¿Se puede cuestionar la autonomía universitaria?

 en Marco Antonio González

Marco Antonio González Villa*

En las últimas semanas, a través de las mañaneras el presidente ha estado haciendo señalamientos y cuestionamientos a diferentes Universidades, principalmente a la UNAM, haciendo finalmente una invitación a que reabran sus puertas y vuelvan a las clases presenciales.
La situación resulta interesante si consideramos el carácter de autónomo del que gozan varias de estas instituciones entre ellas la referida. Esto obliga a hacer una reflexión en torno a qué significa o implica ser una Universidad Autónoma.
La etimología griega nos brinda una idea general: ser autónomo significa regirse por sus propias reglas. En lo que se refiere a la legislación y el reconocimiento interinstitucional de dicha autonomía, implica, en lo práctico, una serie de condiciones como la libertad de cátedra e investigación, la libertad de implementar modelos de evaluación, contar con sus propios mecanismos de regulación, determinar sus planes y programas, de tener la facultad, responsabilidad y capacidad de gobernarse a sí misma, determinando el manejo de los recursos económicos que el Estado o el gobierno federal les conceden, entre otros elementos. Situación que no viven muchas instituciones educativas, las no autónomas, en donde es básicamente una figura política o económica, quien determina cada punto señalado.
Al ser instituciones independientes, disponen de la calidad moral e intelectual que les permiten cuestionar y/o criticar las condiciones políticas, sociales y económicas del país, favoreciendo de esta manera la reflexión y el enriquecimiento de la cultura y las perspectivas sociales a partir de la diferencia.
Sin embargo, hablar de la autonomía de una institución, de una Universidad, nos lleva a tener claro que dicha autonomía depende de las personas que la conforman, por lo que la historia nos muestra que en ocasiones no es respetada o se lacera su esencia. Como ejemplo podemos referir 3 casos concretos de la UNAM: la huelga del 99 que concluyó con el ingreso de la Policía Federal Preventiva quebrantando así su autonomía; el papel de Narro Robles como Rector, que era, como otros, una autoridad a modo apoyada por el Gobierno Federal y que le permitió continuar con una carrera política; por último, la última movilización de estudiantes en apoyo a docentes sufriendo una precarización laboral decidida, no democráticamente, por autoridades sin riesgo laboral y con sueldos ofensivos en su comparación con los agraviados. Es por eso que vemos que, por personas no por las Universidades mismas, en ocasiones se cuestiona su carácter autónomo.
Regreso entonces con lo que empezamos, el presidente cuestiona a las Universidades sin considerar que la decisión les pertenece a ellos y no a una indicación, orden o sugerencia que alguien, ajeno a la Universidad, brinda, independientemente de su cargo o función, ¡se puede cuestionar la autonomía universitaria? Obviamente si, sólo falta ver el sentido y el fin que existe detrás de esa crítica ¿no?

*Doctor en Educación. Profesor de la Facultad de Estudios Superiores Iztacala. antonio.gonzalez@ired.unam.mx

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