Incorruptibles y justos
Rubén Zatarain Mendoza*
En la coyuntura de la Revolución francesa, uno de los personajes centrales fue el exdiputado Maximilien Robespierre, identificado como el incorruptible.
Hay que interpretar el contexto histórico del personaje y las cualidades, la intransigencia ideológica contra los moderados y los conservadores que le hicieron acreedor de tal identificación.
La transición política, económica y social de la monarquía a la república, los intersticios para las ilegalidades y la riqueza fácil, la oportunidad subsecuente para el imperio napoleónico.
El laboratorio social del luego conspicuo colonialismo imperial y república francesa. Los dominados y los dominantes, el marco legal para gobernar las masas, el marco legal para aceitar la maquinaria y gobernanza de los dueños del dinero y usufructuario del poder político y el sistema judicial, la emergencia de la burguesía con marco legal y economía.
Después de los pasajes de Danton y la eliminación de otros contrincantes políticos y la ocurrencia de una alternativa religiosa laica, el incorruptible Robespierre terminó bajo las navajas de la guillotina.
El icono contra la corrupción permanece ahí, como en la historia local permanecen los liberales del equipo juarista en el siglo XIX o el ejemplo del veracruzano Adolfo Ruiz Cortines.
El corte histórico de la modernidad, la revolución francesa, la consolidación del régimen colonial, capitalista, los sistemas legales para justificar las nuevas formas de injusta distribución de la riqueza cambian, se ajustan, se modifican, las normas aplicables para quiénes las hacen y aplican, hasta el propio Juárez lo afirmaba “Para el amigo justicia y gracia, para el enemigo justicia a secas”.
El marco legal como superestructura para someter y dominar la pobrería, las décadas y el par de siglos el capitalismo dependientes, los marcos legales, las democracias enanas y la corrupción, el tercer mundo, los países latinoamericanos, México.
La conciencia social escasa en materia de vigilancia de la corrupción o más bien el dejo de impotencia cuando hacía abajo solo caen migajas del banquete.
Las formas hegemónicas como se reproducen los nacionalismos, sus monedas, himnos, banderas, las constituciones políticas y parlamentos. Los marcos legales, las togas, los birretes, la abogacía vestida de negro cono la muerte, el derecho, las universidades y el Estado.
El ejercicio del derecho, la planeación de las leyes y la impartición de justicia como metáfora de la caja negra del país, del estado y el municipio. “Los tinterillos que manchan tus leyes” dice un verso del poema Grito de sal de Horacio Nansen.
La educación como generadora de consenso, la cultura de la legalidad y el ciudadano funcional a una estructura donde la injusticia es invisible cuando se maneja al mejor postor.
Los acuerdos sociales que entraña la ley, su violencia simbólica que oculta la vocación de clase.
La ley y sus normas que obligan a todos y beneficia a pocos.
El 2 de junio, los resultados de las elecciones en México y el plan C, el lopezobradorismo y la presidenta de la SCJN que primero no se pone de pie ante el presidente y luego pide audiencia.
La reforma del poder judicial donde ahora hay voces y gritos, cabildeos, sumas y restas. Cálculos, negocios en caída libre, compromisos de arena con el prianismo, perredismo, emecismo.
La necesaria toma del poder judicial por el poder popular, no hay islas de impunidad cuando el cambio es verdadero; tampoco hay regímenes de excepción y salarios discrecionales en un proyecto de república sana con vocación de mejora del tejido social y la convivencia.
La justicia.
Los molinos de viento en la ancha Castilla. El agotado Rocinante y la anorexia incorregible del Quijote-pueblo romántico y crédulo.
Los molinos de viento. Corrupción, ilegalidad, delincuencia y políticos falaces traficantes de principios y terroristas de la gobernabilidad y el compromiso con las mayorías.
El debate de legos y sapientes de los textos constitucionales y leyes que de ella emanan. Las prácticas jurídicas, los tribunales, las salas, los juzgados, ministerios públicos, lo estático y lo dinámico, las catacumbas donde llega escasa la luz, los fueros común y federal donde hay perdedores donde no debería.
La elección popular de magistrados y jueces, la recomposición de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, las consultas, Norma Piña, la democratización de la justicia en el horizonte.
El poder legislativo y la manufactura de leyes, el poder judicial y las brechas de sus puestas en práctica en la exégesis farisaica, parafraseando al poeta español León Felipe Caminos.
La clase privilegiada en la que se ha convertido la burocracia jurídica, el estado de derecho juarista, porfirista y posrevolucionario.
La posmodernidad judicial y la vulnerabilidad de las mayorías empobrecidas.
Los partidillos políticos centaveros y sus juegos de mesa legaloides, los abogados en el poder de gubernaturas, en la presidencia de la república, las diputaciones y senadurías.
Las escuelas formadoras de abogados donde hay tufo, donde la ética es juego simbólico de una asignatura.
El estado de derecho neoliberal que adelgazó el Estado mexicano con la venta de empresas estatales, los litigantes y la compraventa de licitaciones, el insultante enriquecimiento de Diego Fernández de Ceballos, los abogados presidentes como Miguel Alemán Valdez.
La práctica del derecho e impartición de justicia instrumentado por el largo periodo priista, por la coyuntura panista, el desencanto emecista, las inequidades en un país donde hay obsesiones reeleccionistas en líderes de partidos como Alejandro Moreno el el PRI.
Los juicios de amparo opacos protectores de los poseedores de grandes fortunas. El caso de Ricardo Salinas Pliego, el incremento de la riqueza de los más ricos del país país el presente sexenio. Las leyes de la economía y las leyes a ras de suelo.
La historia de la impartición de justicia en México, la ciudadanía lastimada por una práctica del derecho protector de los pudientes y excluyente de los desposeídos.
La apuesta por los cambios las voces opositoras que ven amenazados privilegios.
La probidad de los gobernantes.
La probidad de los ciudadanos.
Las arenas movedizas de una república con larga data en materia de corrupción y escasa racionalidad en la práctica del Derecho.
La reforma judicial que viene, el advenimiento lejano de los incorruptibles y justos.
Las ciencias jurídicas, la historia del derecho, el rostro de clase social y económica para hacer que las normas protejan o se conviertan en terror de familias y ciudadanos.
La utopía pedagógica de formar al mexicano justo e incorruptible desde las aulas; la cultura de la legalidad y la convivencia como objetos de transformación, la sociedad como aula invertida de la justicia; la vida social y sus desafíos, las relaciones y constructos ciudadanos en la escuela como microespacio de una sociedad que a veces en materia de justicia no sabe hacia dónde va.
*Doctor en educación. Profesor normalista de educación básica. [email protected]