Vacunación

 en Jorge Valencia Munguía

Jorge Valencia*

A regañadientes y con más temores que certezas (al menos con esperanza prudente), los mexicanos acudimos a vacunarnos contra el Covid. No todos… En Zapopan sobraron dosis, como si las personas mayores que se ausentaron demostraran más miedo a la sinceridad de la Secretaría de Salud que a la neumonía atípica.
Se dieron casos de piquetes sin solución que la opinión pública aprovechó para aducir la perversidad del Gobierno. También hubo dos casos registrados de cachirules: jóvenes disfrazados de ancianos que decidieron sortear turno y representar lo más notorio del gandallismo idiosincrático.
De “rockstar” de la salud gobiernista, López Gatell pasó al mentiroso de la 4T. Todas sus predicciones resultaron erráticas. Para rematar, en el punto más álgido de la pandemia se le vio sin cubrebocas y de vacaciones en una playa de Oaxaca. Los mexicanos perdonan la estupidez pero no la traición. Resulta más punible el dios que resultó mortal que el chamuco de la tribu ajena. Ni siquiera el contagio de coronavirus le devolvió la simpatía al galán pandémico, el héroe de la expectación que falló en el cumplimiento de su promesa: el virus nos convirtió en el tercer país más afectado del mundo. La oposición sacó raja para golpear al dirigente más vulnerable del lopezobradorismo. Las camisas de huichol con las que ha ofrecido sus últimas conferencias parecen un intento excesivo por congraciarse con sus antiguos simpatizantes, ahora rencorosos y ardidos. O bien, una moda paliativa de cacique del henequén.
Después de las personas de la tercera edad y los médicos –gremio atendido a medias–, ahora toca el turno de vacunación para los maestros.
Por lo pronto, la Secretaría de Educación actualiza sus registros con las escuelas. Además del magisterio, el personal administrativo y de intendencia requiere la protección para normalizar el servicio.
Como no hay para escoger, los evaluadores profesionales verificarán en carne propia la calidad de Cansino. Irónicamente, el pueblo milenario dogmatizado por Mao prevendrá del contagio a los profesores mexicanos. La ciencia oriental (aparentemente originadora del bicho), pondrá a prueba la funcionalidad de la vacuna en organismos habituados a la tortilla, el chile y la desilusión sistemática. Aún con el 50% de efectividad, es una “chance”, dicen los optimistas. Habrá quien prefiera esperar a la difusión de otra tecnología. La europea. Quizá la propia, representada por “Patria” y apenas en período de prueba con personas.
Los que pueden elegir, acuden a los sobrantes del primer mundo. La vacuna les cuesta el viaje en avión, el alojamiento por unos días y la fila orientada en códigos ajenos y certeza compensatoria.
A trompicones y desconfianza, con desorganización y conveniencia, la vacunación está en marcha. La luz al final del túnel parpadea sus esperanzas como una vela en medio de un ciclón.

*Director académico del Colegio SuBiré. jvalenci@subire.mx

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