Proyectos postergados, proyectos truncados

 en Rodolfo Morán Quiroz

Luis Rodolfo Morán Quiroz*

Los juegos olímpicos no se realizarán en 2020. Se postergarán para el 2021. Para muchos, esa decisión, con fundamento en la emergencia sanitaria que a todos nos ha alterado las vidas, tiene importantes consecuencias. Implicará, para muchos, prolongar sus entrenamientos más allá de lo que tenían programado. Para otros, dadas las condiciones de sus cuerpos en la práctica de sus disciplinas, podría significar que queden en desventaja frente a otros más jóvenes, menos agotados, más resilientes.
En todo el mundo, la cantidad y la calidad de aventuras, viajes, cursos, visitas, diálogos, experiencias, romances y aprendizajes (programados o inesperados) se han visto alteradas. Hemos tenido que suspender muchos de esos proyectos. Modificarlos y expresarlos con otras modalidades, de lo real a lo virtual en la mayor parte de ellos. Hemos encontrado que nuestros preparativos, al igual que los entrenamientos de los atletas olímpicos, ya no servirán para las ocasiones que preveíamos. Quizá las ocasiones ni siquiera se presentarán nuevamente. Habrá quienes no podrán reunirse otra vez con sus amigos o sus parientes. No esperábamos que la ocasión más reciente de encuentro con determinados grupos de estudiantes, con determinadas personas, se convertiría en la última vez que nos encontraríamos.
Muchos de los proyectos podremos retomarlos más delante, quizá en otras condiciones, muchos otros tendrán que cancelarse. Algunas personas, afortunadamente, han optado por reconocer la necesidad de transformar sus metas y cambiar los medios para lograrlas. De algunos, especialmente de los políticos que deberían estar a la cabeza de las medidas para reducir los impactos de la pandemia, nos hemos enterado de que no han sabido qué más hacer fuera del libreto que tenían preparado. Más que ganar medallas de oro, plato o bronce, han malgastado la oportunidad y la convirtieron en el momento para mostrar el cobre.
Quienes tuvieron la capacidad de reaccionar rápido ante la novedad de la situación han establecido nuevos proyectos, con distintos productos, distintas experiencias, distintas fechas y hasta con distintos equipos de trabajo. Habrá que reconocer, empero, que la mayor parte de los sistemas educativos en el mundo no estaban preparados para atender a la gran mayoría de sus participantes desde la virtualidad. En estos sistemas, a pesar de los recursos con los que contaban antes de la pandemia, hemos aprendido a interactuar y seguir en la distancia algunos de los procesos de aprendizaje que usualmente seguimos de cerca y en pequeños avances.
Algunos de los estudiantes y docentes han señalado las ventajas de alejarse de las rutinas y las dinámicas sociales de la escuela; otros las extrañamos, en especial los diálogos y las discusiones espontáneas; otros hemos tenido que experimentar nuevas tecnologías y mediaciones. Lo que nos ha dado la posibilidad de convertir esos aprendizajes en parte de nuestros proyectos inesperados, muchos de los cuales tendrán que sustituir a los proyectos truncados o definitivamente cancelados.
En muchos casos, hemos tenido que cambiar no sólo nuestros medios para lograr los objetivos, sino también replantear nuestros puntos de partida y de llegada. Encontramos habilidades que nuestros estudiantes manejaban desde antes y que no considerábamos parte de los aprendizajes significativos en la educación formal, a la vez que hemos tenido que reflexionar acerca de algunas de las, ahora más visibles, obsolescencia de algunas de las habilidades que solíamos considerar vitales. Tendremos que replantearnos a dónde vamos en la educación formal y cómo llegaremos ahora que nuestros principales medios y espacios se han visto cuestionados.

*Doctor en Ciencias Sociales. Profesor del Departamento de Sociología del CUCSH de la UdeG. rmoranq@gmail.com

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