Nueva Escuela Mexicana, ¿mexicana?
Jaime Navarro Saras*
En la vida hay cosas que caminan al ritmo que le imponen las personas, las instituciones y la sociedad, mientras todo esté en calma y armonía la vida se torna apacible y, hasta monótona, en cambio, cuando se rompen las estructuras y esa paz es trastornada por agentes internos o externos al entorno, entonces surge la necesidad de remediar las cosas, regularmente se suele recurrir a experiencias del pasado o a modelos de vida de otros lugares, las más de las veces de contextos, historia, cultura, educación y economía diametralmente opuestos al territorio a intervenir.
Dadas las cosas, nuestro país no es la excepción en cuanto a experiencias para cambiar y modificar las condiciones de la realidad, lamentablemente la historia nos ha enseñado que en cada sexenio o periodo de gobierno se impone un estilo y justo cuando éste termina, por obvias y naturales razones la propuesta se viene abajo y, por desgracia o fortuna, lo andado termina para siempre, independientemente si fue benéfico o perjudicial para el bien común.
El tema educativo es, con mucho, el asunto más manoseado y, hasta pervertido, por los gobiernos de Palacio Nacional, tan sólo en las últimas 5 décadas, desde la aparición de la reforma educativa con Luis Echeverría en la presidencia y Víctor Bravo Ahuja como secretario de educación, hasta la propuesta reciente de Andrés Manuel López Obrador y Esteban Moctezuma: la Nueva Escuela Mexicana (amén de otras iniciativas como la revolución educativa de Jesús Silva Herzog, la modernización educativa de Salinas de Gortari, la alianza educativa de Fox-Elba Esther y la reforma educativa de Peña Nieto, por citar las más significativas), la educación pública y los maestros han sido movido de arriba hacia abajo, generando con ello una cultura magisterial sin identidad, pasiva y acrítica, con escasos saberes pedagógicos sólidos, a veces confusos, y con una actitud de inmadurez que los ha incapacitado para defender su tarea en las aulas.
Ante un peso histórico como éste, hablar de una Nueva Escuela Mexicana nos remite a un escenario pantanoso y poco claro, debido a que, pensar en una pedagogía mexicana es algo bastante incierto porque los maestros en México han sido llevados de una teoría a otra sin más y con razones poco sólidas, en su diccionario de conceptos aparecen múltiples teorías, lo mismo el conductismo, que lo sociocultural, pasando sin rubor hacia el humanismo, lo cognitivo, el constructivismo, etcétera, etcétera.
Ante ello me surgen las siguientes preguntas para poder debatir: ¿qué les ha quedado de todo lo aprendido a lo largo de los años?, ¿con qué bases pedagógicas se mueven en la actualidad?, ¿cómo se puede construir lo mexicano ante tantas ideas emanadas de organismos internacionales como la OCDE?, ¿de dónde deberá surgir la Nueva Escuela y la pedagogía mexicana?, pero bueno, como dijera un viejo conocido de la Normal superior: sueños guajiros.
Desde México y salvo el modelo de la escuela rural mexicana de inicios del siglo XX, pocas experiencias han sido ejemplos pedagógicamente hablando para el mundo, sin embargo, y sólo para citar un ejemplo de lo que se pretende con la Nueva Escuela Mexicana, en 1923, justo en pleno movimiento Vascocelista, un personaje de apellidos no comunes en nuestro país, Adolfo Best Mougard, conocido como Fito Best, surgido de una familia de corte porfirista, adinerada y llena de relaciones, publica el libro “Método de dibujo: tradición, resurgimiento y evolución del arte mexicano”, en el cual propone una teoría basada siete lineas primarias (originadas del arte precolombino) para construir cualquier forma de la naturateza, con esta idea se trabajó en las escuelas primarias y Normales desde 1918 para inculcar en los estudiantes y profesores el arte mexicano, sin embargo, su enseñanza en las escuelas públicas fue suprimida en 1925 quedando dicha idea (que pretendía encontrar leyes universales), en el olvido y sólo como material ocasional para el diseño gráfico, cabe señalar que el método Best si influyó de manera importante en la obra de artistas plásticos como Frida Kalho y Manuel Rodríguez Lozano, entre otros.
En fin, la tarea para construir una Nueva Escuela Mexicana no será (si es que lo es) un proceso fácil, de lo rescatable (hasta ahora) es la propuesta que pretende incluir a todos los involucrados para su construcción, esperamos, de preferencia, lejos de los lineamientos de la OCDE y de las suposiciones educativas de instancias como Mexicanos Primero, por lo cual, la verdad irá apareciendo conforme se vaya terminado el sexenio, si ello resulta sólido entonces habrá que aplaudir, de otra manera, sólo será una historia más de las dinámicas sexenales del gobierno que tenemos los mexicanos y en su momento lo señalaremos.
*Editor de la revista Educ@rnos. jaimenavs@hotmail.com