Imagina que eres capaz de imaginar

 In S. Lizette Ramos de Robles

S. Lizette Ramos de Robles*

Dentro de las facultades del ser humano, la imaginación ha cobrado un papel trascendental en el desarrollo de las distintas disciplinas. De manera general ésta ha sido definida como: a) facultad de representarse mentalmente objetos, personas, situaciones no presentes en la realidad; b) aprensión falsa o juicio de algo que no hay en realidad o no tiene fundamento; c) facilidad para formar nuevas ideas, nuevos proyectos y, d) facultad sensible o sentido interno capaz de reproducir sensaciones o percepciones en ausencia de sus estímulos. Dentro de estas acepciones nuestro interés consiste en destacar aquellas que plantean la relación entre la capacidad de imaginar y la creatividad.
Dentro de las funciones del cerebro encontramos por una parte, aquellas que reproducen, es decir, las que nos permiten conservar o memorizar experiencias vividas y facilitan su reiteración y, por otra, las funciones creadoras o combinatorias asociadas a la imaginación y que permiten construir nuevos escenarios posibles. Estas últimas son las que permiten el proceso creador, el cual no parte de la nada sino que retoma experiencias previas y las combina con nuevas formas: la fantasía se construye siempre con materiales tomados del mundo real, lo que se ve y se oye, se va acumulando y se usa posteriormente para la creación.
Sólo el hombre es capaz de capaz de imaginar lo que no ha visto, de superar su experiencia directa e imaginar lo que no experimentó personal y directamente, de romper los límites espaciales y temporales para proyectarse hacia el futuro y transformar su presente. Todos los objetos de la vida cotidiana, sin excluir los más simples y ordinarios, son producto de la imaginación cristalizada. No obstante la imaginación debe encontrar situaciones que la propicien y la incentiven, de lo contrario ésta puede desaparecer.
La educación tiene un papel fundamental en el desarrollo de la capacidad de imaginar y crear, por ejemplo, si reconocemos que los procesos educativos propician situaciones donde se promueve la libertad de expresión, permiten y analizan los errores, estimulan la construcción de ideas por disparatadas que parezcan, plantean problemas reales y buscan soluciones en conjunto, permiten proponer formas diferentes en la solución de problemas, incitan la elaboración de historias, entre otras cosas; entonces estaremos reconociendo que la educación está a favor de la imaginación y la creación, pero si este tipo de procesos son identificados como no propicios, erróneos o bien, como indisciplina entonces será la educación un peligro para la imaginación.
Más trascendental resulta la labor educativa al reconocer que es en la infancia donde el ser humano es más imaginativo, por lo tanto si la educación no estimula esta potencialidad desde los primeros años, después podrá ser demasiado tarde. Sólo las culturas que han reconocido el valor de la imaginación han logrado los avances tanto en la ciencia como en la tecnología y las artes, el resto sólo son culturas subsidiarias y reprodutoras. ¿Será acaso este elemento uno más que explique el por qué de la fuga de cerebros y genios en México? Bien diría Octavio Paz: “La imaginación en libertad transforma al mundo y hecha a volar las cosas.”

*Profesora-investigadora del CUCBA de la UdeG. [email protected]

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