Transiciones

 en Rodolfo Morán Quiroz

Luis Rodolfo Morán Quiroz*

El filósofo danés Soren Kierkegaard (1813-1855) escribió que las transiciones requieren de un salto. Las personas no se ubican en dos estados al mismo tiempo. Para él, cada salto es precedido por un estado como la aproximación psicológica más cercana. En cada estado, la posibilidad siempre está presente, lo que conlleva que siempre esté presente la angustia, como anticipación por la potencialidad de la transición.
No siempre estamos conscientes de las transiciones de nuestra vida. Y quizá hasta nos atreveremos a cuestionar la propuesta kierkegaardiana de los cambios a través de saltos que expresen cambios radicales de un estado a otro. Aunque el filósofo reflexionaba sobre todo del estado de inocencia al de pecado, pienso en otras transiciones que se dan tras alguna etapa de continuidad, como el pasar de ser una persona sana a estar un poco enferma, a estar grave y a la muerte. Igualmente, hay algunas personas que ya saben quién será su próxima pareja cuando se aburran de la actual, programan sus acciones de acuerdo con sus planes más recónditos y logran combinar algunos saltos de cama exitosos que luego podrían tenerlos a salto de mata para evadir la venganza del cónyuge o los amantes celosos que han descubierto la vocación de saltimbanqui de su adorado tormento.
Aunque se transite de un solo salto de la inocencia al pecado (y de la plena confianza a la sensación de cargar algún peso extra en el testuz), también hay quien se prepara para cambios de puesto o para sustituir a parte del personal en determinados cargos. La propuesta de que se haga de un simple salto no es culturalmente muy favorable, pues solemos pensar en estados intermedios: por ejemplo, de la soltería a estar “comprometidos”, de ser estudiantes a ser pasantes o “meritorios” en un puesto laboral, de ser novatos a ser “avanzados”. Todo ello antes de ser parte de quienes tienen un estado civil de casados, trabajadores, o expertos.
En esa lógica, los ritos de paso suelen marcar esos cambios de estado. Lo que no se hace de un día para otro y requiere una preparación que anticipa (no siempre libre de angustia o de gozo) el cambio de estado. De la infancia a la adolescencia y la posibilidad de reproducción, de la juventud a la vida adulta y autónoma. De los años de trabajo a la jubilación. Tanto en la vida sexoafectiva como en la laboral, hay quien contempla las posibilidades, como dicen algunos comentaristas, del salto a la siguiente rama (“monkey branching”): sin abandonar todavía a su actual pareja o a su actual puesto en el trabajo, consideran hacia quién o hacia dónde habrán de dar el siguiente salto. Hay quienes, ante las inseguridades de sus vidas, procuran ocultar sus intenciones a sus actuales parejas o jefes y hay quienes señalan explícitamente la posibilidad de que sus relaciones sean relativamente temporales y advierten que harán las transiciones que consideren necesarias según sus deseos y posibilidades de “vender su carta” a mejores postores.
Para algunos, se trata de que simplemente “el pasto está más verde en el jardín del vecino”, aunque en realidad no lo esté y simplemente se le perciba así desde la perspectiva de quien está de este lado de la valla. Para otros, las transiciones son parte de las etapas de la vida y hay quien admite que su situación se verá mejorada por el hecho de cambiar de aires, o de actividades, o de problemas por resolver. O simplemente se animan a saltar para enfrentar nuevos retos en otras áreas de conocimiento o actividad.
Las transiciones que se dan de una categoría o una actividad académica a otra no siempre son visibles a las personas externas, pues muy probablemente los vecinos que ven a quienes se dedican a estudiar ya no los verán salir a la escuela, aunque esos antiguos estudiantes seguirán saliendo a la misma hora con rumbo a su trabajo. Y los docentes jubilados seguirán tan activos en paneles, conferencias, presentaciones de libros, lecturas y disertaciones como cuando estaban activos en la docencia cotidiana. Para marcar esos cambios suelen realizarse esos ritos de paso: para que las personas involucradas, las observadoras y quienes comienzan o terminan de aprovechar esos recursos se enteren de esas “graduaciones” en las etapas de la vida académica y laboral.

*Doctor en ciencias sociales. Departamento de sociología de la Universidad de Guadalajara. rmoranq@gmail.com

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