Paternidad presencial

 en Rubén Zatarain

Rubén Zatarain Mendoza*

La totalidad de hombres y mujeres hemos vivido una práctica de paternidad única y formativa.
Desde la primera conciencia hasta la adultez mayor la presencia real o imaginaria de la figura paterna es una constante.
La relación con el padre marca la impronta del género y moldea personalidad, temperamento y muchas veces gustos y vocación.
Generacionalmente las prácticas de paternidad consciente o inconscientemente reproducen un patrón de valores, como un paquete heredado que incorpora concepciones y creencias de cada época.
Las sociedades no son estáticas, el cambio y la innovación en materia social aunque lento, es una constante, las formas como se hace paternidad y se es padre también se ajustan y se transforman.
Cada generación a través de hijos e hijas también resisten y recrean, se acomodan a sus propios tiempos y a la propia dinámica de relación social que impone cada medio, cada estrato económico, cada contexto.
Sin homenajes grandes como acontecen en la coyuntura del 10 de mayo, el día del padre es objeto de celebración en las instituciones escolares.
Si bien, han pasado algunas horas de la celebración de un día del padre más y los asadores se han enfriado y arrumbado, después del 16 de junio, en este cuarto intermedio de evaluación formativa de trabajos que mantiene ocupados a los educandos que cursan preescolar, primaria o secundaria; en algunas prácticas docentes hay lugar para fortalecer valores como el respeto y el amor al padre o tutor.
Ama a tu padre. Es un principio también laico que se promueve en las escuelas.
Cartas, poemas y cuentos, composiciones y pinturas manifiestan la riqueza de sentimientos sobre la figura paterna a través de la palabra, el dibujo o la imagen.
No en todos los casos hay presencia, compromiso y apoyo de los padres de familia. En algunos casos hay figuras sustitutas o ausencias por distintas causas parcialmente asimiladas.
No es posible idealizar la figura paterna en entornos privados de los satisfactores elementales, hay una realidad social que en fechas festivas como la señalada del día del padre permite un acercamiento mayor a la parte socioemocional de nuestros alumnos.
Algunos maestros y maestras proponen tareas de redacción o diseño o suscitan proyectos formativos de expresión artística.
Parte de los proyectos comunitarios de aprendizaje es fortalecer el vínculo y cultivar las buenas relaciones en la familia.
El padre es también sujeto y tema afectivo, es también sensibilidad en el corazón de los escolares.
Maestras y maestros abonan a la cohesión social a la misión educativa corresponsable al favorecer el encuentro entre padres e hijos.
La muerte del padre en el inconsciente freudiano es metafórica en el sentido del relevo generacional y de la construcción de la libertad y del propio ser.
El padre es una figura amada en lo general, aunque la emancipación y reafirmación del sujeto en ciclos como el de educación secundaria implica rebelarse ante su autoridad.
Las múltiples paternidades y las variadas formas en las que se hace práctica del amor, práctica de la autoridad y disciplina en el seno de los hogares.
La presencia o ausencia del padre en el seno del hogar como variable relacionada con el sano desarrollo emocional de los menores de edad.
Hay mucho por conocer y sistematizar en esta materia, porque aunque a través de recursos intermitentes como Recrea Familia en esta gestión, o escuela de padres en administraciones pasadas, hay una burocracia en el paradigma psicologista incapaz de interpretar las coordenadas de la paternidad entre las familias trabajadoras, cuyo escenario económico es la línea del salario mínimo o de subsistencia; miran a través de sus lentes urbanos y de desarrollo humano teorizado una especie de tipo ideal de padre inexistente en las realidades y comunidades rurales y semiurbanas.
La presencia o ausencia del padre no es un tema volitivo en muchos contextos familiares. La antítesis formativa de algunas biografías de padres amantes del fútbol y las bebidas etílicas no define todas las paternidades.
Las condiciones socioeconómicas empujan la emigración de la fuerza de trabajo o imponen cargas horarias que generan el descuido de la misión nutricia y educadora del padre de familia.
El agotamiento físico de la clase trabajadora y la necesidad de catarsis y reinstalación personal riñen con el tiempo necesario para educar la familia.
El día del padre es la celebración de la figura amorosa y educadora, ideal, del buen padre, que bueno que así sea porque si los hay.
Pero también está el lado oscuro de la luna en materia de paternidades, específicamente cuando el abandono o la irresponsabilidad son las características de la relación humana y la comunicación en el hogar.
La escuela a través de la formación socioemocional de los niños, niñas y adolescentes algo puede hacer para construir el puente relacional entre padres de hijos.
La escuela está también ante la disyuntiva de convocar a los padres de familia para corresponsabilizarse y acompañar los procesos formativos, para prodigar un poco de tiempo presencial y hablar de los sueños y expectativas de los menores de edad.
Los padres de familia son personajes centrales en la biografía de los hijos e hijas.
A través de ellos la comunicación asertiva y el sentido de valía y autoconcepto. A través de ellos la socialización y adquisición de valores como la laboriosidad y el sentido de pertenencia familiar y comunitario.
Si hay padres presentes y participativos, la escuela puede ser más eficaz en sus tareas y misión formativa.
Si el escenario es de padres ausentes, el esfuerzo de educar se complejiza.
En estos días de padres celebrados y celebrantes enhorabuena para quienes hacen paternidad presencial y asumen el reto de acompañar y edificar a sus pequeños escolares.

*Doctor en educación. Profesor normalista de educación básica. zatarainr@hotmail.com

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