Servicio social y cultura empresarial

 en Carlos Arturo

Carlos Arturo Espadas Interián*

Instituciones educativas de nivel medio superior y superior, continuamente reciben solicitudes de parte de diversas empresas –en su sentido amplio-, para poder recibir prestadores de servicio social. En el caso de las de nivel medio superior no es el profesional, sin embargo, los trabajos que realizan los prestadores pueden incluir acciones directamente relacionadas con un área de especialidad, sobre todo en aquellas de corte técnico.
Los marcos normativos que regulan el servicio social, sobre todo profesional, han ido cambiando, generándose con ello posibilidades y escenarios que en ocasiones las empresas e instituciones que solicitan prestadores de servicio social desconocen. Uno de ellos es que, cuando los prestadores de servicio social son ocupados en jornadas laborales completas, deberán recibir un salario.
Lo que mueve en muchas ocasiones a solicitar prestadores de servicio social, es visualizar que no se tendrá que realizar un pago. Sin embargo, es necesario cambiar el concepto generalizado de lo que es el servicio social que, en muchas ocasiones, se interpreta como apoyos gratuitos para sacar proyectos o acciones para los cuales no se cuenta con suficiente personal.
El problema con este tipo de lógicas radica en no establecer relaciones interinstitucionales que enriquezcan los planteamientos, acciones y proyectos desde la diversidad de enfoques de las instituciones involucradas y, por tanto, que impacten en beneficios reales para la comunidad con la cual se trabaja.
Muchas de las veces las universidades se convierten en proveedoras de recursos humanos para las empresas, recursos humanos que no son considerados para compensaciones o ser contratados al finalizar su servicio social.
Los programas desvinculados en las instituciones educativas que, no en todas pues hay excepciones que lo contemplan, no consideran el compromiso social, comunitario ni la visión de trabajar de forma multi e interdisciplinaria.
El servicio social debería posibilitar un enriquecimiento de las partes involucradas para el bien común, para impactar en beneficio social, comunitario y humano. La cuestión es que los programas deben tener un objetivo social claro, personal destinado a su operación dentro de las empresas, financiamiento propio, metas definidas y, sobre todo, un programa paralelo e integrado que permita la participación activa de los prestadores de servicio social.
Es necesario decir también que, en las IES el servicio social se liga a la academia, a los diseños curriculares y a la responsabilidad social, enriqueciéndose la visión de extensión y difusión universitaria, cada vez se exige que el servicio social tenga componentes y dimensiones que lo robustecen, de ahí que se requiere que los programas sean construidos, operados y con seguimiento de ambos actores directos institucionales, que si bien no los únicos: las IES y las empresas, en su sentido amplio.
Donde los actores no son únicamente las instancias propias de servicio social y los prestadores de servicio social; se suman: académicos, personal específico para la operación y a diversos sectores como el gubernamental.
Lo importante es generar una visión de la recuperación por parte de las IES y las empresas, del compromiso y, sobre todo, un deber humano para con el otro, los otros, la sociedad. De impacto planeado, continuado y sobre todo coordinado con las poblaciones con las cuales se trabaja.

*Profesor–investigador de la Universidad Pedagógica Nacional Unidad 113 de León, Gto. cespadas1812@gmail.com

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