Navidad pandémica

 en Jorge Valencia Munguía

Jorge Valencia*

La navidad dejó de ser atractiva cuando los Reyes Magos entraron en carestía. Los únicos regalos que hoy reparten a sus fieles consisten en bendiciones a la distancia. Los niños prefieren consolas de juegos electrónicos, tenis de marca o el nunca suficiente dinero en efectivo. La inocencia ya no se admite en el área de pediatría. Existe mayor simpatía por las pistolas con balas auténticas que los cochecitos de fricción que emocionaron a los niños de otro siglo. Si la hipocresía y la avaricia tuvieran forma de juguetes, éstos se agotarían de inmediato en las tiendas de autoservicio. Gastar es terapéutico. Se documentan casos de compradores recluidos en instituciones mentales como consecuencia de su precariedad monetaria. El aguinaldo es apenas un certificado para repartirse a los agiotistas de productos inútiles que además ni siquiera satisfacen a los destinatarios. Temporada de recibir en la misma medida (de preferencia más) de lo que se invierte en terceros. Dar para obtener, la sociedad de consumo resume la generosidad en cuánto se recolecta por compartir. Los Nacimientos que antaño permitieron la reconstrucción de leyendas de la fe se actualizan en la soledad de la cama a través de las series de Nétflix. Las historias de los productores de enervantes resultan tan atractivas como las biografías de los santos: canon de la riqueza y el poder, tentación por lo prohibido en unos sublimado, en otros condición ahíta y aforismo donde las reglas se hicieron para despedazarse. La temporada decembrina obliga el despilfarro. Se disfruta en la opulencia y los viajes que inhiben la conciencia de la familia, esa raigambre en desuso. La pandemia demostró que se puede vivir a solas. Que los cercanos se justifican a través de unos minutos en Facetime. Los vínculos adquieren el modo de la ruptura. El egoísmo es la bandera de la supervivencia en una sociedad desordenada. La navidad vuelve bajo la forma de un Santa Claus puesto a dieta, con traje raído y risas moderadas. Las buenas vibras quedaron en intenciones siempre pospuestas. Se asume una felicidad en proceso, nunca asequible del todo. En tiempos de pandemia, existen razones para la soledad. Las esferas del árbol simbolizan las ausencias recolectadas, la siempre futura posibilidad de un abrazo. El café se bebe frío gracias a Starbucks.

*Director académico del Colegio SuBiré. jvalenci@subire.mx

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