¿Nos auto encerramos para vivir y pensar?

 en Alma Dzib Goodin

Alma Dzin-Goodin*

Acabo de ver un video que resulta impactante, pues afirma que nos hemos convertido en criaturas que solo viven encerradas dentro de sus casas, y con ello hemos creado un micro-ambiente que está resultando tanto o más dañino que en el exterior. El video que circula en las redes sociales, gráficamente nos muestra que, en nuestro afán por estar protegidos del exterior, hacemos ejercicio, comemos, jugamos y vivimos en la seguridad de nuestras paredes, dejando la luz del sol y el aire fuera.
Esto provoca que la contaminación dentro de las casas sea aún más dañina que la contaminación en el exterior, provocando una gran cantidad de enfermedades, las más obvias, por supuesto, las relacionadas con las vías respiratorias y las alergias, las más graves quizá, aunque el video no lo menciona, pero es fácil deducir, son la diabetes y las demencias.
En nuestro afán por estar seguros hemos creado verdaderas cárceles, donde nada entra y nada sale, y hemos multiplicado eso en todos los espacios donde nos movemos: nuestras casas, las oficinas, escuelas, autos, gimnasios, lugares de compras y diversión, restaurantes…
Diversos estudios muestran el impacto de las áreas verdes no sólo como deleite a la vista, sino para nuestra salud. Para mí no hay nada mejor que vivir rodeados de árboles y de plantas, por lo que cuando las escuelas nos piden consejo sobre como mejorar los medios de aprendizaje, no dudo en decir: ¡comencemos por afuera!, demos a los niños un entorno bello y seguro y después de que tengamos eso, comencemos a pensar en planes y programas.
Este tema, sin embargo, se relaciona con otros que comienzan a enfrentar las grandes ciudades, por ejemplo, la falta de agua. A falta de agua, no hay muchas plantas, aunque las plantas se adaptan a las sequías, todo tiene un límite. A falta de humedad en el suelo, se levanta polvo que se queda atrapado en las casas. El exceso de horas de trabajo para poder tener lo mínimo para comer y vestir, impide que se dedique tiempo a la limpieza de los hogares, y no tiene nada que ver con los hábitos de limpieza, sino con el tiempo y la maximización de éste.
Al estar encerrados, nos movemos menos y consumimos más calorías, por el simple hecho de que la comida está a la mano. ¿Cómo llegamos a esto?, una causa es la inseguridad, la falta de áreas verdes, el alarmante aumento de la contaminación ambiental, el exceso de autos, la falta de espacios para hacer ejercicio, la falta de compromiso con nosotros mismos.
Lo que hemos creado son generaciones que tiene problemas visuales, debido a que cuando niños, nunca vieron más allá de una pared. No miraron al horizonte, pues hay un edificio enfrente, luego los encerramos en salones y luego en autos y de regreso a casa.
Creamos generaciones con falta de coordinación motriz, porque les enseñamos la comodidad de no tener que levantarse a cambiar un canal de televisión, pues todo está al alcance de su mano. Ya no tienen que caminar a la habitación contigua para dar un recado o llamar a alguien, ahora enviamos mensajes de texto para decir: “ya está tu café o no tardo”. Por supuesto, no salen a jugar a la calle, porque pueden estar sentados en un sillón jugando con otros niños en cualquier parte del mundo.
Lo peor del caso, es que casi nunca salen a espacios verdes, a escalar, caminar o simplemente para disfrutar del aire fresco, porque eso se deja para las vacaciones, y cuando éstas llegan, la gasolina es muy cara y las familias no se pueden dar el lujo de ir muy lejos, terminando en una alberca multitudinaria, donde no se puede dar una brazada.
Nos hemos auto limitado, y con ello hemos afectado nuestra salud, y la de los niños que decimos protegemos con tanto amor. A falta de movimiento, los adultos mayores muestran signos de deterioros en su neuro desarrollo a tasas más rápidas comparadas con la población del siglo pasado.
Es verdad, los rayos solares nos pueden afectar, pero, la luz artificial de las mesas de bronceado ha demostrado ser aún más peligrosa.
La comunicación a través de video chat es fabulosa, pues no tengo que vestirme, usar maquillaje y salir a la calle para ver a un amigo o trabajar; pero no hay nada como la sensación de un abrazo o el olor de la otra persona, que son necesidades humanas.
Al perder espacio, perdemos mucho más que movimiento, perdemos sensaciones visuales, auditivas, olfativas y hasta gustativas, porque nada como los comerciales en la televisión para que se nos antoje una pizza y con un clic la tengamos en la puerta.
Somos una especie que logró tanto con el uso de sus manos y la capacidad de migración, disfrutamos todos esos logros como especie, celebrando en la comodidad de un sillón. Tal vez sea tiempo de comenzar a crear espacios abiertos, verdes, con flores que nos inviten a salir de nuevo y quizá con ello, comencemos a hacer algo por el medio ambiente y por nosotros mismos.

*Directora del Learning & Neuro-Development Research Center, USA. alma@almadzib.com

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