Ubicuos

 en Rodolfo Morán Quiroz

Luis Rodolfo Morán Quiroz*

Dícese principalmente de Dios, aunque también es una expectativa que tienen quienes se esfuerzan por administrar los tiempos de los trabajadores académicos de algunas instituciones educativas: se espera de nosotros que estemos presentes a un mismo tiempo en varios lugares (o en todas partes). Así, a pesar de la racionalidad que Max Weber suele asociar con el trabajo burocrático, muchos de los funcionarios y trabajadores administrativos se convierten en vigilantes de los académicos, de sus espacios, recursos, tiempos y actividades.
Sabemos de algunos reglamentos que así lo estipulan: a lo largo de las jornadas laborales los académicos deben estar (al menos) en cinco lugares al mismo tiempo: hacer trabajo de campo o de laboratorio, escribir en el cubículo, dar clase en el aula, asistir a congresos (de preferencia internacionales, lejanos al cubículo) y asistir a juntas de su departamento o unidad de adscripción (en otro edificio no contiguo al de su cubículo). Es posible que algunos reglamentos y algunos auto-nombrados vigilantes de las tareas académicas estipulen que deban ser más de cinco lugares al mismo tiempo, en cada jornada laboral. En tales casos, nombrarán a uno o varios supervisores que se encargarán de seguir a los académicos también en sus actividades en la biblioteca, en las asesorías de investigación a los estudiantes y en la revisión de textos propios y ajenos; textos como aquellos que elaboran los de estudiantes, los autores de otras instituciones que desean publicar sobre el tema de especialidad de cada académico y textos de otros especialistas de otras especialidades.
Lo que significa que cada uno de los académicos tiene detrás de sí un séquito de supervisores para asegurarse que esté cumpliendo con su función principal, que consiste en desarrollar adecuadamente sus habilidades de ubicuidad. No se diga de los académicos a los que se les haya ocurrido, antes, durante o después de haber jurado lealtad y ubicuidad eterna en favor de la institución, tener familia, pasatiempos, equipos deportivos, de amigos o familiares. Todo miembro del personal académico deberá ser capaz de asistir a las juntas escolares de sus hijos, servir en los comités directivos por ser “expertos” en cosas de escuela, atender a su descendencia mientras realiza las tareas escolares (de las que debemos suponer que saben todo), lo que multiplica los espacios a los que deben atender simultáneamente.
Es sorprendente la cantidad de lugares en los que debemos estar presentes, dado que cada uno de los académicos solo contamos, dentro nuestra limitada cabeza, con un solo cerebro. Los vigilantes esperan que estemos relajados, informados, actualizados, que cumplamos con entregar siempre y a tiempo todos los comprobantes que demuestran que estuvimos presentes en todos esos lugares.
Ya si nuestro ánimo o nuestra cabeza estaba en otra parte mientras cumplíamos con nuestras funciones, es asunto que no preocupa a la burocracia, siempre y cuando no estorbe con nuestra ubicación y ocupación múltiple. Habrá algunos académicos que sean capaces de planear unas vacaciones, de tener fantasías acerca de lo que harán después de terminar las lecturas pendientes o de proponer proyectos de trabajo alternativos, además de preocuparse por lavar la ropa, fregar los trastos, reparar su vehículo, parchar la llanta de su bicicleta o aprender una nueva receta de cocina para obtener, al menos, un rato de presencia de su familia en sus hogares…

*Doctor en Ciencias Sociales. Profesor del Departamento de Sociología del CUCSH de la UdeG. rmoranq@gmail.com

Comentarios
  • Irma Beatriz García Rojas

    Aunque provoca risa, es una pura verdad, ¡Absurda e increíble!

  • Roberto Quiroz

    Los Quiroz te apoyamos…peroson loscinco sitios donde debes de justificar que asistes con frecuencia…esto integra los deberes de un excelente maestro universitario…

  • Victor Ponce

    Y dar mantenimiento a la bicy, peor si se te poncha a medio camino..

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