Nueva ¿educación?

 en Miguel Bazdresch Parada

Miguel Bazdresch Parada*

Reformar la educación con la nueva propuesta del gobierno mexicano será un arduo trabajo si se quiere aplicar a la letra del acuerdo oficial con el cual se establecen nuevos planes de estudio para la educación básica.
Pueden ayudar algunos ejemplos de las nuevas determinaciones contenidas en un amplio anexo del acuerdo de 214 páginas, en las cuales se anotan 356 notas de apoyo al escrito y 66 páginas de referencias de los autores y escritos para validar el discurso.
Para empezar citas y referencias convocan a todo el siglo XX. Lo mismo se cita a los filósofos tales como Levinas, Foucault, Bauman y Nussbaum, que a los pensadores mexicanos de la educación de los últimos cincuenta años como Latapí y Diaz Barriga; y extranjeros como César Coll, Henri Giroux, Paulo Freire, John Dewey, Boaventura de Sousa, J. Eisner y Engeström. Sin duda, el acuerdo incluye a muchas de las corrientes y las propuestas de la pléyade del pensamiento educativo, no necesariamente articulables entre sí.
Otro ejemplo: La estructura curricular propuesta y sus fundamentos. Transcribo el primer elemento: “La comunidad como el núcleo integrador de los procesos de enseñanza y aprendizaje” (p. 67 del anexo) y las tres razones para proponer tal aspecto. Primera: “… la escuela no es un espacio aislado de la comunidad, sino que su razón de ser está en relación con la vida de las personas que acuden a ella todos los días con sus lenguas, costumbres, hábitos, identidades, relaciones, afectos y expectativas, las cuales se construyen y vinculan con otras personas en diferentes espacios de una comunidad urbana o rural” (p. 67).
Es una razón poderosa. En prácticas de gestión escolar ha sido común dejar de lado a personas de la comunidad, tales como familias y personas interesadas en colaborar con la enseñanza de los estudiantes. Dejar clara, recuperar la idea de la relación escuela–comunidad en tanto fundante de la educación es un hito.
La segunda razón es: “…los conocimientos, saberes, valores y relaciones que construyan las y los estudiantes, establecidos en los programas de estudio, sólo pueden ser incorporados de manera integral en su vida cotidiana en el marco general de la comunidad en la que habitan, incluyendo a la escuela” (p. 68). Es una razón valiosa pues pone el marco de aplicación, discusión y aun rectificación en la comunidad misma. Se aprende para la vida no para “sacar 10”. Vale advertir la necesidad de que la comunidad esté de acuerdo. Si no es así, esta razón se cae.
La tercera razón: “…los conocimientos y saberes socialmente construidos de la vida comunitaria por las y los estudiantes, así como el sentido que ellos le dan en el proceso de enseñanza y aprendizaje para discutir e inclusive problematizar el contenido del Plan y los Programas de Estudio a la luz de la realidad concreta que viven” (p. 68). Ésta es una consecuencia de las dos anteriores: Llevar el saber popular a la escuela para problematizar lo escolar y también lo comunitario, facilitará, si se hace correctamente, enriquecerá el pensamiento de los estudiantes.
Con lo anterior cabe la necesidad de discutir las propuestas del acuerdo. Son muchas y pesadas.

*Doctor en Filosofía de la educación. Profesor emérito del Instituto Superior de Estudios Superiores de Occidente (ITESO). mbazdres@iteso.mx

Comentarios
  • Eva Guzman

    Buena reflexión. Una sugerencia. Los profes de todos los niveles deben aportar sus reflexiones para hacer nanuales y libros, pero no lo hacen. Sólo critican. Sería buen bolverse propositivos

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