¿Quién golpea a los alumnos? Otra vez…

 en Marco Antonio González

Marco Antonio González Villa*

Se veía venir; era cuestión de tiempo. Los hechos ocurrido este lunes en Ciudad Universitaria en la que fueron atacados y lastimados alumnos del CCH, como siempre, se pudo haber evitado, pero no, alguien decidió agredir.
Las razones, por las cuales históricamente se ha maltratado a los alumnos, responden siempre a una injusticia y un abuso de poder de una persona que comúnmente no se encuentra en las aulas, pero que tiende a vigilar y querer controlar su comportamiento, llámese director, presidente, gobernador, seguridad pública, ejército y, que cuenta con personas que se pueden hacer cargo del trabajo sucio como soldados, policías, porros o pseudo estudiantes, grupos de choque, por referir algunos ejemplos, para que no tengan que dar la cara y así lavarse las manos, que tampoco se vean obligados a dar explicaciones y se limiten a decir que se llevarán a cabo investigaciones para esclarecer los hechos, lo cual puede tardar mucho tiempo y no necesariamente los resultados ofrecidos nos traen tranquilidad, calman el dolor o reparan el daño.
El alumno es una figura social a la que se puede agredir de formas diferentes y siempre con el cobijo de la impunidad. Este sexenio así se hizo patente y nos demostró que sin importar la forma de agresión, ya sea desaparición, golpes, violaciones, puesta en marcha de reformas y modelos educativos que promueven la desigualdad social, no importan, no habrá consecuencias.
Es un hecho que las movilizaciones estudiantiles, como en el IPN o la UNAM, tendrán siempre el objetivo de señalar y cuestionar el actuar de un alguien social, persona o figura institucional, que antepone sus intereses o es llevado por el placer exacerbado que a muchos les ocasiona el ocupar o tener un lugar de poder lo hace tomar decisiones sin considerar el punto de vista del alumno, olvidando que es precisamente este último el actor principal de las escuelas y el futuro del país. El alumno existe sin el maestro, el maestro sin el alumno no necesariamente.
Es por estas razones que todos, sociedad en general, padres, madres y profesores, debemos cuidarlos, protegerlos y velar por sus derechos. Apoyar sus luchas, sus peticiones, seguir sus causas, sobre todo cuando las razones son válidas y existe una clara exigencia de justicia. Luchar con ellos desde diferentes trincheras: apoyando moralmente, acompañarlos ante autoridades, cuidar su integridad, ayudar en la redacción de sus pliegos, brindando asesoría o escribiendo como señal de apoyo, es una obligación moral. Un alumno comprometido con su formación y convencido de su lucha no dudará en poner riesgo su integridad por seguir sus ideales, hagamos entonces lo correcto: dejemos de golpear a los alumnos. Va por ti Memo

*Maestro en Educación. Profesor de la Facultad de Estudios Superiores Iztacala. antonio.gonzalez@ired.unam.mx

Comentarios
  • Ana

    Excelente reflexión maestro

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