Escuela Secundaria Técnica núm. 14 y sus 50 años de fundación
Jaime Navarro Saras*
Ahora con el paso de los años
tú y yo nos volvemos a encontrar
para revivir aquellos tiempos
en aquel fantástico lugar…
Canción Ésos fueron los días de Los Rockin Devils
Los tiempos llegan, los tiempos se van, así es como se presenta de pronto la vida y más cuando has dejado de ver a personas por muchos años y que por un buen tiempo coincidiste en un espacio determinado.
En estos días se cumplen 50 años de que la Escuela Tecnológica Industrial núm. 182 (ETI 182) inició sus labores educativas un lunes 1º de octubre de 1973, lo hizo con una nómina de 40 trabajadores, entre docentes, administrativos, personal de servicios y directivos, además de 300 estudiantes de 12 a 16 años de edad divididos en seis grupos, de A al F, y de los cuales egresaron 223 con las especialidades de electricidad, dibujo industrial, auxiliar de contabilidad y secretarias, tres años después, en 1976.
El nombre de ETI 182 se modificó en 1981 (justo cuando desaparecen las escuelas tecnológicas que habían sido creadas en 1969 durante el gobierno de Gustavo Díaz Ordaz y siendo secretario de Educación, Agustín Yáñez) por el de EST 14 (Escuela Secundaria Técnica núm. 14).
50 años son muchos y para quienes estuvimos en dicha escuela más, la cual estaba enclavada en la colonia Jardines de la Cruz del sector Juárez en Guadalajara, se ubicaba en una zona semipoblada y que la gran mayoría de estudiantes proveníamos de colonias cercanas como la Moderna, el Fresno, la Morelos, del Sur, la Ferrocarril, el Fraccionamiento Colón, Polanco, Chapalita, Jardines del Bosque y otras más alejadas como el Centro de la ciudad, la Americana, la colonia Independencia, el Retiro, Jardines Alcalde, Atemajac, El Batán, Santa Tere, Ladrón de Guevara, incluidas Toluquilla, Tlajomulco, Santa Anita y hasta la Venta de Astillero, entre otros lugares a donde pertenecían los estudiantes de la primera generación hoy cincuentenaria, lo cierto es que teníamos que atravesar caminado o en bicicleta plantíos de maíz, sorgo, garbanzo, jícama y una lejana mancha comercial como lo era el Mercado de Abastos y la Zona Industrial, justo así era la Guadalajara de entonces y a 50 años no se parece en nada, hoy se llega a la secundaria muy fácilmente, lo mismo caminando, en bicicleta, moto, camión, taxi, Uber, coche y hasta en Tren Ligero.
Cada uno de los que integramos esa primera generación y las subsecuentes tiene una historia que contar y compartir, de la cual hay una propuesta para editar un libro y ojalá se pueda materializar tarde que temprano.
Cómo no recordar esas primeras imágenes de una escuela a medio terminar, con ese entusiasmo a flor de piel de docentes y estudiantes que rayaba en camaradería y complicidades, principalmente con ciertos maestros y prefectos, de ello hay tantas imágenes que nos han acompañado a lo largo de nuestras vidas que en la mayoría de casos nos han servido de inspiración para lo que cada uno hemos construido como profesión o forma de vida.
La educación secundaria lamentablemente ya no es lo que era entonces, por lo menos el tipo de educación que esta primera generación cursó, la formación recibida nos sirvió hasta para vivir de ella como personal de oficinas, en talleres eléctricos y de mecánica, lo mismo en áreas de diseño u oficios similares, quienes egresamos del taller de electricidad (por ejemplo), difícilmente dependemos de un técnico para resolver ese tipo de cosas en casa.
Esta primera generación superó las expectativas y las estadísticas nacionales que marcan que sólo el 1% de estudiantes de ingreso a educación básica terminan una carrera universitaria, en este caso y sin tener el conocimiento del origen de cada uno de ellos antes de la secundaria, el 10% sólo estudio hasta la secundaria y el 33% una carrera universitaria (en una base de 36 compañeros que contestaron una encuesta).
En una celebración de los 50 años no pueden faltar nombres que citar, entre otros y a reserva de nombrar la lista completa, éstos son parte de nuestra historia: Camilo Acebo Gutiérrez, Ma. Eugenia Madrigal Toribio, Tayde Larios Gudiño, Gabriel Rangel, Emma Zavala Verdín, Juan Medina Jaime, Salvador Bravo, Ma. de la Luz López Sánchez, Jesús Hernández Huante, Raúl Cataneo Duarte, Miguel Mesa y Mesa, Ma. del Rosario Cabrera Larrañaga, Sara Guadalupe Poot Herrera, Ma. Elena Gutiérrez Gutiérrez, Nilda Elena Perramón Assad, Celia Michel Sánchez, Beatriz Robles Lepe, Tomás Ramírez Villaseñor, Roberto Mario Grey Parra, Eduardo García Rodríguez, Benito A. Violante, Ma. Trinidad Chitica Padilla, Alejandro Sergio Llamas Coss y León, Miguel Serrano Carmona, Gilberto Alcaraz Leyva, José de Jesús Gurrola Terraza, así como nuestros padrinos de generación Braulio Aguirre T. y Hugo Carretero G., todos y cada uno de ellos puso su esfuerzo para formar esta generación pionera y única en la historia de la secundaria.
Quedan en el recuerdo anécdotas e historias pequeñas y grandes, entre otras los talleres sabatinos de electricidad en el sector libertad, la limpieza de escombros para hacer las canchas de futbol, la plantación de árboles, los apodos, los concursos de ortografía, la entrega de calificaciones cada cuatrimestre y su respectivo cuadro de honor, los torneos inolvidables de futbol en la unidad de al lado con el prefecto García como árbitro, el grupo folclórico y su bailarín estrella Froilán, el grupo de poesía coral y sus estrellas Carmen y Óscar, el lavado de baños como castigo por indisciplina, el regreso de trabajos de mecanografía si tenían más de tres errores, el cubre teclados que era de franela roja, lo pesado de las máquinas de escribir del taller de mecanografía, la camioneta Renault que servía de “licuadora”, las funciones de cine que nos presentaba la familia Agrás Sánchez, la “expedición arqueológica” al bosque de la primavera, el paseo a los Géiser de Ixtlán de los Hervores en Michoacán, los viajes a Aguascalientes y Guanajuato en los concursos de poesía y oratoria, la lectura del Principito y Platero y yo, el descubrimiento de músicos y cantantes como Mocedades y Joan Manuel Serrat, agradecidos de que nunca fuimos parte de la entonces FEG, los amigables jefes de grupo, los salones de clases que tenían tarima, los viejos pizarrones verdes que se rayaban con gises blancos y de colores de tiza, y demás.
Vaya pues un recuerdo a todos y cada uno de los compañeros y compañeras que formaron parte de esta primera generación, los cuales podrán volverse a reunir en las instalaciones de la Escuela Secundaria Técnica núm. 14 gracias al interés y voluntad de su director actual, el maestro Francisco Eudoxio Ortiz Soto, saludos y larga vida…
*Editor de la Revista Educ@rnos. [email protected]
Excelente narrativa,de nuestra amada y recordada ETI 182,y esos bellos y dolorosos recuerdos,bellos por el compañerismo que vivimos, y dolorosos porque fui de los castigados en la licuadora,pero muy agradecido por lo aprendido en esa hermosa época de mi vida….si bien no continúe con estudios superiores por razones especiales , mi paso por mi recordada secundaria me ayudó a superarme y lograr mis mejores metas,y ser el hombre y ser humano que ha servido a mi familia ,sociedad ,ciudad y a mi país, GRACIAS,por este hermoso comentario…
Como siempre disfruto tu narrativa limpia de excentricidades que denotan tu congruencia. Saludos estimado Jaime, siempre un recuerdo cariñoso a los tiempos compartidos. Tu texto me.hizo evocarlos. Abrazo grande.
Muchas gracias querido Jaime.
Muchas gracias por hacernos viajar en el tiempo y vivir esos momentos.
Sin descartar la calidad académica, de la ETI 182, para nuestra nuestra generación, lo mejor fue la calidad humana de sus maestros, directivos y prefectos y la gran familia que se formó entre nosotros y que sigue vigente 50 años despues.
Muchas gracias por coincidir.
Estimado y “viejo” amigo de tantas experiencias, tanto en la ETI # 182 como en el CEDART – Guadalajara, que enorme gusto de volver a contactarnos y de volvernos a encontrarnos ( ya casi ), y volver a rememorar aquellas anécdotas de nuestro años mozos de la adolescencia, enhorabuena y felicidades por esa gran semblanza de nuestros ayeres.
Mis padres me inscribieron en el Instituto de Ciencias, para ese entonces mi padre salía de viaje por un par de meses y, dado que siempre he tenido conflicto con cualquier religión, y sabemos la naturaleza de dicha institución docente, le insistí a mi madre que me cambiara de escuela, entonces nos enteramos de la nueva secundaria técnica y me inscribí, una hora y treinta minutos y dos camiones ocupaba para llegar a ella. Afortunado fue mi paso por la ETI 182, en la cual convergieron un especial grupo docente, que nos trató casi como amigos, apasionados todos ellos en su materia, es difícil no recordar con cariño al Profesor Camilo Acebo, La maestra Chayito, Sara Guadalupe Poot Herrera, Beatriz Robles Lepe, el maestro Huante, y para mí gusto, el más apasionado de ellos, impartiendo español, Roberto Tiznado. El grupo de prefectos encargados de la disciplina fueron enérgicos pero de forma cortés, tan así que el prefecto Eduardo García es mi amigo y goza del cariño de incontables exalumnos de un gran número de generaciones. Las anécdotas son abundantes, los momentos de alegría infinitos, Adalberto Padilla y Carlos Rodríguez Lomelí fueron mis primeros amigos allí, y lo seguimos siendo, formó parte de un grupo de exalumnos que hasta la llegada de la pandemia nos reuníamos cada mes desde hace un par de décadas, amigos como ellos, es la mejor herencia que recibí de la secudaria
Mis padres me inscribieron en el Instituto de Ciencias, para ese entonces mi padre salía de viaje por un par de meses y, dado que siempre he tenido conflicto con cualquier religión, y sabemos la naturaleza de dicha institución docente, le insistí a mi madre que me cambiara de escuela, entonces nos enteramos de la nueva secundaria técnica y me inscribí, una hora y treinta minutos y dos camiones ocupaba para llegar a ella. Afortunado fue mi paso por la ETI 182, en la cual convergieron un especial grupo docente, que nos trató casi como amigos, apasionados todos ellos en su materia, es difícil no recordar con cariño al Profesor Camilo Acebo, La maestra Chayito, Sara Guadalupe Poot Herrera, Beatriz Robles Lepe, el maestro Huante, y para mí gusto, el más apasionado de ellos, impartiendo español, Roberto Tiznado. El grupo de prefectos encargados de la disciplina fueron enérgicos pero de forma cortés, tan así que el prefecto Eduardo García es mi amigo y goza del cariño de incontables exalumnos de un gran número de generaciones. Las anécdotas son abundantes, los momentos de alegría infinitos, Adalberto Padilla y Carlos Rodríguez Lomelí fueron mis primeros amigos allí, y lo seguimos siendo, formó parte de un grupo de exalumnos que hasta la llegada de la pandemia nos reuníamos cada mes desde hace un par de décadas, amigos como ellos, es la mejor herencia que recibí de la secundaria. Ahora la vida nos da la oportunidad de reunirnos nuevamente, y la aprovecharemos, porque como dice la canción, Dios perdona, el tiempo no, y eso es lo que cada día nos queda menos. Mención especial a todos aquellos que se nos adelantaron en éste camino.