Reformar (o no) la ideología educativa

 en Miguel Bazdresch Parada

Miguel Bazdresch Parada*

Análisis encontrados ha suscitado la intención del gobierno de reformar la legislación educativa y modificar la estructura curricular actual del servicio educativo del gobierno federal. El gobierno federal ya propuso y logró una reforma del marco constitucional vigente en el sexenio anterior, fruto a su vez de una reforma del gobierno previo. Este ritual ahora se prolonga en una propuesta de reforma del “Marco curricular” que organiza la estructura del currículo, es decir el cómo se educa.
Desde luego se ha suscitado una discusión nacional pues la educación es un valor cuya importancia y ejercicio concreto es de la sociedad en su conjunto. Conviene resaltar: el servicio educativo (cómo) lo organiza el gobierno, y los fines de la educación (el qué y para qué) los define el Estado, esto es, pueblo y gobierno, si se prefiere ese lugar común.
Un ejemplo de años anteriores puede ayudar a poner en su lugar las diferentes partes de una reforma en materia educativa. El gobierno formado para el sexenio 1982–1988, presidido por Miguel de la Madrid, publicó en agosto de 1984 el Programa Nacional de Educación, Cultura, Recreación y Deporte, 1984–1988. A continuación, se reproducen algunos párrafos centrales de esa síntesis pública para evidenciar el proceder gubernamental de entonces, muy parecido al actual.

“1. Estado actual de la educación en México. (…) subsisten serias deficiencias y problemas que impiden el óptimo aprovechamiento y desarrollo de las tareas que realiza el Sector Educativo, como parte de los requerimientos y retos a que se enfrenta nuestro país. (…) [así] revela el gran desafío al que deben enfrentarse tanto el sistema educativo como la sociedad en su conjunto”.
“2. La revolución educativa. (…) persigue los siguientes objetivos específicos: Elevar la calidad de la educación en todos los niveles, a partir de la formación integral de los docentes (…) atención prioritaria a las zonas y grupos desfavorecidos (…) Racionalizar y descentralizar la educación básica y normal…”.
“3. Estrategia de la revolución educativa. (…) esta Revolución fortalecerá al docente, su capacidad profesional, su responsabilidad social y su vocación de servicio. (…) Tendrán que diseñarse e implantarse a la brevedad nuevos métodos, instrumentos y recursos que aseguren la educación de alta calidad a nivel masivo”.

Hoy, el marco curricular propuesto por este gobierno propone un punto clave: La participación. Se reproduce un párrafo que lo deja claro:

“Se considerará para el diseño de los programas de estudio la participación de las maestras y maestros del territorio nacional, las comunidades indígenas y afromexicanas, así como la opinión de aquellos que representan la diversidad de género, clase, sexualidad, capacidad. Esta prescripción tiene como fundamento atender el principio de justicia curricular tanto en su diseño, operación y valoración, considerando como aspecto central la inclusión y relación recíproca, solidaria y de interdependencia de todos los colectivos sociales que acuden a la educación básica en todos sus niveles, grados y modalidades”.

Es clara la necesidad de hablar de los procesos para construir los cómo de la reforma. Los métodos hasta hoy usados desmienten la importancia nacional de la intención reformista.

*Doctor en Filosofía de la educación. Profesor emérito del Instituto Superior de Estudios Superiores de Occidente (ITESO). mbazdres@iteso.mx

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