¿Por quién votar?

 en Alma Dzib Goodin

Alma Dzib-Goodin*

Ante las próximas elecciones en México la pregunta ha cruzado varias veces en mis redes sociales, afortunadamente de manera privada, porque he de decir que me avergüenzo de no entender la política.
Desde mi humilde perspectiva, la política es el arte de decirle a todos lo que quieren escuchar, sin necesidad de preguntarse como se ha de lograr, solo hace falta sonreír y hacer creer que el presidente de un país es capaz de lograrlo absolutamente todo, es parte del atuendo de los políticos.
En este sentido, los políticos no tienen que cumplir sus promesas, pues la mayor parte de las veces no podrán recordar que le dijeron a quien, en dónde, bajo que contexto. Es entonces obligación de nosotros, el pueblo, hacer que las cosas sucedan en el día a día. El presidente dirige los deseos del pueblo, no está en el puesto para sacarme de pobre o resolver mis problemas, es solo una cara elegante para el país.
Bajo este contexto, por quien vote, no va a cambiar el sufrir de un pueblo, porque ningún político sufre lo que sufre el pueblo. Pudo haber nacido y crecido como pueblo, pero en cuanto decide ser político, se convierte en una raza aparte, aquella que está más arriba, que está ahí por mi voto, pero no para mí. Eso es una falacia política.
Cuando pregunto por las soluciones que los políticos en campaña ofrecen a los problemas nacionales, parece que nadie entiende lo que es plantear un problema y diseñar una solución. No basta decir que se va a fomentar la educación, ¡no!, quiero escuchar que brinden soluciones reales, como dignificar la labor docente, con campañas sociales en donde se celebre al maestro, quiero que abra las puertas a la ciencia y al arte, quiero que busque entre los vecinos espacios para hacer canchas de fútbol, para que los niños sueñen con ser futbolistas con el sudor de su frente, y no solo frente a un televisor. ¡Eso sería una forma de ayudar a la educación!
Quiero votar por un político que tome en cuenta el medio ambiente y las implicaciones para la salud de los habitantes, por lo que debería tener en su gabinete a un arquitecto de gran renombre para que desenmarañe el caos que viven las grandes ciudades, donde se construyen espacios habitaciones carentes de lugares para autos, lo que provoca caos vial, contaminación, uso indecente del tiempo y enfermedades.
No hace falta un súper héroe que resuelva con sus labios los problemas, sino una acción conjunta entre sociedad y gobierno. Lo cual implica que a veces nos digan lo que no queremos escuchar, es por ello que quiero a un presidente que tenga como asesores a gente del pueblo, que entienda al pueblo. Necesitamos doctores que entiendan las necesidades de las personas con demencia y con cáncer, pues a más años de vida, mayor es el impacto de estas enfermedades.
Voto por un presidente que se sienta humilde ante los campesinos, y como dice mi amiga Gaby García, haga entender a todos que los campesinos son los súper héroes de la población. Quiero un presidente que levante el campo y le dé dignidad para que el narcotráfico no inyecte su veneno es nuestra tierra.
Un presidente que castigue la corrupción. Que la elimine de nuestro vocabulario.
Quiero un presidente tan digno, que nadie se atreva a burlarse de sus acciones y sus palabras, y que haga que la gente se sienta contenta de estar en un país donde las oportunidades son posibles, donde se dejen de contar muertos y se cuenten premios internacionales para que los niños quieran llegar alto.
No veo a un candidato que entienda la política internacional, las leyes económicas que se empiezan a imponer o que hable con dignidad por y para el país. Quiero un presidente que hable al menos 3 idiomas: español, inglés, ciencia y tecnología. Que entienda de los problemas y busque un equipo de trabajo que los resuelva.
Deseo un presidente capaz de negociar y escuchar al resto de la cúpula de poder, para ello necesita saber mucho, pero mucho de historia y ser un gran aprendiz de ella. Una persona humilde, capaz de escuchar a los arquitectos, a los jardineros, a los médicos o a quienes siembran droga, para que juntos dignifiquemos a este México tan necesitado de paz.
Espero un presidente que sea capaz de sacudirnos, de inspirarnos, para que vote por alguien que no me prometa que va a hacer todo por mí, ¡no, no necesito que me resuelvan la vida!, deseo alguien que haga preguntarme ¿qué puedo hacer yo por mis país?, con estas manos, con las manos de las madres que dan de comer a cinco, con 15 pesos; con las manos de los estudiantes que no han de encontrar trabajo; con las manos de los empresarios que han de cerrar sus negocios o los mudarán al extranjero; con las manos de los maestros que tienen toda la intención de cambiar el rumbo del país, pero que su trabajo ha caído en la vergüenza; con las manos de los artistas y científicos.
Quiero un presidente que le diga a cada extranjero famoso, que por cada centavo que se lleve a su país, brinde un concierto, una clínica o un espectáculo gratuito para abrir las puertas a la cultura y que deje de ser un asunto elitista.
No quiero promesas, sino un plan de acción. Como dicen los rusos, no me digas el problema, dime como lo resolviste… Quiero un país que escuche y piense muy bien que un presidente no hará el cambio, el país lo hará en lo cotidiano. El presidente sigue los deseos del pueblo, el pueblo decide. No tiene porque refugiarse en la política porque ningún político pone el pan sobre la mesa, lo hace el trabajo y el esfuerzo de cada uno, desde sus trincheras, eso no cambiará el día después de las elecciones.
Se buscan candidatos… ¿alguien cree que los que gastan tantos millones del pueblo en campañas políticas tiene las agallas para usar ese dinero en algo más digno, y hacer que ese presupuesto sirva para dignificar las escuelas y los hospitales?

*Directora del Learning & Neuro-Development Research Center, USA. alma@almadzib.com

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