y asma, depresión y otros padecimientos. Hay una tendencia a dar un tratamiento “humanista” a los animales. En algunos casos, los animales “mostrencos” o en situación de calles encuentran un hogar. Es frecuente que las personas se organicen para vacunar, bañar, esterilizar a algunas especies susceptibles de pasar al rol de animales de servicio (guías para ciegos o débiles visuales o auditivos, detectar cáncer o drogas, rescatar personas tras los sismos) o compañía.

La compañía no es tan gratuita como podría parecer, pues algunas mascotas pueden generar perjuicios no sólo en sus hogares, sino también en el entorno barrial y conllevan costos por tratamientos y mantenimientos. Hay dueños de mascotas que gastan más en comida de sus mascotas que en las de miembros de sus familias. O que prefieren tener mascotas en vez de parientes o descendencia. O que tienen mascotas a falta de un círculo social humano. De ahí el término “perr-hijos” con que algunos humanos, a los que mucho les exigen sus mascotas, denominan a sus animales de compañía, los que además, suelen creerse humanos.

En semanas recientes, por cierto, en la campaña por la elección del binomio de presidente y vicepresidente en Estados Unidos, los republicanos han insistido en descalificar a las “Cat Ladies” por optar a favor de tener gatos en vez de haberse convertido en madres. La idea que subyace es que no debe haber políticas de control de la natalidad y que debe penalizarse el aborto. La alusiones a las mascotas de parte de esos candidatos quizá estén dirigidas a generar escándalo bajo la premisa de que prefieren que se hable mal de ellos y generar debate en vez de que no les presten atención. Así, en este sentido parecen ir las declaraciones de Trump sobre los inmigrantes haitianos en Springfield, Ohio, que, según afirma “se comen las mascotas” (https://elpais.com/us/2024-09-11/trump-insiste-en-la-mentira-no-los-migrantes-haitianos-no-se-estan-comiendo-mascotas-en-estados-unidos.html#?rel=mas_sumario). Por otra parte, en algún momento se criticó a Amlo (el “pejidente” mexicano) por hablar de la gente como si fueran mascotas. Y se llamó a sus seguidores “solovinos”, en referencia a cómo algunas mascotas llegan solas a adoptar a humanos en sus hogares. ¿Este presidente de México equiparó los pobres con las mascotas? (https://www.youtube.com/watch?v=96Gc69bh6z0). Por cierto, el apodo de López Obrador como “pejelagarto”, que ha derivado en el mote de “pejidente” se deriva de una especie de pez: “El Atractosteus tropicus, mejor conocido como pez Gaspar o Pejelagarto, es una especie única, considerada como fósil viviente, ya que ha sobrevivido sin cambios los últimos 100 millones de años; se halla en ríos, esteros, humedales y lagunas del sur de México, hasta países como Costa Rica y Nicaragua, en Centroamérica”, señala recientemente la Gaceta de la UNAM: (https://gaceta.cch.unam.mx/es/el-pejelagarto-un-verdadero-sobreviviente). No sabemos si el mote del presidente está asociado también con el comportamiento del animal, del que se afirma: “Parece lento, en ocasiones incluso aparenta estar congelado, pero es capaz de moverse muy rápido, por ejemplo, si se trata de cazar una presa: vuelve súbitamente la cabeza, muerde a su víctima por el costado, la voltea y comienza a tragársela”.

Efectivamente, los animales “tienen una capacidad de experimentar placer, dolor y sufrimiento”, como afirma el grupo “Animales y praxis”, por lo que, sean mascotas o animales en la industria alimentaria, se promueve que se reduzca su sufrimiento. @animalesypraxis_cuentaoficial

Por otro lado, hay quien señala que el deporte hípico puede practicarse sin explotar a los caballos y han propuesto la “equitación vegana”: (https://www.lavanguardia.com/cribeo/20230803/9150522/equitacion-vegana-que-que-consiste-nuevo-deporte-viral-caballos-mmn.html#:~:text=%C2%BFEn%20qu%C3%A9%20consiste%20realmente%20la,y%20el%20movimiento%20del%20animal). De ser un posible alimento, o propulsor del transporte al montarlo o engancharlo a carretas o a las “calandrias” tapias (un nombre de especie de pájaro aplicado a una carreta ligera que estuvo vigente en Guadalajara durante décadas), podrías practicar ese deporte; o podrías optar por no consumir vehículos en los que se ha optado por no utilizar ganado bovino para tirar de ellos y, en cambio, se ha votado por utilizar su piel para forrar los asientos (en especial en las versiones más costosas, cómodas y equipadas). En todo caso, el hipismo vegano (https://www.lavanguardia.com/cribeo/20230803/9150522/equitacion-vegana-que-que-consiste-nuevo-deporte-viral-caballos-mmn.html#:~:text=%C2%BFEn%20qu%C3%A9%20consiste%20realmente%20la,y%20el%20movimiento%20del%20animal) resulta muy distinto de lo que practican los hippies marihuanos, que recurre a un vegetal en vez de a un animal para alcanzar la serenidad. Cabría sopesar la posibilidad de que las plantas constituyan también compañía y oportunidad de diálogo para los humanos carentes o excedentes en lo que se refiere a la presencia de hijos.

 

*Doctor en Ciencias Sociales. Profesor del Departamento de Sociología de la Universidad de Guadalajara. [email protected]

Comentarios
  • Cati

    Tengo amigas que dialogan con plantas, y digo dialogan porque no solo les hablan a ellas, sino que juran que las plantas les contestan. Mi perro el Pity, me ayudó a lidiar con el duelo por la muerte de mi mamá, me levantaba a caminar para sacarlo de paseo. Ese perrito es cruzado con pomerania, dicen mis sobrinas fármaco dependientes (o sea, atienden farmacia), que es genérico.

  • Dra. Alicia Elortegui Castell

    Excelente artículo acerca de diferentes especies y su medio ambiente.

  • Dra. Alicia Elortegui Castell

    Excelente artículo de diferentes especies y su medio ambiente. Sin embargo algunas especies son descuidados por los que debían de cuidar y preservar los.

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