Puentes

 en Rodolfo Morán Quiroz

Luis Rodolfo Morán Quiroz*

En un sentido concreto, se trata de estructuras que se utilizan para transitar de un punto a otro, por encima de arroyos, ríos, barrancas, calles y avenidas. Algunos están diseñados para ser utilizados a pie, ya sea por humanos solos o con la compañía de animales (vacas, perros, caballos, burros, borregos) o aparatos que apoyen el traslado (muletas, sillas de ruedas, bicicletas, patines). En muchos otros casos, son puentes que permiten el paso de vehículos de mayor tamaño, desde coches, autobuses y trenes. Algunos posibilitan ser usados por peatones y ciclistas que cruzan paralelamente a los vehículos. Algunos han sido construidos en varios niveles y así podemos ver puentes sobre puentes cuyas líneas se entrecruzan visualmente para que no se crucen los caminos de quienes los transitan.
Hay puentes famosos por su ubicación o por su belleza o por lo impresionante de sus entornos. Algunos aparecen con mayor frecuencia en las imágenes históricas y actuales. Pienso, por ejemplo, en los puentes en Venecia y en Florencia, en París y en San Francisco. Hay algunos puentes que no se construyeron porque estaba prohibido construirlos, como fue el caso de los que NO debían construirse sobre el río Neva, en San Petersburgo, pues el zar Pedro I decidió que no debían existir. La población de las distintas islas que componen esa ciudad tenía que esperar al invierno para cruzar a pie sobre las aguas congeladas Del Río Neva, o pagar a quienes tuvieran embarcaciones para cruzar de una isla a otra. Hay otros puentes infames que son conocidos por mensajes de boca a boca que advierten que no conviene cruzarlos. Señalo al menos un par: en Tijuana hay un puente que soporta una vía de ferrocarril y que los lugareños utilizan para pasar a pie de un lado al otro de la canalización del río Tijuana. Era frecuente que los peatones fueran despojados de sus pertenencias al no tener alternativa de escape cuando transitaban por ahí. Alguna vez me contó un tijuanense que, como pasaba diariamente por ahí, como único camino entre su casa y su escuela, los “cholos” asaltantes le comunicaron que ya no lo asaltarían más, atención y “gentileza” que extendieron después a sus hermanos mayores. En otros puentes, en ciudades como Zapopan o León (Guanajuato) hay puentes que cobran tal fama de peligrosos a causa de los frecuentes asaltos, que se convierten en obsoletos, con excepción de algunos cándidos y desinformados que intentan cruzarlos y, en esa acción, dotan de botines (o, más correctamente, de zapatos tenis, carteras, celulares o bicicletas) a los malhechores que confían en que no habrá manera de evitarlos una vez iniciado el cruce. Hay otros puentes que parecen haber sido diseñados para que los peatones aumenten sus recorridos cotidianos, como los adosados a las rutas de “Mi Macro” en la zona metropolitana tapatía o algunos que ayudan a pasar de un lado a otro de algunas avenidas.
En un sentido abstracto, los puentes representan otros procesos de transición de un punto a otro. Una de las metáforas más conocidas basadas en esta capacidad comunicativa de los puentes es la transición entre un idioma y otro, o entre una forma de expresión y otra. Suele ilustrarse la labor de traductores e intérpretes con un puente que les permite llevar las ideas de la orilla de una lengua y comunicarlas a la orilla opuesta de la lengua de destino. Es sintomático que la lengua desde la que se traduce se denomine “lengua de origen” y aquella a la que se traduce, se convierta en “lengua de destino”. El proceso de traducción constituye una transición que convierte a intérpretes y traductores en una especie de profesionales de la arquitectura y la ingeniería, que trabajan con maestría vocablos e ideas como materia para la construcción de estas transiciones.
Otros uso de la metáfora de los puentes suele asociarse al papel de comunicar entre los poderes divinos y los seres humanos, por lo que se establece como una etimología de la palabra “pontífice” (constructor de puentes), por extensión, puente en sí mismo, que se aplica al Papa de la Iglesia con sede en esa parte de Roma que constituye el estado Vaticano. Por cierto, uno de los estados con mayor capacidad de “inteligencia” en el sentido de espionaje en el planeta. Lo que lo pondría en constante comunicación (explícita e implícita) con otros estados del mundo. La etimología de la palabra pontífice se asocia de distintas maneras a los puentes (aquí: https://www.delcastellano.com/etimologia-pontifice/), en algunas de ellas como constructores o promotores de la construcción de puentes en el sentido concreto, de los que sabemos que hay varios para comunicar de una ribera a otra del Río Tíber.
Hay puentes en los que se cobra un peaje por cruzarlos. Si las personas no desean dar un largo rodeo o mojar cuerpos o pertenencias, prefieren pagar ese costo que los asociados con prolongar los recorridos. Hay maneras en que la corrupción evita “trámites” (literalmente: “de una parte a otra”) construyendo maneras de salvar esa transición en vez de quienes son los responsables de cubrir determinados requisitos como pagos, entrega de documentos, pruebas y demostración de determinadas capacidades. Y por ello cobra también una “colaboración”: “lo que sea su voluntad”, suelen decir los mediadores o “coyotes”, aunque, por lo general, hay tarifas ya establecidas para que otros agentes se encarguen de determinados brincos burocráticos.
En otro sentido metafórico, la escuela sirve también como un proceso de transición entre la orilla de la ignorancia o la incapacidad para resolver problemas, y la orilla del conocimiento o, al menos, de una mayor capacidad para la resolución de problemas. La idea de una escuela “preparatoria” tiene ecos de esta idea de un puente que sirve para la transición de una época de aprendizajes generales a habilidades más especializadas ligadas a las profesiones.
Finalmente, la idea del puente solía asociarse con la utilización de un día como pasadizo entre un día festivo y otro. Aunque oficialmente el día no sería festivo, había quien aprovechaba su ubicación entre dos días festivos para hacer un puente y evitar también ese día el trabajo. En años recientes, suele llamarse también “puente” a los casos en que no hay un día que sirva de transición entre días festivos. Simplemente, al estar unidos, por ejemplo, un domingo con un día de fiesta nacional, se les llama “puente” cuando en realidad no hay una estructura que sirva de transición. De esos (mal llamados) puentes que no tienen un día intermedio habrá al menos los lunes 6 de febrero, 20 de marzo, primero y 15 de mayo este año. Además del viernes 5 de mayo. Lo que podría ayudar a predecir que habrá quien construya algunos puentes de largo alcance con las horas del martes 2 al jueves 4 de mayo. Ya se verá si esa semana se convierte en un puente apacible entre dos orillas de las tensiones del trabajo cotidiano.

*Doctor en Ciencias Sociales. Profesor del departamento de sociología. Universidad de Guadalajara. rmoranq@gmail.com

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