Unesco: vocación universal y humanista

 en Rubén Zatarain

Rubén Zatarain Mendoza*

Mientras en el ámbito nacional el movimiento de FRENA –vergüenza democrática y de libre manifestación– por crisis de liderazgo desaloja con las manos vacías sus carpas deshabitadas del zócalo capitalino, las inundaciones del Grijalva –atribuibles para algunos ecologistas a la devastación de las selvas– asolan en el estado de Tabasco; en Jalisco en el marco del banquete-catarsis colectiva comercial del “Buen fin” de hacinamiento en algunos casos imprudente, se retorna a un primer nivel de normalidad después de dos semanas de botón rojo, de manera prospectiva ya se visiona el progresivo retorno a las escuela en enero de 2021.
Sigamos haciendo educación familiar de calidad, practiquemos el protocolo de higiene, sana distancia y aprendamos nuevas cosas para fortalecer nuestra educación para la salud.
En el ámbito internacional, en un marco de prácticas diferenciadas en la gestión de la pandemia se conmemora un año más de la creación de la UNESCO (Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura).
Desde el origen de la UNESCO el 16 de noviembre de 1945, México ha estado presente y ha participado activamente en la construcción de la paz social a través de la educación.
Anteayer se ha celebrado el 75 aniversario de su creación, y no está de más recuperar sus propósitos iniciales para fortalecer la visión sobre el proyecto educativo en naciones en desarrollo como la nuestra.
En su fase fundacional, el intelectual mexicano Jaime Torres Bodet fue Director de General de la UNESCO de 1948 a 1952. Con meridiana claridad afirmaba: “Si queremos educar a los niños de México para la libertad y democracia debemos enseñarles antes que nada, a ser verdaderamente libres y adquirir el arte de gobernarse a sí mismos, eliminando los procesos de mecanización y de ciega obediencia”.
Desde su creación, el objetivo de la UNESCO ha sido “Contribuir a la conservación de la paz y de la seguridad estrechando, mediante la educación, la ciencia y la cultura, la colaboración entre las naciones con el fin de asegurar el respeto universal de la justicia, de la ley, de los derechos humanos y de las libertades fundamentales para todos, sin distinción de raza,de sexo, de idioma o de religión, que la carta de las naciones unidas reconoce a todos los pueblos”.
En el contexto de hacer educación en el marco de la pandemia y en el marco del 75 aniversario de la institución, el Secretario General de la ONU, Antonio Guterres afirmó que: “todo lo que hagamos durante y después de esta crisis debe enfocarse en la construcción de la economía y sociedades más equitativas, inclusivas y sostenibles, más resilientes a las pandemias, al cambio climático y a los muchos otros desafíos globales que enfrentamos”.
De la rica y a veces controversial historia institucional de la UNESCO –véanse los casos de Sudáfrica, Palestina, Israel y Estados Unidos– cuya sede se encuentra en la ciudad de París, Francia, cabe señalar que sus políticas configuran una de las unidades conservatorias de información explícitas a manera de informes.
El tiempo de las comisiones de trabajo es siempre el tiempo futuro. Tal vez debamos desarrollar esa habilidad de pensamiento en prospectiva y siempre proyectar la visión del mañana actuando con absoluta responsabilidad el día de hoy.
Obvio es decir que para entender las coyunturas y desafíos de la paz, la educación, la ciencia y la cultura, paga la lectura una detenida revisión y análisis de contenido de sus documentos (informes, libros, conferencias, declaraciones).
Por su trascendencia y aportación a la claridad recupero en el tiempo entre siglos los textos fundamentales siguientes:

1. El informe Faure. Así denominado porque el exministro de educación francés Edgar Faure presidió la comisión de estudio y redacción entre los años 1971 y 1972 cuando Rene Maheu era el director general de la UNESCO.
Del rico contenido de este documento cuya vigencia es incuestionable podemos releer el relativo a que otra educación es posible cuando mucha de la tecnología estaba en pañales, mientras ahora –valga el abuso de la comparación- son los zapatos con los que ahora se camina el siempre cuesta arriba camino del aprendizaje–.
Ante la acelerada producción de conocimientos el informe puntualiza la idea de John Dewey de aprender a aprender.
Aporta la idea pedagógica de aprender durante toda la vida en el sentido de ajuste a las nuevas demandas que los entornos laborales y tecnológicos exigen de los individuos. Desde los setenta, la poderosa tecnología imponía agenda en el debate educativo internacional pero siempre como medio y lejos de configurar la visión reduccionista del aprendizaje.
El informe Faure fue visionario en la dimensión pedagógica y a través de sus líneas se puede clarificar la relevancia de atender al sujeto que aprende, de atender al ser integral de la persona en el sentido de coadyuvar a la formación del ser a través del saber.
En la dimensión cognitiva y contra la educación tradicional y enciclopedista ya se subraya la de favorecer en los entornos escolares los aprendizajes auténticos y duraderos.
Particular atención se le otorga al cultivo de la curiosidad, al entrenamiento de la mente y a la motivación en base a retos.
2. El informe Delors. Entre los años que van de 1993 a 1996 la comisión de trabajo que preside Jacques Delors elabora el informe: “La educación encierra un tesoro” cuyo énfasis esta en el enfoque humanista de la educación para el siglo XXI. Del multicitado documento destacan también los 4 pilares: aprender a conocer, aprender a hacer, aprender a ser y aprender a vivir juntos; sobre los que mucha gestión pedagógica en aulas y escuelas hay que hacer.
3. El libro publicado en 1999 por la UNESCO de título “Los siete saberes necesarios” cuya autoría es de Edgar Morín y que ha sido muy leído en ambientes de educación superior pero que es necesario promover para todos los educadores.
4. La visión de la educación como bien común de todos los países, el informe de 2015 “Educación y conocimiento como bienes comunes mundiales” que dió pauta para la publicación del documento: replantear la educación ¿Hacia un bien común mundial?
5. Para 2021 se prepara el informe: Los futuros de la educación: aprender a transformarse.

Mientras desde cada uno de los microespacios de responsabilidad educativa y cultural hacemos nuestra propia contribución para el bien de la humanidad como ciudadanos y educadores en dirección hacia una educación de calidad orientada a la sostenibilidad y solidaridad entre los pueblos, reflexionemos sobre las cuestiones que plantea la encuesta aún en línea que promueve el Secretario General de las Naciones Unidas:

1. ¿Que debería priorizar la comunidad internacional para recuperarse mejor de la pandemia?
2. Mirando a largo plazo, si imaginas el mundo que quieres dentro de 25 años, ¿cuáles son las tres cosas que más te gustaría ver?
3. ¿Cuál de estas tendencias globales crees que afectará más a nuestro futuro?
4. ¿Que importancia tiene que los países cooperen para afrontar las tendencias mencionadas?
5. ¿Ha cambiado la Covid-19 tu opinión sobre la cooperación entre los países?
6. En general, ¿Crees que en 2045 las personas vivirán mejor, peor o igual que tú hoy?
7. ¿Que aconsejarías al Secretario General de las Naciones Unidas que hiciera para afrontar estás tendencias mundiales?

Celebremos el 75 aniversario de la UNESCO, construyendo un proyecto educativo emergente universal y humanista; garante de la libertad y democracia; con aprendizajes auténticos y duraderos, que siga, que promueva relaciones humanas de paz.

*Doctor en educación. Profesor normalista de educación básica. zatarainr@hotmail.com

Comentarios
  • Griselda Gómez de la Torre

    En el marco del 75 aniversario de la UNESCO, resalta la importancia de recuperar : cuál es el sentido de la escuela?, Cuál es el sentido de la función docente ?, como premisas para abrir el pensamiento dialógoco que nos permita enfocar lo esencial en la educación de la generación en tiempos del Covid. Interesante propuesta de cuestionamientos que Usted presenta ante la luz de un nuevo paradigma: el complejo, en el que desde este enfoque nos permita vislumbrar la transformación conjunta del ser, el saber , saber hacer y saber convivir con acciones que permitan resolver los problemas que se presentan con idoneidad y ética, buscando la realización personal y de los otros, la calidad de vida necesaria y el desarrollo social y económico sostenible y en equilibrio con el ambiente. Habrá que incluirlos como elementos indispensables de análisis en la construcción y afianzamiento del tejido social. Mucho agradezco la generosa aportación que su artículo nos presenta como elementos reflexivos del hacer docente.

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