Una escasa retención

 en Rodolfo Morán Quiroz

Luis Rodolfo Morán Quiroz*

Escribo esto en el contexto de días de incendios en distintas partes de México. Parecería que los incendios, provocados o generados “naturalmente” por la acción de diversas variables en la atmósfera, nos dan una lección que no hemos acabado de aprehender a pesar de que en diversas regiones del país se extienden ya como acontecimientos de temporal a lo largo de varias generaciones.
No es sólo cuestión de aprendizaje, sino de captar el sentido y las implicaciones de una lección reiterada, por lo que enfatizo el término de “aprehender” en el sentido de “captar [algo] por medio del intelecto o de los sentidos”. Parecería que, aunque en generaciones previas se hubiese aprendido la lección, las generaciones actuales pretenden ignorar las consecuencias de estos incendios. E incluso hacer como si fueran cosa novedosa, con el pretexto de que son cosa inédita por su frecuencia y furia, nunca suscitadas en estas regiones del país.
Pero lo cierto es que son acciones que distan mucho de ser “eventos” en el sentido de ser accidentales. Se trata de incendios que podrían preverse y que en muchos casos son incluso provocados para aumentar la dispersión de las ciudades al generar claros en los bosques para su posterior fraccionamiento y población. Las autoridades y muchos de los agentes inmobiliarios parecen negar el aprendizaje de las lecciones que estos incendios nos dan en cuanto a sus consecuencias no deseadas, como son el aumento en la carga que deben soportar los bosques, el impacto en la fauna y la flora silvestres, la contaminación en las ciudades, la generación de obras viales onerosas, la concentración y a la vez la dispersión urbanas, pues detonan la concentración en metrópolis que crecen con escasa vigilancia respecto a los impactos en la contaminación del aire, suelos y aguas.
Estos casos específicos de los incendios acaban por convertirse en ejemplos de otras cosas que en nuestras sociedades optamos por hacer como que no sabemos o que no habíamos aprendido antes. Tenemos escasa retención o fingimos recordar poco acerca de las consecuencias de las acciones de los humanos actuales o pasados.
Hacemos como que olvidamos que la segregación por sexos puede derivar en desigualdades en el empleo y en las oportunidades sociales en la edad adulta de hombres y mujeres. Fingimos olvidar que la exposición a determinados elementos químicos, en la atmósfera o en la ingesta, son dañinas para la salud de plantas, animales y humanos. Retenemos poco acerca de las variables que, en políticas públicas, son importantes considerar para que la población de un lugar se sienta incluida y partícipe para lograr metas comunes.
Retenemos escasa memoria, pretextamos, de cómo los cambios en políticas educativas, de empleo, de inclusión de distintas generaciones o grupos sociales, tienen consecuencias a corto y a largo plazo. Parecería que los miembros de la sociedad, según sean nuestros intereses, olvidamos nuestras promesas y nuestros fracasos anteriores, cuando se nos ofrecen ganancias inmediatas a cambio de dejar que nuestros futuros se vean condenados durante décadas. Los incendios en los bosques son apenas un ejemplo coyunturalmente visible de nuestras fingidas desmemorias.

*Doctor en Ciencias Sociales. Profesor del Departamento de Sociología del CUCSH de la UdeG. rmoranq@gmail.com

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