Volver a repetir

 en Jorge Valencia Munguía

Jorge Valencia*

Tal vez fue LaVolpe quien popularizó frente a las cámaras la singular frase “te lo vuelvo a repetir…” Se lo dijo a un periodista después de un partido de futbol.
Si “repetir” es decir algo por segunda vez, “volver a repetir” significa decirlo 3 veces.
O el periodista que lo entrevistó lo fastidió hasta el punto de obligar en él el eufemismo o LaVolpe cometió un idiotismo.
Muchos futbolistas utilizan la expresión como un recurso pretensiosamente retórico que, sin embargo, demuestra más una carencia lingüística que una virtud discursiva. Cuando menos, por el acento y el tono con que lo dice, a LaVolpe se le oye bien. Sus imitadores hacen el ridículo.
“Volver a repetir” se aplica bien a enero.
Lo malo de la temporada tiene su origen en la cruda que significa ser echado de una fiesta y poner los pies en la realidad: el trabajo, las deudas, la distancia con personas queridas, la vejez…
Curioso que perteneciendo a una civilización que entiende la historia de manera lineal (todo empieza con el nacimiento y termina con la muerte), midamos los acontecimientos por ciclos. Enero significa volver a empezar. Para bien o para mal, con un año más sobre la espalda. Y con otro aguinaldo desperdiciado.
Retomar el ritmo es la consigna de la primera semana de trabajo. Sueño, hartazgo, dolor de cabeza, algunos kilos de más, redefinición de las relaciones con terceros y la reanudación de los pendientes.
Enero es el mes que más trabajo cuesta, seguramente por su advocación al dios Jano, el de las dos caras. Según Plutarco, esta singularidad representa la dualidad del caos y la civilización. Saturno le concedió esta cualidad para poder ver el pasado y el presente.
Viene bien a enero: el fin del pasado desastroso y el inicio del porvenir ordenado. Con propósitos mejor definidos y un aprendizaje de la vida adquirido de manera empírica, el año comienza como una nueva oportunidad. Lo más difícil es la incertidumbre: descubrir qué nos depara el futuro. Pero qué es la vida al fin si no un continuo desafío: aferrarse, patalear, permanecer… Volver a repetir.
El año vuelve a repetirse, con hastío y esperanza. Como el regalo envuelto de una tía que siempre obsequia calcetines. Esta vez podría ser distinto.

*Director académico del Colegio SuBiré. jvalenci@subire.mx

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