Simetría: educación para el conflicto eterno

 en Marco Antonio González

Marco Antonio González Villa*

Paul Watzlawick, teórico cuyas aportaciones han servido como soporte de trabajo en la terapia familiar y en distintas instituciones, señalaba, a manera de axioma, que la comunicación deber ser complementaria y no simétrica. ¿Qué significa ello? Implica que en toda comunicación es necesario tener una postura en la que se busque mantener o lograr el equilibrio de las personas que se comunican, es decir, si alguien envía, de forma verbal o no verbal, un mensaje en el que se manifiesta una emoción o un sentimiento inadecuado para el momento o la relación, como puede ser tristeza o enojo, la otra parte deberá mantener la calma y enviar mensajes que restablezcan el equilibrio y la armonía en la relación, ya que, de ser simétrico o simétrica, podría haber reacciones en escalada e incrementar aquello que era de inicio inapropiado.
Para ser concreto y claro, ser simétrico es regirse por la filosofía de vida de “me haces, te hago”, “me gritas, te grito”, “me pegas, te pego”, prácticamente aplicar la ley del ojo por ojo, lo cual solamente hace que un conflicto entre dos partes se incremente y se haga cada vez mayor, con mayor intensidad, con la posibilidad de llegar a niveles de agresión física y/o verbal no manejables, lo que puede presagiar terminar inevitablemente en una desgracia.
¿Se puede educar para ser complementario? Obviamente, en teoría, sí, pero en la vida real resulta sumamente difícil, ya que se requiere que una persona ponga en juego toda una serie de valores, cualidades, actitudes, formas de vida, que diferentes autores han propuesto como ética, empatía, inteligencia emocional, inteligencia múltiple verbal lingüística y madurez, entre otras nociones, que, lamentablemente, no todos han desarrollado.
Sin embargo, muchos niños, niñas y adolescentes viven permanentemente con ejemplos de simetría, en donde ven a su padre y madre discutir, agredirse y abandonarse como máxima expresión de agresión, o atestiguan la confrontación simétrica entre docentes y/o autoridades de su escuela, o leen publicaciones de agresiones simétricas en redes sociales o, incluso, podemos ver la peculiar simetría que existe entre el actual gobierno y sus opositores, ya sean personas del medio artístico, periodístico o político, en donde ha prevalecido la filosofía de “me criticas, te critico”, “me exhibes, te exhibo”, “me denuncias, te denuncio” o una común en el sexenio “me quitas privilegios, te calumnio ante la población”, por lo que estamos lejos de estar formando a generaciones con una perspectiva complementaria de la comunicación y sólo peleamos para ver quién gana. Evidentemente con las personas cercanas y significativas podemos serlo, pero con aquel o aquella que es diferente a mí, y que piensa o actúa distinto a mí, la simetría tenderá a ser la primera opción de respuesta.
La ética, los valores y las actitudes, en donde podríamos considerar a lo complementario de la comunicación, tiene en el ejemplo la mejor forma de trasmitirse y enseñarse, no en el discurso o las palabras vacías; la simetría perpetuará los conflictos y el mal ejemplo. Habría, por salud y educación, que reconsiderarlo ¿no? Yo creo que sí.

*Doctor en Educación. Profesor de la Facultad de Estudios Superiores Iztacala. antonio.gonzalez@ired.unam.mx

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