Primer aniversario del mundo que no conocíamos

 en Jaime Navarro Saras

Jaime Navarro Saras*

En los próximos días cumpliremos un año de que las escuelas cerraron sus puertas y trasladaron su función a otros escenarios, lo mismo se dio desde los hogares del profesorado (la gran mayoría) y otros más (los menos) desde algún cíber, una fonda, changarro o una cafetería con internet, una plaza pública o donde hubiera conectividad y facilidades para ello.
Ha sido un año complejo para la educación tradicional ya que, durante la realidad que le impuso el Covid-19 aprendidos (quienes tenemos algún tipo de relación con la escuela) a hacer las cosas de manera diametralmente diferente a cómo lo veníamos haciendo de marzo de 2020 hacia atrás.
Antes de que la escuela se confinara en los hogares de docentes y estudiantes, se insistía en las políticas educativas de que la tecnología digital debía estar al alcance de las escuelas, situación que se dio (para bien o para mal) a través de experiencias reales como las aulas Foracid antes de año 2000, lo mismo la Enciclomedia y el Programa Habilidades Digitales para Todos en pleno siglo XXI, de esas iniciativas (hoy en día) sólo quedan ruinas y espacios sin uso (y no tanto por el Covid-19, sino que ya lo estaban así desde antes). Aunque la verdadera cara real de esas experiencias se puede ver en las habilidades y competencias aprendidas por las generaciones que egresaron de las escuelas de educación básica y que utilizaron dichos programas a lo largo de los últimos 30 años, la mayoría que hoy son adultos, tienen serias dificultades para resolver muchas de las situaciones cotidianas relacionadas con la digitalización.
Es cierto que pasó un año y no somos los mismos que éramos hasta antes de ello, los dispositivos digitales (por ejemplo) dejaron de ser aparatos de difícil uso, de hecho, cuando se regrese a la normalidad se seguirán usando y serán indispensables para trabajar en las aulas y generar mejores aprendizajes en los estudiantes, lo mismo sucederá con las plataformas que se hicieron tan populares como Zoom o Meet, las redes sociales y los correos electrónicos que ya eran bastante comunes antes del confinamiento, esto, se quiera o no, llegó para quedarse por siempre y eso será el gran aprendizaje que dejará el Covid-19 para docentes, estudiantes, directivos, padres de familia y autoridades educativas que hacen posible la escuela.
Una vez que regresemos a las escuelas tenemos que poner en práctica las lecciones que nos dejó el Covid-19, porque, si no lo hacemos, entonces será señal que realmente no aprendimos nada y tenemos que conformarnos con las escuelas que teníamos, por lo cual, seguirán siendo espacios planos, rígidos y ajenos a los avances científicos, técnicos y sociales que van surgiendo gracias al esfuerzo de los individuos e instituciones que le apuestan a la mejora de las cosas para que la población tenga una mejor calidad de vida.

*Editor de la Revista Educ@rnos. jaimenavs@hotmail.com

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