Zum Kinder ein Beispiel

 en Rodolfo Morán Quiroz

Luis Rodolfo Morán Quiroz*

Seguramente estamos bastante familiarizados con uno de los términos de esta advertencia que cuelga de los semáforos peatonales en algunas ciudades alemanas. Si el peatón adulto que se dispone a desobedecer la luz roja acata la prescripción de “(ser) un ejemplo para los niños” es más probable que prolongue la espera unos segundos más, hasta que aparezca la luz verde del semáforo. Relativizar el valor de los colores del semáforo según la prisa que lleven los peatones, la velocidad de los vehículos que se aproximan o la cantidad de bicicletas y vehículos que circulan por la calle que el peatón está por atravesar no es el mejor ejemplo para niños que aprenden del valor de las reglas.
El término “Kinder” es tan cercano a nuestros lenguajes escolares que la traducción hasta sale sobrando. Alguna vez, al ir a buscar a una amiga educadora a la salida de su trabajo, pregunté a un transeúnte si sabía en dónde estaba el jardín de niños de esa colonia. Muy seguro, el buen hombre me respondió que eso no había en esos rumbos: “por aquí solamente hay un Kindergarten”. Esta institución de educación pre-escolar, que en realidad es una escuela previa a la educación formal, fue establecida por Robert Owen en Escocia (1816), y luego replicada por la condesa Brunsvik en Hungría (1828) y por el pedagogo alemán Federico Fröebel (1837), de quien recibió el nombre que todavía conserva, traducido o no, hasta nuestros días. En México las escuelas de párvulos se establecieron en tiempos porfirianos (1881) y constituyen la entrada a un largo proceso de décadas para muchos de los niños de nuestra época y geografía.
Alrededor de los tres años de edad, niñas y niños comienzan su proceso formal de socialización con niños que muy probablemente no son de su familia, y continúan su proceso de domesticación (según expresa Serrat, “por su bien”) siguiendo estándares de lenguaje y de manejo de cantidades. La idea es habituar a los niños a la información escrita, ya sea con ideas o con cifras, dotarlos de habilidades para lograr autocontrol de sus emociones y sus movimientos corporales, además de enseñarles que existen otros seres humanos aparte de ellos, con sus propias necesidades, deseos y prioridades. De ahí que las educadoras (suele haber más mujeres que hombres en la docencia en esos niveles) hagan sus mejores esfuerzos por ser un constante ejemplo de cómo comportarse con las otras personas, de cualquier edad. Seguramente en el nivel preescolar también llegan los problemas de la vida cotidiana, pero su análisis y tratamiento se convierten en un constante desafío: ¿cómo resolver las situaciones y acontecimientos de la vida como la enfermedad, la muerte, las crisis económicas, las separaciones, los nacimientos, la alimentación, la interacción con otros, compartir los materiales y los espacios de trabajo?
Buena parte de nuestra atención se ha dirigido en estos meses de pandemia a atender a las “poblaciones de riesgo” como los ancianos y personas con padecimientos crónicos, para alejarlas de los posibles contagios. Ello ha significado no sólo el cierre de muchos espacios de interacción y ha limitado las posibilidades escolares de proponer ejemplos a seguir. Lo que ha dejado a las familias y a los niños con una excesiva carga de tensiones derivadas de la prolongada “cuarentena”. Aun cuando ha avanzado la vacunación de una alta proporción de adultos en el mundo (la promesa es alcanzar el 70% antes del 4 de julio en el vecino país del norte), las pruebas de efectividad con los estudiantes de educación básica están todavía en etapas incipientes. Por lo pronto, sólo nos queda dar el ejemplo de sensatez ante la posibilidad de contagios y ante las situaciones de estrés que se han desprendido de los cierres de comercios, parques y escuelas. ¿Qué ejemplos podremos ofrecer a las generaciones jóvenes para reprimir el impulso de cruzar vertiginosos al otro lado de esta coyuntura sanitaria?

*Doctor en Ciencias Sociales. Profesor del Departamento de Sociología del CUCSH de la UdeG. rmoranq@gmail.com

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