No son los únicos inconformes
Luis Rodolfo Morán Quiroz*
Tras el reciente anuncio del aumento a la tarifa del transporte público, algunos estudiantes se manifestaron al estilo “pues me salto”, es decir, omitieron el pago del pasaje en el tren ligero de Guadalajara. Fueron perseguidos, jaloneados, golpeados y detenidos por la policía estatal, ante las miradas de muchos otros usuarios del tren. Además de las críticas al gobernador de Jalisco por lo desmedido de la reacción, surgieron las críticas a los pasajeros del tren, que no hicieron algo a favor de los estudiantes. Sus miradas no pueden calificarse de “impávidas” sino, probablemente de “apanicadas”. Los otros usuarios del transporte público metropolitano saben que la policía podría golpearlos también sin que por ello disminuyera la represión contra los jóvenes.
Los estudiantes no son los únicos inconformes con el aumento a la tarifa del transporte público. Muchos usuarios del pasado han dejado de usar el transporte público precisamente porque están inconformes con las condiciones en las que se da. Quienes tienen otras opciones, como taxi, uber, bicicleta, caminar, endeudarse para conseguir un vehículo, no son indiferentes a las condiciones del transporte público en esta ciudad. Y es muy probable que hayan recurrido a las alternativas por no estar conformes.
Una vez más, han sido los estudiantes los que se han atrevido a manifestarse y los que han sido atacados por los uniformados. Quizá porque la Universidad de Guadalajara está en periodo vacacional y no tienen la misma presión de llegar a sus trabajos y clases que cuando es periodo lectivo, estos estudiantes se manifestaron de ese modo y arriesgaron su tiempo e integridad física, en contraste con otros usuarios jóvenes o mayores, presionados por llegar a sus trabajos o regresar a sus hogares en el tiempo que se vuelve tan escaso después de gastarlo en esperar y transportarse en tan mal servicio colectivo. Los estudiantes no son los únicos inconformes, pues no son los únicos a los que les afectan las condiciones del transporte, ni de la economía local y nacional. Aunque sí han sido quienes han tenido el ánimo y la idea de que este aumento en la tarifa del transporte público es una medida recaudatoria más, que servirá, no para mejorar el servicio (como se anuncia en spots de radio), sino para mantener los altos salarios de funcionarios que se sirven de un transporte que debería ser un servicio público en vez de un negocio privado.
Es probable que sean ellos quienes logren manifestarse de formas creativas para mejorar, en el mediano o el largo plazo, las condiciones y los precios del transporte en la ciudad. No son los únicos que refunfuñas, pero sí quienes se han atrevido a ponerse al frente y a arriesgar su integridad por defender, en una instancia más, un servicio que es cada vez más caro y que se convierte, en muchas instancias, en un obstáculo (o, al menos, en una notable demora) para estudiantes y trabajadores. Desafortunadamente, muchos de estos mismos estudiantes aspirarán después a tener transporte privado para desempeñarse como profesionistas, tras la represión y la falta de resultados ante sus impulsos por cambiar el orden de cosas en la ciudad y en la sociedad en la que viven. Tildar de “revoltosos” a los estudiantes es una manera perversa de responsabilizarlos del futuro, descalificando sus propuestas de actuación en el presente.
*Doctor en Ciencias Sociales. Profesor del Departamento de Sociología del CUCSH de la UdeG. [email protected]