Tensiones en los diseños curriculares
Carlos Arturo Espadas Interián*
El diseño curricular como campo de tensiones resulta de los grupos de poder al interior de las instituciones que lo realizan, de forma tal que refleja en su orientación específica, la naturaleza del grupo o de los grupos que orientan el trabajo al interior de las instituciones.
Un diseño curricular equilibrado será resultado de un trabajo colaborativo o, en su caso, de acuerdos de diversos procesos que refieran de alguna manera, entendimiento entre los representantes de los distintos campos del conocimiento humano directamente relacionados con la formación del perfil profesional en cuestión o en su caso de los grupos de poder.
Las tendencias propias de los avances del conocimiento humano que imprimen orientaciones muy específicas en los diseños, también deben ser considerados. En ocasiones esta dimensión se funde con el entorno y propicia que sea invisibilizado, por ello se escapa y se pierde con la o las tendencias de un momento histórico específico.
Esos entornos no resultan de forma accidental ni son neutrales, se construyen a partir de líneas que responden a dimensiones abstracto-concretas (ideológicas y demás) derivadas de políticas internacionales, de bloque y nacionales; mismas que son alimentadas en proyectos específicos que recuperan necesidades, áreas y visiones muy concretas, que se afinan en convenios, acuerdos, compromisos, financiamientos, procesos de capacitación y demás.
Pongamos un ejemplo de nuestra área: en la formación profesoral hay etapas donde ha predominado una orientación sociológica o psicológica o filosófica o instrumental o… es decir, las tendencias que configuran nuestra profesión varían en función de dinámicas institucionales-nacionales-internacionales.
Aunado a ello, podemos decir que, a lo largo del tiempo se han recuperado en los diseños, en un primer momento lo ambiental, posteriormente la inclusión y en nuestros días la cuestión de género como elementos transversales y en ocasiones ocupando un espacio curricular específico.
De esta forma, se podrían enlistar que a la par de las negociaciones de los grupos de poder al interior de las instituciones en los equipos o del equipo que realiza el diseño, incluso antes de conformar el equipo como tal, se suman otras tensiones como: la línea, vocación o visión institucional –tanto la concreta como la normativa–; las tendencias nacionales –reflejadas en políticas, compromisos y orientaciones–, de bloque e internacionales.
Es necesario mencionar que estas orientaciones, además de permear los marcos jurídico-normativos, se consolidan en sistemas culturales que sirven de plataforma de referencia para la construcción y por ello pueden pasar desapercibidos para quienes los retoman de forma natural del entorno en una dinámica que pudiera resultar inercial y los decanta en los diseños curriculares.
Resumiendo: los terrenos desde donde se configuran los diseños, desde las tensiones que además de resultar de los marcos normativos e instrumentales propios, emanan de las características institucionales –con todas su particularidades y dinámicas–, avances y orientaciones en los campos del conocimiento humano, tendencias nacionales, de bloque e internacionales que forman unos de los factores que configuran la cultura. Todo ello enmarcado en un momento histórico específico.
Al realizar un diseño curricular sería recomendable explicitar cada aspecto citado, para lograr detectar hacia dónde se construyen los perfiles profesionales, que al final de cuentas, son perfiles que conforman la dimensión humana de todos aquellos que se inscriben en los programas educativos.
*Profesor–investigador de la Universidad Pedagógica Nacional Unidad 113 de León, Gto. [email protected]