¿Vacaciones?

 en Marco Antonio González

Marco Antonio González Villa*

“Me gustaría ser maestro, para tener muchas vacaciones”, esta ha sido una frase que seguramente hemos escuchado más de una vez, pero que cada vez tiene menos sentido, menos peso y menos de realidad para cada docente, casi al punto de volverse un mito.
En el imaginario colectivo, los docentes cuentan con las vacaciones de diciembre, más las que se encuentran entre julio y agosto, aunado a las presentes de Semana Santa, por lo que, aparentemente, sí dan la impresión de ser muchas, pero no lo son en realmente; veamos las razones.
En lo que respecta a diciembre, el receso escolar se encuentra dentro de un ciclo en curso, por lo que no son pocos los y las docentes que, junto con los compromisos familiares, emplean parte de este tiempo para adelantar planeaciones o atender pendientes del trabajo, por lo que se reduce significativamente el tiempo de descanso; cabe resaltar que en los últimos años se han reducido cada vez más los días contemplados para el receso.
En Semana Santa ocurre la misma situación que en diciembre, ya que el receso es también con un curso vigente, por lo que se aprovecha para también atender o adelantar tareas laborales y ya no se aprovecha al máximo el tiempo.
Entre julio y agosto, son varios los estados, el Estado de México por ejemplo, que han disminuido el número de días de receso, enfatizando que no son vacaciones y que, por tanto, se les puede mandar llamar en cualquier momento a cada docente. De esta manera, observamos que hablar de vacaciones es cada vez más difícil.
Lejos de ser una queja o, bien, una demanda o exigencia de un número mayor de días de verdadero descanso, bien valdría la pena reflexionar sobre si es merecido o no dicho descanso: como maestro diré que definitiva y rotundamente un sí es la respuesta, dado que las responsabilidades del cargo, tanto las socialmente justificables como las irracionalmente impuestas, no son cualquier cosa: implementar el modelo educativo del partido en curso, que en los últimos sexenios ha gozado de alternancia lo que implica cambiar la forma y fines de trabajo, ser responsables de formar a los mexicanos y mexicanas en cuyas manos está el futuro del país, lidiar con el bullying ejercido por estudiantes con consecuencias devastadoras, enfrentar la descalificación, cuestionamientos y ataques de padres, madres y políticos, no ha vuelto a ocurrir afortunadamente en nuestro país pero se ha lidiado incluso con tiroteos en el aula, así como se le hace responsable de atender a un número alto de estudiantes con todas las carencias afectivas, psicopedagógicas y sociales que otros no han querido atender y que, por definición, no son obligación del docente. En conclusión, vivimos un momento en donde mayores responsabilidades son inversamente proporcionales a un menor tiempo de descanso.
Obviamente, el hecho de no ir a la escuela disminuye el nivel de responsabilidad del otro y aligera la carga, pero no necesariamente se descansa en esos tiempos. ¿Vacaciones? Es una palabra motivante y estimulante para muchos, ojalá no pierda ese sentido para el magisterio; sería lamentable e injusto ¿no?

*Doctor en Educación. Profesor de la Facultad de Estudios Superiores Iztacala. antonio.gonzalez@ired.unam.mx

Comentarios
  • Catalina González Pérez

    Sin duda estimado Dr que has puesto el dedo en la llaga. Y lo digo porque duele ver cómo cada vez los tiempos para reponer ánimo creatividad y empeño, son cada vez más injustificados para una administración, permíteme, más y más abrumadoranente, administrativa.

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