A 10 años de la desaparición forzada de los 43 estudiantes de Ayotzinapa

 en Jaime Navarro Saras

Jaime Navarro Saras*

Estamos por cumplir 10 años de una de las tragedias más lamentables que les ha sucedido a estudiantes en México, quizás igual de lamentable a los hechos de 1968 en Tlatelolco. Me refiero a la desaparición forzada de los 43 estudiantes de la Escuela Normal Rural “Isidro Burgos” de Ayotzinapa en el estado de Guerrero.
Han pasado 10 años y aún no tenemos una verdad que convenza ni a propios ni a extraños por el manoseo y tratamiento político que se ha tenido con los hechos, lo mismo ha sucedido con la verdad histórica que el PRI construyó, como por la serie de datos, videos y otras miradas que el gobierno de MORENA visibilizó.
De seguro pasarán los años y nunca sabremos realmente de lo que pasó con estos jóvenes, que han tenido todos los homenajes habidos y por haber, salvo justicia plena de las autoridades responsables de ello. Tanto sus familias, como el pueblo, los intelectuales comprometidos con la lucha social y la escuela Normal misma, se han encargado de que los hechos no pasen al olvido como tantas tragedias que han sucedido en nuestro país con los grupos e individuos más vulnerables.
Apenas supimos de la noticia y ya sabíamos que sería una larga telenovela gubernamental, tal como lo señaló nuestro querido amigo Gildardo Meda Amaral (QEPD), en su artículo del 8 de octubre (12 días después de los hechos):

Desde mis entrañas, les quiero preguntar ¿qué vamos a hacer con esto?, díganme por favor que no vamos a guardar silencio, que no seremos indiferentes ante el asesinato de estudiantes, que también somos capaces de indignarnos ¿qué vamos a hacer?

Y claro, sus preguntas continúan sin respuesta, al igual que lo señalado (en la misma fecha) por Miguel Ángel Pérez Reynoso, que lo consideraba un hecho clasista:

En términos de significados sociales, el gobierno de Peña Nieto nos manda un mensaje cifrado: para estudiar en este país, hay niveles, hay condiciones, hay estatus. Es válido estudiar en tecnologías, pero es inválido estudiar para ser educador y, peor aún, en una Normal rural.

El gran legado de esta tragedia, es que las Escuelas Normales Rurales no desaparecieron, como era el propósito de la Reforma Educativa de Enrique Peña Nieto. Tal como desaparecieron las escuelas multigrado, yo mismo lo señalaba dos meses después de los hechos:

Casualmente, Ayotzinapa vino a sacar a la luz la forma en que viven (las Normales rurales). El fenómeno mediático de los 43 desaparecidos hizo que nuestros diputados dadivosos entreguen un presupuesto emergente de 400 millones para las 15 escuelas Normales rurales existentes (50 etiquetados para Ayotzinapa). Según los diputados es para que los alumnos dejen de “botear” para subsistir.

A 10 años de la tragedia, las escuelas Normales no están mejor que antes, mucho menos las que son consideradas rurales, como la de Ayotzinapa, lo cierto es que la formación de docentes desde las Normales atraviesa por una crisis que cada vez se acrecienta más; a 40 años de haber escalado las Normales de un nivel técnico al nivel superior, la realidad nos dice que están muy lejanas de todo lo que representan las universidades públicas, las cuales acusan permanentemente al gobierno la falta de presupuesto y el poco respeto por la autonomía universitaria, lo cual nos habla de que esta crisis se ve reflejada en la falta de formación de cuadros que produzcan conocimiento e innovación para este país, que tanta falta le hace para estar en condiciones de competir con los países líderes.
Es, pues, tiempo de que salgan las verdades para que los 43 estudiantes, que nos hacen mucha falta, encuentren la paz y la justicia desde dónde estén, al igual que sus padres y demás compañeros, 10 años son muchos y, de seguir con vida, muchos de ellos ya serían padres de familia y estuvieran atendiendo niños y niñas en todos los rincones de la república donde los maestros son luz de esperanza, estén seguros que los seguimos recordando y que su ausencia no deja de extrañarse; vaya, pues, un abrazo hasta donde quiera que estén…

*Editor de la Revista Educ@arnos. [email protected]

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