Prosperidad

 en Rubén Zatarain

Rubén Zatarain Mendoza*

La Llegada del año 2020, como en otros años, está caracterizada por un círculo de energía positiva hecha palabra en un decreto de mucha fuerza.
“Que tengas próspero año nuevo” lo decimos verbalmente acompañado de un abrazo y del consumo de las correspondientes a igual número de meses, doce uvas.
Paradójicamente, el “que tengas un feliz y próspero año nuevo” también va acompañado de una sensación de despedida en muchos casos. Despedir el tiempo marcado para todos en los 365 días de 2019, estrenar tiempo, sembrar condiciones para cosechar prosperidad, aquilatar experiencia y procesar acontecimientos y errores; afirmaba Mario Benedetti “El porvenir de mi pasado tiene mucho a gozar, a sufrir, a corregir, a mejorar, a olvidar, a descifrar, y sobre todo a guardarlo en el alma como reducto de última confianza”.
El porvenir se labra con esa voluntad de emprender nuevas rutas y de superar escollos, procesos relacionados con esa capacidad de aprender y de hacer del error un buen maestro.
Los primeros días del año son también momentos para planificar y ejecutar el retorno.
Los visitantes norteños tienen que regresar a sus trabajos, los visitantes nacionales tienen que retornar a sus hogares después de las agradables visitas familiares, los estudiantes y viajeros también preparan maletas para volver.
La prosperidad a veces brilla en otros puntos cardinales del mapa, en otros puntos donde se es, de donde está el trabajo, donde se encuentra la institución universitaria que educa, la relación afectiva que adopta.
Desear prosperidad y el bien es una tradición en la familia, entre amigos y entre compañeros del trabajo, desear prosperidad a los cercanos es un primer regalo que hacemos a quienes queremos o estimamos de alguna forma.
El período vacacional se acorta y el retorno es inminente. Las fiestas navideñas y la velada en espera del año nuevo han terminado; el tiempo aún se detiene mientras nuestro ser toma impulso en el silencio, en el aire frío que se cuela por calles y avenidas, entre las brumas ocre de la ciudad contaminada, en el rayo de sol que viaja por brechas y caminos reales, por mesetas y costas.
El calendario del nuevo año empieza a correr y con él los días venideros en el necesario reacomodo de proyectos y diseño de metas.
Tiempo también de toma de decisiones, de reanudar la travesía, de recuentos.
Recuento de números: dinero, peso, calificaciones, gastos, deudas, etcétera. La herencia del año viejo puede ser solo números rojos, mientras los artificios de las fiestas recién vividas son parte ya del basurero.
Recuento de logros y de fracasos, de aciertos y errores, de conflictos resueltos y de problemas vividos, de gritos y silencios.
Recuento de permanencias y ausencias dentro y fuera de nuestro círculo de relaciones humanas más cercano.
Recuento de los pagos inmediatos de refrendos de automóviles, pagos de prediales y consumos anticipados del agua potable.
Tiempo de regularizar pagos y recargos.
Recuento de libros leídos, canciones nuevas escuchadas, películas de arte compartidas.
Tiempo de risas por las puntadas de hermanos y padres, tiempos de lágrimas porque la reunión colectiva es un cocktail de grandes emociones, de secretos dolores, de bromas y de sueños comunes.
Recuento de juegos de mesa disfrutados con los niños de la familia, de pelotas perseguidas y canicas disparadas al lado de quienes practicamos la genuina necesidad de jugar.
Recuento de kilómetros caminados con esos viejos zapatos, de experiencias y bellezas acumuladas en nuestro ojo, de charcos y piedras rodeadas a nuestro paso.
Recuento de árboles y rosales plantados en la primavera, de flores regaladas con el buen trato y la palabra amable. De aves canoras, grillos y ranas escuchadas.
Tiempo de meditación y de contemplación de cielos llenos de estrellas, de lunas crecientes y llenas que observamos de frente y de reojo.
Recuento de las noches en vela y de los días felices, de las luciérnagas fugaces.
Recuento del tiempo productivo, del tiempo vivido pero no disfrutado, del tiempo lamentablemente perdido en afanes sin dirección.
Tiempo de cultivar, de regar nuestras siembras, tiempo de pajarear, de desquelitar y fumigar plagas.
Recuento de los días en que gozamos de cabal salud, de los días en que la enfermedad nos deja claros mensajes.
Año nuevo en que pedimos SALUD para nosotros y los cercanos.
La salud física, mental y emocional necesaria para subir la cuesta de los días, de las horas. La salud como principio de movimiento, como principio del deporte, del trabajo, de la sonrisa y del bienestar por construir.
Tiempo de recuento de los bienes materiales que concretamos, del crecimiento personal y familiar logrado. Tiempo de revisar cuentas de ahorro, tarjetas de deudas.
Año nuevo en que deseamos prosperidad en materia de DINERO, que otra cosa más simbólica del progreso material que el dinero, que otro motor de tantas voluntades para objetivar el progreso material. La baraja americana y sus cartas de diamantes, la baraja española y sus cartas de oros. El dinero y la guerra, el dinero y la paz, la persecución de cada quien en pos de su propio Dorado imaginario, el periplo de la acumulación.
Otra de las peticiones para el nuevo año es el AMOR, ese grupo de emociones y sentimientos que no debe faltar como dador de sentido a la existencia humana. Amor para alimentar las raíces, amor para alimentar las alas de la poesía, la música y la sensibilidad en otras artes; amar es una forma de renovar el corazón pero desde nosotros, tal como escribía Charles Dickens “Un nuevo corazón para un nuevo año, ¡Siempre!”
El nuevo calendario del año que inicia es la oportunidad de retroalimentar proyectos personales y delinear en un marco de posibilidad las acciones para el logro de los propósitos.
La primera formación de los constructores de prosperidad que requiere la sociedad mexicana está en la familia. La primera formación del valor de la solidaridad por la prosperidad del prójimo está en la familia también.
No podremos construir una sociedad próspera si no trascendemos el espíritu de formación y deformación del hombre egoísta y ajeno a las necesidades de otro. La prosperidad carece de sentido en la isla de un Robinson Crusoe atemporal atrapado en su isla; la prosperidad o es familiar, o es colectiva, o pierde totalmente su sentido como el Ciudadano Kane arrumbado en su mansión, desbordado de lujo, pero que pena millonario también en soledad; atrapado en el dolor culpígeno por el daño infligido al prójimo, solitario y cabizbajo en una de sus esquinas de su amplio comedor jamás visitado.
Está claro que prosperar no será nunca solo acumulación de bienes materiales y disposición de liquidez para satisfacer egos insaciables.
La prosperidad personal, familiar, en el nivel de la pequeña escala, es un granito de arena para la prosperidad nacional que requerimos, entendida esta como calidad de vida para el mayor número de mexicanos.
En el seno de la familia, pequeñas acciones como formar el espíritu de laboriosidad a través del trabajo, harán la diferencia; en la pequeña escala de un cochinito-alcancía de los pequeños está en germen la cultura del ahorro, la cultura de previsión el futuro, la educación financiera para administrar-se en su trayecto personal por el intercambio comercial de bienes y servicios.
Pequeñas acciones como generar confianza y fortalecer la autoestima y hacer práctica de compromiso y generosidad harán la diferencia en la calidad de seres humanos que aportamos para el enriquecimiento de la vida social; primeras acciones como el respeto a su persona y el trazo de límites a sus tentaciones egoístas.
La escuela, por ahora provisionalmente con paredes de concreto y silencio, es también laboratorio taller donde se forman seres humanos practicantes de valores importantes como la igualdad y la justicia social, que es otra forma muy poderosa de colaborar con ese proyecto social de generar una nación próspera.
Escuela y prosperidad, maestros y educandos aliados para construir prosperidad, sigamos reflexionando mientras transcurre ya el tiempo valioso de un nuevo año.

*Doctor en educación. Profesor normalista de educación básica. zatarainr@hotmail.com

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