Pensar en un modelo de educación después de la pandemia

 en Miguel Ángel Pérez Reynoso

Miguel Ángel Pérez Reynoso*

Antes de la pandemia todo era predecible y estaba controlado, los espacios escolares se visitaban con regularidad, había certeza en las acciones y en los procesos formales de la educación institucionalizada.
La pandemia se tornó en un fenómeno mundial que cimbró al sistema, no sólo en dos tiempos en un antes y en un después, sino también rompió el estilo de vida en dos escenarios vivenciales a partir de exigir un auto-cuidado y del cuidado de los demás.
Aunque el fenómeno mundial llamado pandemia por coronavirus aún no se cierra plenamente a nivel mundial, sus escuelas han generado diversas enseñanzas que están ahí para poder aprender de sus lecciones y poder aprender y actuar oportunamente en contextos posteriores.
En educación la pandemia exigió tomar medidas en tres dimensiones:

a) En ser capaces de encontrar alternativas no presenciales en la educación escolar de esta manera se virtualizó y se rescató la importancia de la educación a distancia.
b) La educación se bifurca en infinidad de formas de ser asumida desde la práctica y de esta manera, hay que dejar de pensar en modelos únicos desde la enseñanza. Sus resultados sirvieron para exigir adaptar propuestas singulares a los estilos de aprendizaje.
c) La pandemia exigió una reconfiguración de la noción de relación educativa, vínculo educativo y encuentro escolar. Los procesos de socialización han cambiado radicalmente después de la pandemia de tal manera que hoy estamos exigidos a darle valor a todo aquello que no lo tenia antes de la misma.

El debate internacional gira en torno en pensar en el diseño de un modelo educativo después de la pandemia que responda y que supere las secuelas pedagógicas, de salud y emocionales que nos dejó dicho fenómeno mundial.
De esta manera los ejes o las coordenadas sobre las cuales pudiera girar dicho modelo serian básicamente seis:

a) Utilizar todos los medios y recursos como alternativas educativas.
b) No perder de vista el valor formativo de todo acto o relación educativa.
c) Priorizar el factor salud y la defensa de la vida por encima de todo acto que pudiera pensarse como un acto secundario o complementario.
d) La educación exige hoy más que nunca la inclusión de los destinos aportes disciplinarios, todas las ideas caben en la conformación de una propuesta común que sirva para todos.
e) Es fundamental educar en contexto a partir de la exigencia de reconocer cada especificad cultural étnica, social y económico y adaptar la educación a ello y no al revés, que el contexto se adapte a las ideas y a las propuestas educativas.
f) Educar con sentido para responder a las exigencias de una vida basada en la amenaza, en el riesgo y saber responder a ello.

El modelo educativo en construcción que se genera después de la pandemia deberá nutrirse de testimonios, narrativas de todas aquello que se hizo bien y también incluir las cosas que no sirvieron.
El sistema educativo deberá flexibilizar su mirada para darle cabida a otras voces y a otros actores tradicionalmente marginados o silenciados que, desde los márgenes del sistema, nos están gritando las alternativas por las cuales es posible que camine el sistema.
Aprender de la pandemia en educación es tratar de evadir el cometer los mismos errores, de improvisación y abuso político de sus riesgos. El componente pedagogía deberá ser la clave para decidir y actuar, esto deberán aprenderlo y entenderlo los políticos y gobernantes. Ante un nuevo riesgo planetario de carácter global la educación deberá tomar la palabra en primer término.

*Doctor en educación. Profesor–investigador de la UPN Guadalajara, Unidad 141. safimel04@gmail.com

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