Mujeres en la educación

 en Miguel Bazdresch Parada

Miguel Bazdresch Parada*

Es imposible pensar en la educación, sea escolar, familiar, informal o ciudadana sin pensar en el papel de las mujeres en esa función de la modernidad y, sobre todo, de la actualidad. Para un niño o niña es una tragedia no tener a su lado a su madre. Para una familia de madre ausente es una tragedia. Esa ausencia se suple, en la mayoría de las veces, con otra mujer, pariente o no.
La sensibilidad de una mujer para interpretar los sucesos de la interioridad de los y las escolares al observar su desempeño en la escuela no lo logra un profesor, quizá nunca, quizá en los años cercanos al retiro, ya cuando la experiencia a cincelado sus capacidades socioemocionales. Desde luego hay excepciones, y son eso, excepciones. Y también hay mujeres dotadas de corazas para la sensibilidad, y sí son las menos. En otro leguaje podemos afirmar que las mujeres son más sensibles para capturar la complejidad de la vida cotidiana, escolar, social o familiar, pues los hombres son, somos más lineales.
Por la vertiginosa vida cotidiana de nuestro mundo, en este siglo, esa estupenda sensibilidad juega, en múltiples ocasiones, contra la consideración adecuada de los aportes de las mujeres, producto de sus intuiciones y reflexiones, pues, por ejemplo, la autoridad, masculina o masculinizada, en cualquiera de los ámbitos, desecha esos aportes por representar mayores dificultades para procesar las implicaciones de aceptarla.
Un ejemplo: Si una madre comunica al padre que nota “raro” al hijo adolescente, en 9 de cada 10 veces el padre va a decirle: “está creciendo y es normal que no quiera estar con nosotros sino con sus amigos”. Una interpretación venida de la experiencia masculina de otro siglo. La madre intuye y quizá no la puede precisar porque siente en su interior las modificaciones del exterior y no le “checan”. Y ese sentir es una realidad, que no requiere justificación o un porqué, sino una mayor escucha, cercanía, interés, acogida de parte de papá y mamá. La justificación masculina “resuelve” sin comprender. La intuición femenina siente y comprende sin razonar. Una situación semejante puede repetirse una y cien veces o papá y mamá podrán comunicarse mejor entre ellos y con el hijo–hija que, sí está creciendo, y también está “raro” porque no conoce eso llamado “crecer”, y con un puente emocional de su madre y padre.
En la pandemia, la escuela en casa ha sido sostenida en muchos hogares por las madres, a pesar de la pérdida, en un alto porcentaje de sus empleos. ¿No puede hacerlos los masculinos? Sí. Le costará más trabajo y sí podrá. Y la madre seguiría en su empleo. ¡Ah! La modernidad, a las mujeres les pagan menos por el mismo trabajo desempeñado. Eso, quizá (subrayado) el gobierno lo entiende, pero no lo atiende, porque le falta imaginación. Ojalá deponga su imperialismo masculino y escuche a las mujeres, madres, maestras y activistas.

*Doctor en Filosofía de la educación. Profesor emérito del Instituto Superior de Estudios Superiores de Occidente (ITESO). mbazdres@iteso.mx

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