Reducción histórica del ser humano
Carlos Arturo Espadas Interián*
Estar alegre cuando hay que estar alegre. El principio fundamental de las emociones humanas, la correspondencia entre el entorno, situaciones y emociones. La regulación emocional, en abstracto, implica eso, sin embargo, a nivel práctico la regulación ha resultado en el hecho de vivir emociones como el enojo de forma clandestina o en su caso, manifestado de forma tal que pareciera cualquier emoción, menos enojo.
Cierto, el enojo como cualquier otra emoción, tiene sus extremos, el del enojo es la ira-rabia, sin embargo, todas las emociones humanas han sido puestas ahí para algo. La existencia de los seres humanos es algo más que parámetros de referencia históricos en su sentido amplio, la existencia humana, aunque se expresa y construye en ellos, los trasciende.
Es decir, la existencia de la especie humana: es. Se debate entre lo que es y lo que delimitadamente se le permite ser y aún estas palabras lo reducen. Es decir, los marcos históricos son reduccionistas de la posibilidad humana; por más que se tenga acceso al desarrollo de las artes, ciencia, religión y demás, el ser humano puede llegar a ser más que eso.
La simpleza y predictibilidad del ser humano radica en esos acotamientos históricos, más no en su esencia. No confundir con el relativismo exacerbado de la singularidad de lo individual, porque incluso esa visión es producto de conceptualizar la existencia humana desde parámetros históricos. Así la visión actual que se compone de elementos interactuantes, como en cualquier otra época, lo reducen.
Varias preguntas se derivan del planteamiento. Desde la perspectiva infinito-finito ¿hasta dónde puede ser el ser humano? Desde la perspectiva histórica-trascendental ¿qué es lo propiamente humano?, por mencionar algunas.
Todas las interrogantes buscarán generar la posibilidad del análisis que permita escudriñar lo humano. Esa es una de las curiosidades de la especie humana, una especie que es finita en la materia, pero infinita en su espíritu; acotada históricamente pero que recupera otras épocas y visualiza aquellas que aún no existen.
El proceso de empobrecimiento del ser humano llega con la uniformidad cultural. Si el momento histórico genera parámetros de expresión, crecimiento, desarrollo y demás, cuando la cultura va uniformándose se genera la eliminación de posibilidades de referencia diferenciados en un mismo momento histórico.
Lo que se gana en similitud, se pierde en diversidad. Ahora, cuando se lucha por la existencia de la diversidad, es cuando la uniformidad avanza a pasos agigantados. ¿Ironía? Tal vez, lo cierto es: con ello se reducen las posibilidades de la existencia humana.
*Profesor–investigador de la Universidad Pedagógica Nacional Unidad 113 de León, Gto. [email protected]