Talento, nepotismo y dedazo: desigualdad y estancamiento

 en Marco Antonio González

Marco Antonio González Villa*

México es un país que valora poco el talento, nadie lo puede negar. Por el número de habitantes que tenemos, tendríamos que ser, con apego a la probabilidad matemática, potencia en muchos campos y, lamentablemente, no es así.
Obviamente hay, y ha habido, excepciones, pero todos conocemos historias de personas cuyas habilidades, características y dones son excepcionales y nunca pudieron destacar o ser reconocidos. ¿De dónde sale esta reflexión? Hace poco me encontraba tomando un curso de Emprendimiento en el que el ponente decía que debemos fomentar entre los alumnos el emprendimiento considerando las historias de éxito que hay, como Gates, Musk o Zuckerberg… pero no compartió ninguna historia de éxito de mexicanos o mexicanas, lo cual sería algo significativo, contextual, cercano y más realista.
Pero no puede uno evitar pensar ¿por qué no hay mexicanos en esas listas de éxito mundial o por qué no son tan conocidos? La respuesta es otra vez la misma: México no valora el talento.
Para poder destacar se requiere, primero que haya igualdad de oportunidades y, a pesar de lo que la derecha diga, no es algo que esté instituido realmente. Poder destacar siempre requerirá de una o un alguien, o institución, que avale, respalde y apoye a alguien talentoso, sin importar el campo. Pero no ocurre, ni ocurrirá. Si miramos a la gente que está en pantalla, en medios de comunicación, deportistas, políticos e incluso “intelectuales” (entrecomillado por aquellos que no lo son, pero se asumen), vemos que hay muchos hijos e hijas de, o nietos y nietas de, que harían pensar a algunos o algunas, que el talento se hereda y tiene que ver con la genética… y no es así. Pero, obviamente, contar con un familiar, padrino o conocido siempre será de ayuda para ingresar o incursionar en un campo, se tenga o no talento. Y así mucha gente de verdad talentosa tiene menos posibilidades si no cuenta con esa ayuda. En otros campos, para destacar se requiere pasar por el filtro de una evaluación, de habilidades, currículum, trayectoria, conocimientos, pero de nada sirven si quien avala y decide, tiene en sus manos impulsar a quien él o ella quiera y no necesariamente a la persona más talentosa. Tenemos en México entonces a actores y actrices de tercera generación, políticos de tercera generación, deportistas de tercera generación y hasta intelectuales de tercera generación o autoridades en diferentes dependencias de gobierno. En términos de porcentaje ¿cuántas personas que provienen de la pobreza generan riqueza? Si alguien me dice que sí hay historias, reitero la pregunta ¿cuántas? Porque se estiman como 50 millones de pobres. O cambiamos la pregunta ¿cuántas personas que nacieron en la riqueza terminan en la pobreza? Esto también difícilmente ocurre, por lo que no es arriesgado decir que no depende del talento.
En otros países se tiende a apoyar al talento o a las ideas, sin importar de quien provengan, eso generará crecimiento para todos. En México depende de quien sea la idea, del compromiso que se puede generar entre ambas partes o del nivel económico al que pertenece la persona talentosa o peor aún de su apariencia física; esta situación genera que en muchas áreas haya estancamiento, fuga de talentos y se agudice la desigualdad. Si los y las estudiantes tomaran conciencia de esta situación ¿cómo hablarles de emprendimiento o de la importancia del talento? El nepotismo, el dedazo y la desvalorización del talento son un lastre y un ejemplo constante que no es invisible, es bastante visible. Unámonos entonces para lograr que el país destaque por las ideas y talento de cualquiera y no asumir que unas familias son privilegiadas. Somos iguales todos y todas ¿o no? No lo olvidemos.

*Doctor en Educación. Profesor de la Facultad de Estudios Superiores Iztacala. antonio.gonzalez@ired.unam.mx

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