Nada más por jorobar

 en Rodolfo Morán Quiroz

Luis Rodolfo Morán Quiroz*

En una reunión de inicio de cursos, una autoridad universitaria señaló a los estudiantes que hay que tener cuidado con los acosos de todo tipo: además de los acosos sexuales, hay acosos intelectuales, vengan de docentes o de compañeros estudiantes. Otro docente señaló que habrá que cuidarse también de quien quiere esclavizar a sus auxiliares o estudiantes, quienes asignan a sus estudiantes parte de las tareas que les corresponde como académicos.
Habría que añadir que, en los contextos educativos, ya sean básicos o superiores, hay algunas personas, docentes o estudiantes que serán un enorme impulso para el aprendizaje: sugieren lecturas, actividades, atajos, personas a las cuales consultar, productos por lograr. Y contribuyen al desarrollo de diversas capacidades y habilidades en los estudiantes. Algunos estudiantes logran convertirse en guías de algunos de sus compañeros y muchos de nosotros recordamos con agradecimiento a algunos de nuestros contemporáneos que nos ayudaron a dar sentido a las horas escolares y dedicadas al aprendizaje.
En contraste, existen algunas personas en los contextos educativos que se dedicarán a cargar con mayor peso las espaldas de los aprendices. Ya sea con críticas mordaces, con mayores exigencias, con el rechazo a lo producido por otros, con señalar siempre como inferiores las acciones de otros fuera del grupo de pertenencia, ya sea con bajas calificaciones o con una falta de apreciación o de retroalimentación a lo realizado durante los cursos. No siempre serán los docentes quienes adopten estas posturas para doblar aun más las espaldas de los criticados o desdeñados.
Desafortunadamente, en ocasiones los contemporáneos también desaprueban las acciones o decisiones de los estudiantes, haciendo lo posible por demeritar lo logrado, lo proyectado o lo colaborado. Habría que añadir, como aprendices o como docentes, una nota de precaución a cada uno de los comentarios que recibimos y considerar que pueden suscitarse como puntos de apoyo al señalar alguna debilidad, aunque al mismo tiempo deben enfrentarse como oportunidades de responder a desafíos.
Habrá que decidir si, en cada caso, estamos dispuestos a afrontar cada reto en ese momento y de la manera en que señalan los críticos. O si es momento sólo de tomar nota y considerarlo para esfuerzos futuros. No siempre tenemos la fuerza para que nuestras espaldas permanezcan rectas ante las cargas que nos ponen quienes nos rodean. Ni es posible resolver todos los detalles de cada desafío de primera intención, ni es posible ser perfecto en cada uno de nuestros emprendimientos en el campo del aprendizaje. Habrá que recordar que los errores nos sirven para aprender, a veces más que los logros en los que no se detectaron fallas. Lo que implica tomar con precaución cada una de las críticas y hasta las sugerencias que podrían doblar excesivamente las espaldas de los aprendices.

*Doctor en Ciencias Sociales. Profesor del Departamento de Sociología del CUCSH de la UdeG. rmoranq@gmail.com

Comentarios
  • Manolo

    El modelo napoleónico de escuela y de vínculo docente estudiante y saber ya caducó.

pingbacks / trackbacks

Escriba su búsqueda y presione ENTER para buscar