La medicina tradicional. Mary Chuy Patricio Martínez
Víctor Manuel Ponce Grima*
(Notas tomadas por quien escribe y como toda nota de una plática, está sujetada a la interpretación y por tanto a sesgos o errores).
Marychuy participó este lunes 24 de octubre en un evento organizado por la UACI (Unidad de Apoyo a las Comunidades Indígenas) y el CUCEA. Fue un evento emotivo para mí, porque tenía frente a mí a una gran mujer indígena, a quien habría que escuchar desde el remanso y el sosiego. Como sabemos fue elegida por el Congreso Nacional Indígena como vocera representante indígena para las Elecciones federales de 2018. Nació en la comunidad Nahua en Tuxpan, Jalisco, el 23 de diciembre de 1963.
El tema del encuentro fue en torno a su experiencia con las medicinas tradicionales. Nos platicó de cómo, desde pequeña las mujeres mayores y, sobre todo, su abuela curaban a los enfermos con medicinas tradicionales, las plantas que la tierra produce. Lo que marcó la vida de Marychuy ocurrió en 1987 cuando su mamá se enfermó y perdió su movilidad. Después de tres años de tratamientos con médicos especialistas, su mamá seguía sin poder caminar. Ella se hizo cargo de su mamá. Nos platicó que prácticamente se encerró durante tres meses con su mamá, empleando diversas plantas y otras prácticas naturistas, hasta que se recuperó completamente. Después de esos tres meses su mamá juntó a toda la familia para darles la noticia. Todos creían que era para informarles que se iba a morir y querían saber “lo que le tocaba a cada uno”. Les dijo ¡ya puedo caminar!, y frente a todos caminó.
Ese acontecimiento marcó la vida de Marychuy. Empezaron a llegar enfermos de la comunidad para que los curara. En la medida de que se corría la voz de que curaba a las personas enfermas, acudía gente incluso de otras comunidades. Con el tiempo tomó más experiencia y sabiduría. Visitó otras comunidades para compartir la sabiduría ancestral con los curanderos de otros pueblos indígenas.
Lo que llamó la atención es cómo concibe Marychuy el tratamiento de las enfermedades. Estos males no se tratan de manera individuales, sino que involucra a la familia y la comunidad. Implica compromiso de los cercanos para ayudar a quien esté enfermo. Por ejemplo, como cuando ella se encerró con su mamá para cuidarla y ayudarle a sanar. Se dedicó en cuerpo y alma a curarla.
Las enfermedades no son tampoco individuales, sino colectivas. Cuando alguien se enferma es que hay un problema familiar y comunitario que debe ser atendido. Las enfermedades están aumentando por los problemas que afectan a la comunidad, como la contaminación, el calentamiento global, la desintegración familiar, la corrupción del gobierno y el crimen organizado. Todo esto está dañando la vida de las comunidades que no sólo destruye las tierras y el agua por la contaminación y los desechos que arrojan las empresas mineras, por ejemplo.
Las enfermedades están afectando a muchas personas. Va a llegar el día en que no van a alcanzar los hospitales para sanar a todos.
Ella cree que hay más enfermedades en la ciudad que en el campo, porque en la ciudad la gente, al vivir más de prisa, está llena de estrés, se alimenta de lo que encuentra al paso, comida chatarra llena de químicos que dañan al organismo. También la gente de la ciudad no está acostumbrada a hacer ejercicio. La vida es diferente en el campo, pues éstas comen de lo que da la tierra y caminan mucho. Viven sin estrés.
Por eso, Marychuy hace un llamado a luchar para conservar la tierra, el agua y los bosques. Las comunidades deben organizarse para impedir que las empresas, o quien sea, tale árboles, contamine el agua o el aire, o afecte los lazos de la comunidad. Comparte que cuando era chica su abuela la decía “cuida el agua, porque si nos la acabamos, nos la van a querer vender en envases”. Dice que nunca pensó que eso fuera a ocurrir, porque el agua corre libre, y ahora la gente se está acostumbrando a comprar agua embotellada. Lo mismo está ocurriendo con las verduras enlatadas. La tierra nos regala calabazas, zanahorias… y ahora se consumen enlatadas. Eso no ocurre en su comunidad. Tienen pequeñas huertas y consumen lo que la tierra les regala.
Debemos luchar, aunque sea para pequeñas cosas, defender un árbol o un pequeño arrollo. De poco a poquito, como podamos, pero nunca dejar de luchar. Sugiere que la lucha sea en lo que podamos, de a poquito, para no enfermarnos.
Piensa que, así como las enfermedades son producto de la enfermedad de la comunidad, también la curación debe ser integral. El que está enfermo, se alivia si toma las plantas adecuadas, pero también si cambia sus hábitos, si se alimenta mejor y hace ejercicio. Pero también la familia y la comunidad conviene que se involucren, por ejemplo, comer lo mismo que el enfermo, para no ponerle malas tentaciones.
A lo largo de la charla compartió algunas alternativas naturistas, (disculpen que aquí mis notas son más dispersas e incluso erróneas), pero de lo que recuerdo: el enhebro y la hachalalaca son buenos antibióticos. Para tratar el cáncer de próstata sugiere tomar infusiones de cuerno de chivo y la gobernadora. Recomienda que todos los días se laven los genitales por cinco minutos, pero con agua fría porque esto ayuda a desinflamar las vías urinarias.
Para apoyar en el tratamiento del deterioro cognitivo de los adultos mayores, señala que esos problemas suelen originarse en problemas circulatorios. Por eso deben de caminar, lo que puedan, pero que no dejen de moverse. Además, sugiere que su alimentación se incluya licuados de almendra, polen, levadura y avena.
Para tratar a las personas con problemas con el alcohol, debe ayudarse a sanar el hígado, el sistema digestivo y los nervios. Es más difícil tratar a los jóvenes que están metidos en las drogas, se puede, pero es más difícil, porque además a los dueños del negocio no les conviene su tratamiento. Al revés, quieren más consumidores. Ellos nos están ganando a los jóvenes.
Finalmente, creo que conviene enfatizar algunas ideas: 1) la confianza y el poder de la sabiduría ancestral, como las medicinas tradicionales, que va pasando de las abuelas a las hijas y nietas; 2) la importancia de la defensa de la vida en comunidad y del territorio donde se reproduce la vida; y 3) que nos toca defender la vida, defender los bosques, el territorio y el agua.
Como decía su abuela, el día en que se tale el último árbol, ese día morirá el último hombre en el planeta.
*Doctor en educación. Coordinador de investigación del ISIDM y académico del CUCSH. [email protected]
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Que bien mi estimado Victor que las torres de la academia no te han obstruido la sensibilidad
Los saberes ancestrales y lo simple y natural siguen siendo espacios de la vida real que tienen mucho que enseñar
Enhorabuena por ese encuentro y por compartirlo con nosotros
Un abrazo fraternal para ti
Mi estimado amigo Victor Ponce Grima:
Apenas ayer disfrutaba tu artículo
y hoy me entero, por nuestro mutuo amigo Miguel Ángel Pérez Reynoso, de tu inesperada partida.
Mis condolencias para tu familia y para los muchos que te apreciábamos.
Me quedo con el recuerdo de tu vitalidad y entusiasmo desbordados y, sobre todo con la calidad humana que irradiabas.
Extrañaremos mucho a Vic (como solía decirle yo). Incansable promotor de la investigación educativa, amable amigo e interlocutor. Nos deja su ejemplo, como académico y como humano sensible. Hasta siempre, querido amigo.
Mi muy querido y amado hermano, el mayor de nueve, el líder, el maestro, el anfitrión, el que nos hacía reír a carcajadas, el que tocaba su guitarra y nos cantaba en las reuniones familiares, te vamos a extrañar querido hermano, nos dejaste un gran ejemplo de superación a todos tus hermanos, mi padre decía que tú tenías muchas cualidades, coincido con el, gracias a Dios por haber tenido un hermano como tu, siempre vas a estar con nosotros.