Las condiciones del diálogo
Luis Rodolfo Morán Quiroz*
Al perderte yo a ti, tú y yo hemos perdido:
yo porque tú eras lo que yo más amaba
y tú porque yo era el que te amaba más.
Pero de nosotros dos tú pierdes más que yo:
porque yo podré amar a otras como te amaba a ti
pero a ti no te amarán como te amaba yo.
Ernesto Cardenal
Son muchos quienes, tras divorciarse de sus parejas, se lamentan de no haberse dado cuenta de muchas de las necesidades que tenía esa persona con la que vivieron cotidianamente. En el día tras día, por más que las rutinas en las que nos metemos ofrezcan la apariencia de que no hay muchos cambios en las aspiraciones y sentimientos de aquellos con quienes interactuamos, el asumir que lo platicado hace años, meses, semanas o días sigue vigente para el día de hoy, nos evita replantear nuestros nuevos proyectos o preguntar por lo que piensan otros que comparten nuestras buenas o malas fortunas.
En las relaciones de pareja, en el trabajo, en la familia, en la escuela, en la calle, en los establecimientos comerciales, incluso en las relaciones internacionales, no siempre los participantes dialogan lo suficiente para enterarse de los intereses y objetivos de las personas con las que interactúan. Dado que el conflicto es inevitable en estos ámbitos, hay dos preguntas básicas: ¿qué desea cada una de las partes? ¿Cómo podemos negociar para resolver la situación conflictiva? Mucho se ha discutido acerca de la cuestión de quién es culpable de determinada situación, y hay quienes, al iniciar el diálogo no avanzan más allá de señalar al otro como el único o principal culpable de la situación, y no avanzan a la etapa de plantear, negociar y acordar alternativas. En términos de retórica, el libro de Jay Heinrichs, GRACIAS POR DISCUTIR (2007) plantea desde el inicio la necesidad de una distinción: “a los griegos antiguos les encantaba imaginar que eran luchadores. Pero incluso ellos conocían la diferencia (…) entre luchar y discutir”. De ahí que Heinrichs distinga la argumentación retórica de las acusaciones y riñas: En una lucha, los contendientes intentan vencer. En una discusión, intentan resolver problemas y dirimir diferencias”. Tal perspectiva requiere que los participantes en una situación conflictiva sean capaces de negociar y de reconocer las necesidades propias y ajenas.
Para los expertos en conflictos, la negociación que lleva a solucionarlos puede sintetizarse en un cuadro de doble entrada en donde se diagrama a los adversarios. A y B pueden asumir estas posiciones como resultado de la negociación: Ganar-ganar; Ganar-perder; Perder-ganar o Perder-perder. Básicamente, la negociación se emprende para llegar a un acuerdo y requiere de flexibilidad, asertividad, claridad, escucha activa. Sin embargo, la negociación no siempre deriva en acuerdos que sean (relativamente) satisfactorios para los involucrados. El consejo que suele derivarse de cómo surgieron los expertos que debe negociarse es que hay que buscar lo “óptimo”, más que lo “perfecto” o la “ganancia máxima” para una de las partes, sin importar las pérdidas para las otras partes involucradas. De ahí que en algunas negociaciones se llegue a que todas las partes involucradas (dos o más) acaben perdiendo. En tal caso, la acción que suele suscitarse es la de la EVASIÓN para disminuir el impacto de las consecuencias, ya de por sí negativas. Quienes entran en una negociación sin tener claros ni sus intereses ni necesidades, ni los de sus contrapartes, pierden más de lo que se dan cuenta, y no logran ganar tanto como podrían de haber tenido claro lo que está en juego.
Tanto en la pareja y la familia como en los equipos de trabajo y en las instituciones, el intercambio de información resulta básico. ¿Qué quiere cada una de las partes involucradas? ¿Qué están dispuestas a ceder? ¿Qué costos están implicados? Por lo general, el conflicto entre los intereses de unos y otros deriva en un momento en el que es importante lograr una NEGOCIACIÓN que requiere hacer explícitas actividades, tareas, roles (que incluyen tareas y actividades asociadas con una posición específica en la relación). Hay quien negocia pero también hay quien evita confrontar la situación por temor a que los costos sean excesivos para su postura. En todo caso, para comenzar a negociar, se requiere plantear los intereses, los recursos y las posibilidades de las partes, además de preguntar acerca de lo que está dispuesta a “invertir” la contraparte. (Para un video acerca de negociación y manejo de conflictos: https://www.youtube.com/watch?v=eyl0e7y7yuU).
Todas estas cuestiones parecerían habérseles olvidado especialmente a las autoridades de la Universidad de Guadalajara. Ante las solicitudes de diálogo y el paro iniciado por los estudiantes de la división de estudios históricos y humanos del Centro Universitario de Ciencias Sociales y Humanidades (CUCSH), las autoridades no sólo se han visto tardas en responder, sino que han demostrado que no ven la ocasión como una oportunidad de aprendizaje para los involucrados. Es decir: las autoridades han desaprovechado la oportunidad para conocer en detalle las exigencias, los intereses y las necesidades de los estudiantes que comenzaron ese paro ante la incertidumbre que generó que las autoridades de la UdeG no informaran suficientemente acerca del traslado de la sede ubicada frente a la Escuela Normal para profesores, en la zona centro de Guadalajara, hacia la sede de la zona de Los Belenes, en Zapopan. Resalta que esas autoridades, además de llegar tarde a las citas planteadas por los estudiantes, al menos una vez llegaron a un espacio diferente de aquel al que estaban citados y hasta simularon reunirse con los solicitantes al considerar intercambiables a unos estudiantes con otros. Si los paristas pedían diálogo, las autoridades dijeron “dialogar” con otros estudiantes en otro lugar y a otras horas. Cuando, al fin acudieron las autoridades, llegaron tarde al espacio al que sí habían sido citadas, pero acabaron por abandonar el diálogo sin lograr los acuerdos explícitos que solicitaban los estudiantes. En un caso reciente, suscitado en la Universidad Nacional Autónoma de Honduras (https://blogs.unah.edu.hn/dircom/autoridades-y-estudiantes-firman-acuerdo-para-iniciar-dialogo-y-reiniciar-actividades-academicas/) los participantes reconocieron el derecho a la manifestación pacífica y establecieron las bases para el diálogo en esa institución específica.
Por otra parte, el Grupo de Diálogo, Minería y Desarrollo Sostenible, de Perú, estableció en 2017 algunas recomendaciones para construir espacios de diálogo (https://www.grupodedialogo.org.pe/wp-content/uploads/2017/04/Guia-Recomendaciones-para-construir-espacios-de-diálogo.pdf) con el apoyo de organizaciones internacionales. Entre lo que quiero destacar de esas recomendaciones se encuentra el reconocimiento de que “los errores que pueden haberse cometido debe ser expuestos como oportunidades de aprendizaje”. Ignorar o despreciar a la contraparte equivale a desaprovechar las oportunidades para aprender, comprender y negociar para llegar a acuerdos.
Jürgen Habermas, quien este 18 de junio de 2023 cumplió 94 años de edad, había sido criticado porque en su obra TEORÍA DE LA ACCIÓN COMUNICATIVA (publicada en alemán en 1981) parecía no considerar suficientemente el grado de poder que tienen los participantes en las negociaciones. De tal modo, negociar implica que hay que reconocer que las partes en diálogo tienen alguna forma de poder. De algún modo, las autoridades de la universidad se inclinan por enfatizar demasiado ese diferencial de poder y, según parece, consideran que son ellos quienes tienen el chirrión por el palito, o llevan la sartén por el mango, pero se olvidan que sin estudiantes la universidad ni puede cumplir su función de docencia ni puede presumir tener excelentes egresados. De algún modo, habría que explicarles a los funcionarios (que se consideran las únicas “autoridades”) que negociar no es lo mismo que terquear y no escuchar a sus interlocutores. ¿Es posible negociar la petición de los estudiantes de que la sede ubicada en Guadalajara siga funcionando, quizá no per saecula saeculorum, pero sí por determinado número de semestres o generaciones? ¿Podrían actualizarse las infraestructuras tanto de la sede en Guadalajara como la sede de Zapopan? La oportunidad de que los docentes de las carreras de filosofía (que es parte de esa división particular en cuyas carreras están inscritos los estudiantes paristas) o los docentes de la carrera de derecho (que es parte del CUCSH) practiquen sus habilidades de argumentación y negociación frente a los estudiantes que están en formación para convertirse en expertos en negociar y argumentar, sigue a la vista. Que los funcionarios del CUCSH prefieran suponer que los estudiantes no tienen poder y que finalmente se hará lo que decidan ellos, en realidad les quita una buena parte de su AUTORIDAD, entendida como COMPETENCIA para enseñar habilidades de negociación.
De cualquier modo, hasta el momento no han entrado ni al diálogo ni a la negociación todos los posibles involucrados, pues falta saber qué intereses, recursos y compromisos están dispuestos a asumir los DOCENTES, los TRABAJADORES ADMINISTRATIVOS y también los PADRES DE FAMILIA, que no sólo tienen a sus hijos en los planteles de la Universidad, sino que son quienes pagan los impuestos que sostienen al Alma Mater de buena parte de los jaliscienses. En todo caso, los funcionarios tendrán que hacer conciencia de que la universidad de los jaliscienses no es su patrimonio. ¿Podrían los estudiantes, los docentes y los padres de familia llegar a acuerdos sin incluir a los funcionarios que han evadido la negociación al abandonar en días recientes el diálogo con los estudiantes?
*Doctor en Ciencias Sociales. Profesor del departamento de sociología. Universidad de Guadalajara.[email protected]