Sufrir la educación

 en Jaime Navarro Saras

Jaime Navarro Saras*

Para los que le vamos a equipos de futbol como el Atlas, el Betis en España, el Racing en Argentina y, hasta hace un año, a los Cachorros de Chicago en el beisbol, equipos acostumbrados a sufrir y a la derrota, sabedores (los que le vamos a cada uno de ellos) de que a pesar de que siempre creemos en ellos, nunca ganan nada, o como dijera mi esposa: equipo pierde todo (cuando se refiere al Atlas), y que por razones difíciles de entender, ya que cargan con una maldición que ni mil mandas y millones de rezos hacen posible que se rompan los hechizos de las desgracias, eso sí, nos conformamos con muy poco y eso poco nos hace felices, como ganarle al rival odiado o que algún exjugador esté triunfando y ganado campeonatos con otro equipo dentro o fuera del país.
Algo parecido pasa con la educación en México desde que a la OCDE le dio por las evaluaciones, a pesar que en dichas evaluaciones se incluyen escuelas públicas y privadas, el foco de la atención se centra en la labor de los maestros que atienden a los alumnos que asisten a las escuelas públicas, desde entonces cargamos con el peso del estigma de ser la peor educación de todos los países miembros.
En ese entorno, los maestros han cargado con toda la responsabilidad de lo que han dejado de hacer las políticas de gobierno, las familias, las instituciones sociales, los medios de comunicación y, actualmente, las redes sociales. Pareciera ser que a las autoridades educativas les beneficia más tener una educación y unos maestros en la parte más baja que en los mejores lugares, en parte porque el sistema educativo mexicano está totalmente desarticulado, un ejemplo de ello es que la gran cantidad de egresados de las licenciaturas y carreras técnicas no logran encontrar empleo en su campo de estudio, amén de la esencia misma de lo que la educación debiera desarrollar en los sujetos que atiende.
En México (económicamente hablando) se acostumbra un conformismo porque siempre hay gente que no vive mejor que uno y eso nos hace menos infelices, sin embargo, en términos educativos sufrimos por igual y eso es muy triste, lo normal es la alta reprobación y deserción en las escuelas, ello debido a que la educación no hace a la gente feliz, por lo menos los servicios educativos actuales, duele ver alumnos que llegan a las escuelas sin haber consumido algo de alimento en el estómago, duele ver cuando un alumno ya no puede seguir con la escuela porque no hay dinero suficiente para pagar uniformes y útiles básicos en casa, duele ver como la delincuencia organizada se roba nuestros niños y jóvenes y los convierte en soldados de desecho, duele ver como el salario mínimo no alcanza para una canasta básica que alimente las familias, duele que las escuelas no tengan los materiales suficientes para que los maestros hagan magia, duele que en este país un policía y un soldado ganen más que un maestro, duele el dolor de la angustia de millones de mexicanos que han perdido la esperanza por tener un país más justo, duele que los políticos mexicanos ganen más sueldo en relación al PIB que todos los políticos de los demás países que conforman la OCDE, duele todo lo que no es justo… y la impotencia nos gana.

*Editor de la Revista Educ@rnos. jaimenavs@hotmail.com

Comentarios
  • Manolo

    Por eso mi voto será por López

  • Luis Ibarra

    A pesar de que nuestro colega Jaime esté muy dolido, como muchos otros que no son insensibles ante las muestras que él ofreció, a pesar de que hablé de impotencia, a pesar de lo que fuera, Jaime y muchos más profesores siguen educando con entusiasmo y energía. Son firmes de carácter, necios, obcecados o muy luchones. Mis respetos y admiración para ellos. Como dijo aquel, “sin embargo, se mueve…”.

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