Para las niñas y los niños de Palestina. Por un futuro con futuro

 In Miguel Ángel Pérez Reynoso

Miguel Ángel Pérez Reynoso*

Ya desde hace tiempo algunos psicoanalistas documentaban que cuando existen personajes que llegan a posiciones de poder o de alto poder (Trump, Netanyahu, Milei, etcétera), la pulsión de muerte avanza incontroladamente y el mundo corre el peligro de muchos peligros. Eso pasa ahora, no solo en la franja de Gaza, en Medio Oriente, también pasa en Venezuela, en Ucrania y en algunos países de África. La destrucción le va ganando terreno a los actos edificantes en favor de la vida.

“Un grupo de niñas y niños entre 6 y 11 años fueron asesinados en Palestina, acusados de ser narcotraficantes y terroristas; la persona que acusa y pretende justificar la masacre alega que llevaban varios kilos de cocaína y heroína y su intención era llevarlos a Occidente, a los EEUU, para envenenar a sus habitantes. Además, eran indocumentados que pretendían pasar sin papeles”.

Este ejemplo, que es un monumento al absurdo, es un pequeño botón de muestra que sirve para ilustrar la locura de los genocidas en Gaza y en el mundo entero.
Palestina (la tierra de Dios), desafortunadamente, se ha convertido en el campo de la barbarie y la masacre; el genocidio se ha materializado en un lugar sagrado. ¿Por qué ahí? Los protagonistas del mal y de la destrucción tienen aparte otra vocación: son amantes del robo y el saqueo, del saqueo de los recursos naturales como el petróleo, uranio, carbono, etcétera; el robar y el matar son sus vocaciones genocidas preferidas.
El problema mayor o el problema principal del genocidio en Palestina es el riesgo de las infancias y las juventudes. Las y los niños palestinos son la semilla de un árbol al cual se le está queriendo quitar la posibilidad de que crezca; no solo han asesinado a muchos padres y madres; también los niños que se han quedado están más propensos a morir por desnutrición, por soledad, por orfandad, por tristeza.
A la humanidad le falta ser humana y humanitaria; no es posible seguir permitiendo esta masacre genocida. Desde algún lugar debemos hacer algo; hoy, cualquier cosa que hagamos será mucho. Poder proteger, blindar y garantizar un cordón de seguridad a niñas y niños palestinos. Para luego pasar al contraataque, no con fuerza, ni con violencia, sino con acciones que sirvan para regresar a un contexto humanitario. La pulsión de muerte de los genocidas deberá neutralizarse desde su origen.
Así como se decía en otros tiempos y en otras guerras, ¿qué piensa el militar judío-israelí cuando ataca, cuando dispara, cuando agrede o cuando asesina? ¿Qué pasa por su cerebro (si es que tienen cerebro) en estos actos de barbarie, que incluso su propia religión se los prohíbe?
Estar en contra de la vida de los más pequeños de cualquier parte del mundo es el acto más vil; no basta la cadena perpetua, ni un paredón de fusilamiento para los genocidas. Tampoco basta decir que la historia los juzgue. La historia es ahora y somos nosotros los protagonistas. Hoy no basta dedicar las acciones o reprobar los abusos; debemos hacer más, mucho más, y en algún lugar debemos comenzar.
¡Basta del genocidio en Palestina! Deseamos una Palestina libre. Por las niñas y los niños y para todo el pueblo palestino. Que cesen los actos genocidas. ¡ALTO AL GENOCIDIO EN PALESTINA!

*Doctor en Educación. Profesor–investigador de la UPN Guadalajara, Unidad 141. safimel04@gmail.com

Comments
  • Rod S. P.

    Efectivamente colega, el genocida no tiene cabida en ningún lugar de la tierra y se debe juzgar con la pena capital: ojo por ojo y diente por diente.

Start typing and press Enter to search