De excelencia educativa e innovación

 en Rubén Zatarain

Rubén Zatarain Mendoza*

En los proyectos educativos nacional y estatal el debate de ideas pedagógicas es insuficiente.
El debate de la Cuarta transformación y la Refundación han sido ricos en el plano político y en la reaparición de los grupos tradicionales que hacen valer su opinión en la calle y en las negociaciones institucionales.
Las variables políticas priman y se hacen manifiestas en el discurso de los funcionarios y mandos medios, la academia está detenida, la administración no está teniendo capacidad prospectiva de soluciones, la inmediatez y la solución provisional son un claro ejemplo de estos días.
Como ejemplo se pueden citar lo relativo a la tardía y baja de calidad del fichero de la séptima sesión ordinaria del Consejo Técnico Escolar. Literalmente se declara el cierre anticipado de un ciclo escolar que dio tumbos en las barandas de las autoridades nacionales y estatales con ideas desarticuladas sobrevivientes del sexenio anterior. Otro ejemplo son los ascensos, listas de prelación, las convocatorias y adendums casi inmediatos, los cambios y las cadenas y sus criterios legitimadores de la antigüedad en el servicio, la omnipresencia del FONE y asuntos como los pagos en zona económica, las educadoras de Alternativas, entre otros.
La integración de los equipos bajo criterios de solvencia mínima para garantizar por lo menos la inercia de las cosas como se venían haciendo y en algunos casos ajenos a perfiles de competencia, ilustra un largo primer tramo de aprendizaje por ensayo y error; pero también ilustra que los centros de toma de decisiones han migrado del sector y se ha abierto una brecha entre quienes hacen servicio educativo como maestros y quienes hacen administración de recursos humanos, nómina, recursos materiales y financieros desde una visión de contraloría, visión jurídica o de miopía administrativista.
En estas líneas planteó la reflexión en dos vías de análisis bifronte, EXCELENCIA como una de las ideas del proyecto educativo nacional e INNOVACIÓN, como un concepto estelar del proyecto educativo estatal.

1. El concepto de excelencia sospechosamente presente en el proyecto de reforma del Artículo Tercero constitucional es un ejemplo de como el discurso salinista de los noventas es una de las ideas tercas que resiste a fenecer. Cuando entonces la propaganda oficial nos hizo creer en que íbamos al primer mundo, la retórica sobre la excelencia se tornó manifiesta y recurrente. Ideologías neoliberales en mentalidades alienadas

El sistema educativo nacional, antes que utopías requiere de un profundo conocimiento de las variables, los factores y la problemática.
La excelencia es un discurso desarrollista humano que vende bien en el mundo financiero y gerencial, pero que habría que filtrar en un sistema educativo nacional de misión social y cultivo de esperanza en donde el promedio de eficiencia es cercano al 4/10, si nos atenemos a las tendencias de los resultados de exámenes de conocimientos del alumnado; esto es, al sistema educativo nacional le sobrevive la insuficiencia en los sectores sociales pobres.
La excelencia, que dio muchos aplausos a Miguel Ángel Cornejo para marear vendedores, ha sido criticada de manera muy certera en el ámbito de los ensayos del tema educativo realizado por Pablo Latapí Sarre en los noventas.
Pensar en alumnos de excelencia puede parecer válido y puede justificar todo un sistema basado en las inequidades (véanse autores como Juan Prawda), puede llevarnos a la falsa idea de que como hay alumnos que destacan ocasionalmente en las olimpiadas de matemáticas, robomática o ciencias el sistema se autorrealiza y entonces todos los alumnos pueden hacerlo.
La investigación educativa es consistente en darle a las familias y a los contextos parte del crédito en los resultados sobresalientes del alumno cuando estos suceden.
La escuela pública mexicana tiene que renovar referentes en materia de ideas pedagógicas y aprovechar circularmente las fuentes formativas del educando.
La excelencia entonces puede obnubilar la mirada y direccionar equivocadamente la propuesta curricular, puede dar una falsa idea de la evaluación del aprendizaje y asumir que este depende de voluntades individuales.
La excelencia es una noción política que legitima la exclusión. Tenemos que pensar en conceptos distintos y tal vez hacer una urgente renovación discursiva, de ideas y de prácticas.
La excelencia, para el promedio de alumnos es una utopía, dados sus déficits y las condiciones materiales de inequidades. Mejorar la educación de las masas con capitales culturales en emergencia, he ahí el reto para el sistema.
La excelencia es también una máscara que se ponen fácilmente los beneficiados, es una utopía que no puede convertirse en falsos espejitos de colores en los lentes de los educadores que obnubilan la mirada y la percepción de una posmodernidad educativa que ve transitar el reloj en una desesperante ausencia de transformación.

2. El tema de la innovación es otro canto de sirenas al que se acude para justificar el cambio gatopardesco.

En vacaciones de abril, que bueno que sucedieron cosas como Talent Land y que se organizaron encuentros de sector de educación primaria con motivadores profesionales hipnotizadores que se creen Einstein.
Que bueno que suceden cosas en mayo en perspectiva de las comunidades de aprendizaje, con una conferencia rica en metáforas de cerdos y vacas y talleres de acercamiento socioemocional para principiantes.
No, es claro que con creencias en temas como Programación Neurolingüística, motivadores a contrato y otras liviandades no se puede formar con calidad al magisterio.
Es claro que acudir a motivadores y animadores como solución ilustran el subdesarrollo y el patético nivel de pseudociencia en el que deviene el pensamiento de algunos hacedores de la gestión.
Eso no es innovación de ideas, como jamás va a ser innovación de prácticas la incorporación de tecnologías y de colonización de naturales por el maquinismo.
¿Qué queremos innovar?
¿En qué horizonte de cambio?
Las ideas fuerza no se dan a luz en focus group de los sobrevivientes del holocausto reformista, ni en reuniones a modo con padres de familia de sempieternos líderes estatales que no representan nada y que tienen como fin político legitimar y hacer una aritmética teatral de suma de voluntades.
No, las ideas fuerza no se incuban de manera vertical ni por aplausos de bendecidos por el cambio democrático, que asisten al banquete y a los pedacitos del pastel del cambio llamado ciudadano que nos hemos dado.
La innovación debe tener claro en dónde estamos. Como ejemplo baste decir que en el terreno politiquero en el que se ha convertido la educación básica en los foros, hay ausencia de evidencia empírica, no sabemos dónde estamos y por omisión de quien ha sucedido el lamentable estado de cosas, de inmovilidad y de ayuno de dirección.
Después de la noche reformista Peñista-Nuñista-Ayonista el recuento de daños se ha dado a cuentagotas, no se han dimensionado los retrocesos, las concertacesiones y los obligados silencios.
Por eso tal vez sigamos esperando la recreación del sector.
La innovación debe tener claro también donde deberíamos estar. La Publicación del Plan Nacional de Desarrollo da un poco de luces al respecto de los objetivos hacia dónde se orientará el sistema.
Si no hubo un profundo diagnóstico, los objetivos entonces corren el riesgo de ser fantasmagóricos, utópicos, demagógicos como la obligatoriedad de los niveles inicial y de educación superior.
Innovar es también reingeniería y simplificación administrativa, pero tal vez debería ser regresar el empoderamiento a los docentes y no considerar bajo la cortina de humo de la eficacia y la eficiencia la postergación de debates urgentes de temas de dimensión pedagógica.

*Doctor en educación. Supervisor de Educación Secundaria del sistema federalizado. [email protected]

Escriba su búsqueda y presione ENTER para buscar