PISA sigue pisando los callos de las autoridades educativas

 en Jaime Navarro Saras

Jaime Navarro Saras*

“Lo hemos dicho siempre, PISA no evalúa el aprendizaje
de los contenidos que se imparten en las escuelas,
ni el ejercicio de los docentes,
sino las competencias que tienen
los estudiantes a los 15 años”.

Xiomara Guante, presidenta de la Asociación Dominicana de Profesores (ADP)

Resulta pues, que a dos décadas de la publicación de los primeros resultados de la Prueba PISA en el mundo seguimos casi igual y, en algunos aspectos peor que en 1999 (principalmente la comprensión lectora y las matemáticas), desde entonces hubo de todo en este país, entramos al año 2000 con una alternancia en el gobierno federal, sale el PRI después de 70 años en el poder y entra el PAN; después de 12 años sale este partido y regresa el PRI por sólo 6 años y ahora gobierna MORENA.
Las estrategias, proyectos y programas educativos han sido bastos para intentar salir de los últimos lugares del ranking de PISA, primero llegó la Enciclomedia que poco logró hacer por la educación mexicana (amén del gasto desmedido, las deudas con los proveedores y las múltiples escuelas que no recibieron el servicio ni los materiales prometidos), hoy sólo quedan unas cuantas cosas de ello, quizá los pintarrones electrónicos que ya no son más, de las computadoras ni sus luces; lo que si quedó como evidencia de ese plan fallido fueron las instalaciones de seguridad (cuyo gasto corrió a cuenta de los padres) y lo cual era condición para su instalación, desafortunadamente en la mayoría de casos el gobierno no cumplió con su parte.
No menos importantes fueron las innovaciones y modificaciones cosméticas influenciadas por algunas modas pedagógicas coyunturales importadas de los países que lideraban el ranking de PISA como Finlandia, sin analizar con profundidad y detenimiento los procesos de cada sistema educativo, así como las condiciones socioeconómicas y sociales de los países miembros de la OCDE, de la noche a la mañana las autoridades educativas se pusieron como meta parecerse (en cuanto a lo educativo) a países como Suiza, Francia y el mismo líder del listado de la prueba, más tarde que temprano aparecieron conceptos y tecnicismos nunca antes vistos y/o dichos en los discursos y documentos rectores de la educación, se hicieron comunes frases como la enseñanza por competencias, las comunidades de aprendizaje, los perfiles de ingreso y egreso, etcétera.
Hay aspectos que no se quieren ver o si se ven los dejan de lado y a la larga no consideran que sean importantes para analizar los por qué de los malos resultados de dicha prueba a nivel macro, en este sentido, las economías de los primeros lugares del ranking son significativamente diferentes a los últimos lugares, México incluido. Debido a ello, cualquier instrumento para dar cuenta de los resultados de un sistema educativo serán poco justos, igual sucede con las medallas que los países obtienen en los Juegos Olímpicos, en los resultados media (querrámoslo o no) la inversión y el gasto presupuestal que invierte un país.
En México se cuestiona bastante a la educación pública por propios y extraños, es, desde hace por lo menos tres décadas, utilizada como un elemento clasista para diferenciar a los que más recursos tienen y pueden pagar la educación privada de los que no, incluso las empresas prefieren contratar a egresados de universidades o institutos no gubernamentales que a los que egresan de escuelas de gobierno (independientemente de sus capacidades).
Los últimos procesos educativos en México (incluida la reforma a la educación impulsada por el gobierno de Enrique Peña Nieto), fueron realizados por indicación, recomendación, puño y letra de la OCDE. Visto así, y si miráramos y analizáramos esta realidad de manera unidireccional y tajante, diríamos que al no ser mejores los resultados de 2015 y 2018 (periodo del gobierno peñista) que los de 2012, entonces aseguraríamos que de nada sirvieron esas políticas educativas para mejorar los resultados de PISA, decisiones señaladas por la mayoría de personas más como reformas laborales que educativas, acusatorias contra los maestros, de visiones punitivas y con una intención clara para disminuir los alcances poblacionales de la escuela pública, principalmente en detrimento de la población que menos recursos tiene para pagar la educación privada.
La prueba PISA no es ni será la mejor opción para ver iguales a los desiguales, por más que las autoridades quieran que el sistema educativo se parezca al de los países líderes en educación y no eliminen vicios, prácticas y formas de hacer ciertas cosas de igual manera no pasará nada, si queremos una buena educación habrá que invertir y sistematizar los procesos que se hacen bien y modificar lo que se hace mal, de otra manera (y si no sucede otra cosa) para 2021 estaremos como viene la tendencia actual: a la baja, nadie dirá y hará nada para que ocurran otras cosas.

*Editor de la Revista Educ@rnos. jaimenavs@hotmail.com

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