Un año de vida distinta

 en Adriana Piedad

Adriana Piedad García Herrera*

El próximo 18 de marzo será ya un año que no voy más a mis clases habituales a la Benemérita y Centenaria Escuela Normal de Jalisco. Al igual que este año, el lunes fue feriado y el martes (17 de marzo en 2020) los estudiantes tenían que volver a la normal después de sus prácticas en la escuela primaria, pero ya no lo hicieron. Ese día tuvimos una reunión en el Teatro de nuestra escuela en la que nos dieron a conocer la estrategia a seguir para la atención en línea y la continuidad de nuestro trabajo.
Como ya lo he mencionado en múltiples ocasiones, pensé que sería cuestión de pocos días y me dispuse a hacer un registro día a día, que quizá después me ayudaría a reconstruir la experiencia. Elegí una libretita que el 23 de junio se llenó y entonces busqué otra que a su vez duró hasta el 27 de diciembre del año pasado. Ya voy sobre la tercer libreta, pero ahora sí seleccioné una con muchas hojas porque me parece que el registro va para largo.
No es un diario, principalmente registro si ese día salí o estuve en casa. Desde un principio me interesaba llevar un registro de las personas con las que tengo contacto, sean de la familia o no, por un eventual contagio de Covid-19, que a la fecha afortunadamente no se ha dado. En esta vida distinta las prioridades han cambiado. Yo, como la mayoría de los docentes, hago trabajo desde casa y estar frente a la pantalla ocupa la mayor parte de mi tiempo.
Hemos vivido la vida de forma distinta: así ya podemos contar cómo fue nuestro cumpleaños en confinamiento, cómo vacacionamos, cómo fue la Navidad y el Año Nuevo, de qué manera vivimos los eventos importantes y cómo el internet nos permitió seguir en contacto con el exterior desde casa. Hemos aprendido a vernos a través de las pantallas, a construir en colectivo y a comunicarnos por escrito, son muchas las voces que dicen que ya nada volverá a ser igual.
El paso del tiempo me permite ver esta vida distinta y aprender de la experiencia. No podemos dejar que sólo pase y tengamos un recuerdo vago de un evento que ya se está escribiendo en la historia de la humanidad. Documentar la experiencia y dejar registro de nuestra vivencia, puede ser que nos prepare para afrontar la incertidumbre y valorar lo que aprendimos de la vida en confinamiento “cuando todo vuelva a la normalidad”.

*Doctora en educación. Catedrática de la Benemérita y Centenaria Escuela Normal de Jalisco. adrianapiedad.garcia@bycenj.edu.mx

Comentarios
  • Ricardo Cervantes Rubio

    Tantas experiencias que se pierden por falta de registros de esta “cotidianidad”. Interesante mirada de la Dra. Adriana invita a la reflexión de nuestro andar no sólo como docente sino como actor social educativo.

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