Una vida y una escuela

 en Rodolfo Morán Quiroz

Luis Rodolfo Morán Quiroz*

“La radio es una vida y una escuela”, afirmó Cecilia Fernández durante una visita que realizamos los participantes de un curso de expresión oral y escrita del Centro Universitario de Ciencias Sociales y Humanidades (CUCSH) a las instalaciones de XHUG (Radio Universidad de Guadalajara). Más allá de lo que esa frase refleja respecto a la trayectoria y el aprendizaje que ella misma reconoce en ese contexto, quiero usarla como base para enfatizar algunas de las áreas en que la radio constituye oportunidades de aprendizaje.
Para muchos de nosotros, la radio ocupa una parte importante de nuestro tiempo y de nuestra atención. Para quienes se mueven en automóvil o en transporte público, la radio suele acompañarlos en sus trayectos, ya sea en programas de diálogos, de noticias o simplemente de música con salpicaduras de voces de locutores y anunciantes. Para algunos oficios y actividades, la radio es parte de la parafernalia que se requiere para realizar la tarea: en la construcción, pintura o decoración; en la limpieza de casas, oficinas o aulas; en las ferias y bailes; en la jardinería; en interiores y en exteriores. La radio está relacionada con los trabajos de muchos que la escuchamos y requieren del trabajo de equipos que la producen para que continúe sonando.
A diferencia de la percepción de la luz, que podemos controlar cerrando los ojos para dejar de ver determinadas imágenes (o apagando/cubriendo la fuente luminosa), nuestra percepción del sonido sólo puede detenerse (relativamente) mientras dormimos, o nos alejamos de la fuente de la que emana o apagamos el aparato que lo transmite. Si hay sonido en nuestro entorno, lo seguiremos oyendo y lo que podemos hacer es prestar atención a lo que significan los sonidos, lo que solemos denominar con el verbo “escuchar”. La radio, mientras esté encendida cerca de nosotros, nos da oportunidad de aprender acerca de lo que sucede en el mundo, acerca de las modas de la música, de los que la crean, en dónde y cuándo. Nos ofrece una amplia gama de opciones, en especial en los contextos urbanos a donde llegan con claridad la señal, de la que podemos seleccionar una vez que la hemos encendido.
No es sólo del contenido de las noticias lo que podemos aprender. Más allá de lo acontecido en nuestra aldea y en el mundo, aprendemos también gracias a la manera en que se construye la radio. Hay voces, combinaciones de sonidos, tonos, ritmos, énfasis, idiomas, términos, acentos, música, ruidos. Así, como expresa la frase de Cecilia, hay quien dedica una buena parte de su vida a oír y escuchar la radio, y hay quien dedica porciones significativas de su vida a mantener fluyendo el sonido para el disfrute, consumo o uso de las audiencias.
La radio es una escuela para quienes la escuchamos: a veces tomamos decisiones basados en lo que escuchamos, como comprar o no, salir de determinadas situaciones, consultar a profesionales de cuya existencia nos enteramos gracias a la radio, buscar determinados grupos o intérpretes musicales, asistir a determinados lugares o evitarlos. Como organización, la radio es también un contexto de aprendizaje para quienes la impulsan: hablar, enfatizar, redactar, entonar, además de ofrecer oportunidades para conocer y manejar los instrumentos que ayudan a la producción, combinación y almacenamiento de sonidos dentro y fuera de las cabinas insonorizadas.
En esa reciente visita que realizamos a XHUG, una de las estudiantes, habitualmente callada en el aula, exclamó, tras conducir una breve entrevista en cabina a sus “compañeres” (como se denominan entre sí en ese grupo): “en clase nunca hablo, y aquí ya no quiero dejar de hablar”. Al salir de la cabina, su rostro reflejaba un nuevo entusiasmo por un aprendizaje que yo no alcanzo a describir adecuadamente. Lo que sí puedo hacer es retomar su comentario entusiasta ya afuera de las instalaciones: “trascendí”, dijo muy sonriente. Lo que, a mi parecer, refleja que la radio puede no sólo ser un instrumento para aprender acerca del mundo, para aprender a administrar el mundo de los sonidos, sino incluso para aprender acerca de sí mismo. En ese sentido, el hecho de que existan estaciones de radio culturales y universitarias nos muestra el camino para una serie de aprendizajes que no hemos sistematizado o analizado con la profundidad necesaria para utilizar la radio como vehículo, pero también como contexto para el aprendizaje. Seguramente puede ayudarnos a trascender con las ondas hertzianas y, además, a tomar conciencia de la manera en que superamos nuestros límites comunicativos. En todo caso, la radio es una escuela que también nos ayuda a definir los sentidos de la vida.

*Doctor en Ciencias Sociales. Profesor-investigador en el Departamento de Sociología de la Universidad de Guadalajara. rmoranq@gmail.com

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