Percepciones sobre la reforma educativa entre los docentes

 en Andrea Ramírez Barajas

Andrea Ramírez Barajas*

En estos días se prepara la jornada de trabajo de lo que en otro tiempo fueron los TGA (Talleres Generales de Actualización) y que hoy forman parte de la Ruta formativa de los Consejos Técnicos Escolares (CTE).
En estos días el regreso al trabajo de los docentes será paulatino, entre cursos de capacitación, preparación del ciclo escolar, jornadas de organización de la ruta de mejora y, por supuesto, la inminente evaluación para los docentes que salieron ‘agraciados’. En esto me detengo ya que hay testimonios de que la aplicación de la evaluación tiene una estrategia nueva, se intenta evaluar a los docentes con mayor antigüedad y a los que recién inician en la docencia, las dos puntas de la madeja, algo perverso se esconde con dicha estrategia de evaluación.
Me detengo en los docentes comunes, aquellos y aquellas que con una trayectoria en promedio de 20 años en el servicio educativo, les ha tocado vivir algunas otras experiencias relacionadas con las propuestas de reforma educativa, ellos y ellas actúan de buena fe, es decir, tienen buenas intenciones sobre el compromiso o la mística en el servicio educativo. Sin embrago, algo comienza a pasar, algo se mueve en el magisterio, se vive bajo un clima de inquietud inédita que escapa o va más allá del compromiso profesional de educar.
A los funcionarios educativos tanto del ámbito local como nacional se les escucha huecos, su discurso es vacío, carente de contenido e incapaz de convencer. Los espacios de formación continua ya no representan verdaderos espacios de profesionalización, son espacios pensados para la simulación, para la pérdida de tiempo o sólo para conocer las reglas y los secretos (es decir las trampas) de la evaluación.
Todo esto está pasando en este momento, desde la perspectiva que he construido a lo largo de los años de mi experiencia profesional como asesora de instituciones de formación y como consultora independiente he podido percatarme, que estamos entrando ante un momento inédito en la historia de la educación y del magisterio. Nunca como ahora se había presentado tanto escepticismo, nunca como ahora se habían generado tantas preguntas que no tienen respuesta y esto no es normal aunque así lo quieran hacer aparecer las autoridades educativas en turno.
Concluyo que desde la perspectiva del magisterio, desde esta representación imaginaria de la reforma, la visión se inclina ante el descrédito, la inconformidad, pero a partir de una sensación de impotencia y de incapacidad por no encontrarle salida a los nuevos problemas de la profesión docente.
En el fondo, también lo que predomina es la necesidad de un liderazgo potente que articule lo laboral con lo pedagógico y que sirva de alternativa y que dé claridad ante tantos problemas del presente. Lo triste es que ese liderazgo no existe ni en la parte institucional, ni tampoco en los destacamentos disidentes, habría que construirlo con sentido y con capacidad para articular y conducir gran parte del descontento docente que tanta falta hace.

*Doctora en educación y consultora independiente. andrearamirez1970@hotmail.com

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