Una inspiración muy singular

 en Alma Dzib Goodin

Alma Dzib Goodin*

Escribió su tesis doctoral sobre las implicaciones y consecuencias de la expansión del universo y delineó el tema de la singularidad en los modelos de la cosmología, concluyendo que dicho proceso es inevitable cuando ciertas condiciones generales son satisfechas.
Después de eso, escribió más de 235 artículos en el campo de la física teórica; el último se publicó en el año de 2017 y lo tituló “A smooth exit from eternal inflation?” (¿Una salida tranquila de la inflación eterna?).
Su escrito más famoso se publicó en 1988, y lo tituló Breve historia del tiempo, donde plantea preguntas que todos nos hemos hecho alguna vez, y les da respuesta desde su perspectiva teórica: ¿cómo comenzó el universo?, ¿qué hizo posible su inicio?, ¿el tiempo siempre fluye hacia adelante?, ¿es el universo interminable, o hay límites?, ¿hay otras dimensiones en el espacio?, ¿qué pasará cuando todo termine?…
Sin embargo, la razón por la que todo el mundo lo conoció, fue por su lucha personal con la esclerosis lateral amiotrófica (ELA), que es una enfermedad neurodegenerativa y progresiva, que ataca a las neuronas motoras que van de la médula espinal al cerebro, lo que hace perder la capacidad de iniciar o controlar el movimiento de los músculos del cuerpo, incluyendo la laringe y el tracto digestivo en los últimos estadios de la enfermedad.
Su lucha la inició al lado de una gran mujer de la que pocos se acuerdan. Su primera esposa Jean, lo cuidó, alimentó y aguantó la desesperación de los primeros signos de la enfermedad, la cual lo dejó paralizado poco a poco, dejando solo su mente libre para pensar y abstraer ideas. En esos primeros años, junto a ese gran hombre, estuvo una gran mujer, que cuidó de él como a otro hijo y apoyo su trabajo, que poco a poco fue conocido por el mundo.
A pesar de su indudable genialidad, no ganó un premio Nobel, ciertamente no por falta de trabajo duro en el campo de la física, El problema es que la tecnología necesaria para observar la radiación de un agujero negro, llevará años y costará millones antes de que la teoría del doctor Hawking pueda ser verificada. A diferencia de la teoría de Einstein que se comprobó con una fotografía, el encuentro con un agujero negro requiere de mucho más que un científico entusiasta.
Pero seamos honestos, no le hizo falta un Premio Nobel para que su figura estuviera en programas de televisión, cine, noticias, ni para recorrer el mundo ofreciendo conferencias; es por eso que cuando le preguntamos a los niños el nombre de un científico, sin chistar mencionan con gran emoción ¡Stephen Hawking¡, pero muy pocos recuerdan el nombre de los ganadores del Premio Nobel de hace un par de años (David J. Thouless, F. Duncan, M. Haldane y J. Michael Kosterlitz, por sus descubrimientos teóricos sobre las fases topológicas).
Sus estudios en el campo de la física teórica y su lucha por la vida nos dejaron grandes enseñanzas, la primera y quizá la más notable es que se debe aprovechar el tiempo, pues no se sabe cuando vamos a morir. El admitió en diversas oportunidades que, de no ser por su enfermedad, no se habría dedicado a sus ideas, pues cuando fue joven pensaba que tenía todo el tiempo del mundo.
También nos enseñó que en ciencia uno debe poner en duda las teorías previas, en su caso, corrigió al propio Einstein y basó su hipótesis sobre la radiación de los agujeros negros en correcciones hechas a la teoría de la relatividad. Al igual que Einstein se sintió atraído por el tiempo, quizá porque desde etapas muy tempranas de su enfermedad le dijeron los médicos que su esperanza de vida era mucho mejor que el resto de la población.
Nos dijo que el buen humor no solo mantiene sano al corazón, sino que abre muchas puertas. Nunca se tomó muy en serio, a pesar de su nivel de abstracción que su mente le permitía, bajó al mundo de los simples mortales que no entendemos de física teórica y compartió sus ideas con palabras que todos comprendimos, demostrando que la divulgación de la ciencia no es solo un favor a la población, sino un orgullo.
Dejó claro que la mente y el cuerpo pueden estar desconectados y, sin embargo, las ideas fluyen en un cuerpo inmóvil, incapaz de responder. Su mente nunca lo abandonó, pensar no depende de que tan temprano uno se pueda levantar de la cama, sino que tanto uno desea compartir y verter conceptos que poco a poco crean sentido sobre el universo en que vivimos. Usó su mente privilegiada para construir puentes entre las ciencias, nunca habló mal de nadie, pues no tenía tiempo para perder en charlas con la pared, siempre dio, construyó y al igual que otros científicos, intentó comprender el universo.
Su legado permanecerá por toda la eternidad, gracias Doctor Stephen Hawking.

*Directora del Learning & Neuro-Development Research Center, USA. alma@almadzib.com

Escriba su búsqueda y presione ENTER para buscar