Control demográfico

 en Rodolfo Morán Quiroz

Luis Rodolfo Morán Quiroz*

 

¿Y si lográramos que la gente se reproduzca al ritmo que decidan las necesidades de nuestra sociedad? ¿Y si pudiéramos saber las características de los individuos, de los barrios, de las ciudades y las regiones con tan solo revisar sus tarjetas electrónicas? ¿Podríamos conocer su grado de escolaridad, sus preferencias, sus ingresos monetarios, sus méritos y sus pecados e infracciones a diversos reglamentos con sólo teclear su clave única de registro de la población? ¿Y si lográramos la proporción de género, de especialidades en el trabajo, de colores de piel, de características de fuerza y capacidad intelectual que consideremos conveniente para el avance de nuestra sociedad? Este tipo de preguntas se han planteado repetidamente los diseñadores de políticas públicas e institucionales para que determinadas características ni sobren, ni falten, ni resulten odiosas en las poblaciones. Las señales con los nombres de los asentamientos y que incluyen la cantidad de pobladores podrían actualizarse como los tableros de los estacionamientos que indican cuántos lugares hay disponibles para los coches. Bien podría ponerse la cantidad de habitantes, sus géneros, su clasificación por grupos de edad, escolaridad y hasta los empleados en distintas áreas de producción, además de cuántos especialistas se requieren para cubrir determinadas vacantes.

Las respuestas a esas preguntas no suelen ser muy exactas en determinadas escalas, pero hay quien se plantea que se necesitan determinados pobladores para que luego se dediquen a algunas tareas específicas. Los intentos por resolver los problemas de ingeniería social desde los números que la ESTADÍSTICA se planteaba desde sus orígenes, como disciplina dedicada a plantear y resolver problemas de los ESTADOS y las cifras que los componen, han sido múltiples y variados. Hemos sabido de experimentos de eugenesia, de eutanasia, de prohibición de tener más o menos de determinado número de descendientes. Y los resultados no han sido muy halagüeños. Por citar un ejemplo, la política china de favorecer un hijo por familia derivó en abandonos de niñas, desequilibrios en los mercados de trabajo, con problemas derivados de conyugalidad años después por las desproporciones en la conformación por sexo de las localidades (https://www.bbc.com/mundo/noticias/2015/10/151029_china_hijo_unico_claves_men).

Durante muchos años, la planeación de las instituciones educativas se ha planteado la necesidad de crecimiento de la cantidad de escuelas, de la dotación de aulas dentro de las escuelas ya construidas, de la cantidad de equipos y mobiliarios necesarios para atender poblaciones siempre crecientes de estudiantes. En días recientes me llamó la atención una nota en el sentido de que hay más escuelas de las requeridas por la cantidad de estudiantes. (https://www.xataka.com.mx/educacion/primero-fue-japon-corea-sur-ahora-turno-taiwan-esta-perdiendo-tanta-poblacion-que-tiene-que-cerrar-escuelas). Acostumbrados como estamos en México a que las promesas de los políticos suelan aderezarse con dotar de escuelas, de mobiliario o de equipo escolar a determinados asentamientos, la noticia suena extraña. ¿Qué países son esos en que no está vigente a la exigencia de que, como dice Chava Flores, “faltan niños pa’ poblar este lugar”? (https://www.youtube.com/watch?v=xMUPNZk5Qao). El fenómeno del cierre de escuelas por falta de estudiantado suena impensable en un país en donde la tendencia es a crecer la población; aunque poco a poco nos hemos dado cuenta de que los fenómenos migratorios y las tasas de reemplazo poblacional de las que hablan los demógrafos se han modificado en algunas sociedades.

Nos hemos enterado de que, en algunos países, la razón para que entren migrantes está asociada con la reducción de la natalidad o el aumento de la mortalidad de las poblaciones que habitaban determinadas regiones. Por lo que es razonable atraer nuevos pobladores que aprendan el idioma, la cultura, las normas y las formas de trabajar para sostener una economía que produce, consume, importa y exporta a determinados ritmos asociados con determinadas cifras de pobladores. También hemos sabido de casos en que las legislaciones han decidido dejar entrar a determinado tipo de inmigrantes y prohíben la entrada de personas originarias de determinadas regiones o países, aunque, al menos en el caso del vecino país, esos experimentos no funcionaron por mucho tiempo. Hemos sabido también de leyes y culturas que incluyen la prohibición de emigrar. Probablemente porque no querían que sus templos, escuelas, pueblos y ágoras se vaciaran, pero resulta difícil regular las salidas y las entradas de poblaciones, por más que haya quienes quisieran planear la cantidad de personas que deben estar en determinados lugares en determinados momentos. Y con determinadas características y no de otras.

Ha habido algunas políticas de formación en las escuelas que han incidido en la especialización de sus poblaciones emigradas. El caso de Filipinas, que se dedica a la formación y exportación de personal para la atención de la salud es el más famoso. En Jalisco vemos con frecuencia a personas de origen indio que vienen a la industria electrónica tras haber recibido una capacitación en sus lugares de origen que los hace idóneos para determinadas ocupaciones. Algunas medidas de control demográfico podrían sonar en realidad asociadas con el caos y el descontrol: las guerras y los conflictos, la violencia y las crisis hídricas u otras alteraciones ambientales expulsan a la gente que deja escuelas y otros espacios en el abandono. Las políticas de genocidio, sea desde potencias extranjeras o desde las políticas de los gobiernos que deberían defender a sus poblaciones, han sido parte del repertorio de “control demográfico”. Los casos de esterilización masiva de determinados sectores de la poblaciones (indígenas, afroamericanos, inmigrantes) o de exterminio directo de o disimulado de personas cuyas características las conciben como Indeseables o enemigas por determinados gobiernos plantean el problema de la discriminación: ¿qué poblaciones se consideran deseables para determinadas regiones y culturas? Los casos de exterminio directo de poblaciones como gitanos, judíos, negros, en Alemania, han sido señalado como indeseables y se han asociado con el lema “Nie wieder!” (¡Nunca más!), pero las instancias de discriminación siguen vigentes las sociedades del siglo XXI.

En meses recientes se ha planteado la preocupación de que en algunos países de Europa crece la población musulmana y se le ve como una amenaza a la “civilización occidental” por no ser parte de una cultura cristiana. Se han señalado procedimientos como la firma de formatos de “consentimiento informado” para la esterilización o para la expulsión de determinados territorios a individuos y grupos con determinadas características. Información que realmente pocas veces es cabalmente comprendida y que deriva en procedimientos con los que los involucrados no estarían de acuerdo en caso de que realmente les dieran la información pertinente. En algunas escuelas se diseñan políticas de inclusión de determinados grupos o individuos y se excluyen a otros con otras características con las cuales los funcionarios escolares o municipales no desean lidiar. Promover determinadas formaciones puede generar una sobrepoblación de algunos especialistas, al igual que cerrar el acceso a determinadas profesiones puede derivar en la escasez de atención de los problemas que deberían atender los egresados. Así como “sobran escuelas”, algunos médicos han señalado que “sobran hospitales” o que sobran médicos y faltan plazas, por tan solo mencionar el caso de los profesionales de la salud (https://elpais.com/sociedad/2019/01/30/actualidad/1548861716_536770.html; y https://hospitecnia.com/arquitectura/los-medicos-especialistas-creen-que-en-algunos-sitios-sobran-hospitales/). Parece que los afanes de los humanos por controlar el presente a veces olvidan las herencias de la historia o no anticipan lo que puede suceder con determinadas políticas que suenan “racionales” y pueden derivar en mayores conflictos posteriores. Ciertamente, la racionalidad de la planeación no siempre considera otras variables que en algún momento resultará que era pertinente incluir en la fórmula para calcular los impactos años o generaciones más adelante.

 

*Doctor en Ciencias Sociales. Profesor del Departamento de Sociología de la Universidad de Guadalajara. rmoranq@gmail.com

Deja un comentario

Escriba su búsqueda y presione ENTER para buscar