Modernizar la Educación básica y Normal

 en Rubén Zatarain

Rubén Zatarain Mendoza*

Modernizar la educación básica, modernizar la educación Normal, generar las condiciones materiales para la eficaz operación de estas instituciones, revalorizar las condiciones laborales del magisterio y construir un federalismo educativo a favor del equitativo desarrollo de las entidades federativas, son algunos objetivos dichos y repetidos, que en una mirada evaluativa institucional primaria aparecen como no realizados.
El Estado mexicano, dador de vida al sistema educativo nacional surgido de la revolución mexicana, es también según refiere la mitología griega, como una lucha entre titanes en donde el padre se come a los hijos y los hijos a veces se suman y alían para derrotar al padre. La dialéctica freudiana de asesinar al padre para construir el ser propio.
La dialéctica entre centralismo y descentralización en materia de desarrollo educativo, administrativo y del tema del magisterio. La Política del Olimpo que posiciona algunos Zeus posmodernos sin brillo.
Los maestros y la pluralidad de pensamientos, heterogeneidad de formaciones, los hacedores de la modernización y la innovación con el mínimo de apoyos, las fuertes demandas sociales que los rebasan, la lucha ideológica que amenaza y eventualmente les engulle, su SNTE histriónico de franquicia monolítica vergonzosa, actuando anticipado y tras bambalinas.
La escasísima presencia de los docentes en las áreas importantes de la toma de decisiones de la SEP, de la SEJ.
Los políticos y los líderes en turno que se dejan querer por las masas en estado catártico por la fiesta; los maestros y maestras “renegados líquidos y etéreos” que se sienten felices con las migajas de pobreza discursiva y de prácticas de gestión nivel cero que les prodigan en su día.
Los aumentos salariales diferenciados que habrá que interpretar.
Pasado el festejo de un Día del Maestro más, vivido en convivió de menú programado en desayunos, comidas y cenas, de la Expo al Degollado en Jalisco por ejemplo; la fiesta y el gasto para “revalorizar” el rol y la misión social del maestro, escuchados discursos a favor de federalismo y el tema de los desfalco en IPEJAL, escuchado el tema del aumento salarial y tomado el maestro como rehén político, pasados los días de un calendario escolar de intentos de normalizar el servicio en el marco de uso de la mascarilla, filtros sanitarios.
Entregadas las medallas para maestros y maestras que han cumplido 30 y 40 años de servicio, es momento de hacer un paseo por la memoria histórica inmediata, mientras en oficinas centrales y seccionales del trajeado SNTE, observan las fotografías y sonrientes se abrazan por el “cumplimiento” y vocación de apoyo a sus representados.
Un 18 de mayo de 1992, una fecha, un momento, una coyuntura para hacer política, para reorganizar el sistema educativo nacional en lo que concierne a las educaciones básica y Normal.
Una coyuntura que reestructura la prestación del servicio educativo en materia administrativa y pedagógica.
El preámbulo de las reformas curriculares que vendrían en educación primaria y secundaria, la visión de formación del magisterio para la tarea de Modernización puesta en marcha desde el primer tramo del sexenio 1989-1994.
El canto de sirenas del primermundismo salinista que encontró oídos en un pueblo que hace mucho caso a la televisión y la radio.
Un acuerdo nacional que marcó la cultura de trabajo en materia educativa en lo que corresponde a la educación básica.
30 años después, podemos revisar aquellas firmas, aquellos personajes, aquel contenido.
El juego de cartas en donde la lideresa Elba Esther Gordillo Morales –con todos los millones de dólares que quiso depositar en Andorra–, se apuntó una buena mano y vinieron recursos, que para la franja de beneficiados representó auténtica mejora del salario, los abundantes recursos del programa de carrera magisterial, los huidizos recursos en materia de actualización.
30 años después, las cenizas del Programa de Carrera Magisterial y sus economías raptadas, los retazos presupuestales, la concurrencia ficción, las economías que los gobiernos en simulación de alternancia han administrado discrecionalmente.
El placebo mediático del día del “maestrito” y la pasarela de voces sin materia.
El surgimiento de carrera magisterial como real mecanismo de mejora salarial del magisterio, las políticas de actualización con las propuestas nacionales y propuestas locales de carácter estatal.
El largo tramo del modelo neoliberal de la competencia profesional que individualizo el logro, la legitimidad del aumento salarial vía desempeño personal.
Eugenio Ruiz Orozco en la SEJ de aquel entonces, 30 años atrás. El federalismo educativo, la transferencia de los servicios educativos a través de la OSEJ, la historia institucional que empoderaba una nueva burocracia y un nicho de funcionarios emergentes, inmediatistas, capaces de transar con las Secciones sindicales 16 y 47, en sus convenios de integración para llevar la fiesta en paz y hacer viable la gobernanza y el cumplimiento de las tareas en materia de modernización educativa que la agenda nacional imponía.
La visión del normalismo y las manos que pusieron ingredientes, que batieron la masa para ponerlo en crisis y en callejón sin salida en materia de calidad, los bocados del SNTE con sus plazas y procesos de homologación tejidas en el sótano de los edificios.
El normalismo rural de cien años y su gozne de 1984-1985 y la sobadita de lomo para que no hagan ruido.
El manejo de las Normales públicas, el control de la militancia de sus organizaciones estudiantiles que terminaron cooptadas, cediendo poder de movilización y capacidad de logro. El manoseo de las listas de ingreso de los nuevos estudiantes, los topes y las cotas de la matrícula, la escurridiza plaza automática y los exámenes de ingreso al servicio. La reforma educativa y las contrataciones de los no maestros, el SNTE ávido de territorio y poder.
Mayo de 2022, la oportunidad de celebrar un Día del Maestro diferente para juntos sumar, para que se le cumpla a la sociedad y al magisterio de México, la oportunidad de fortalecer la formación política y militancia de las nuevas generaciones de docentes y romper a través del voto universal la dinámica de una organización sindical parásita de líderes advenedizos, transformar un SNTE prostituido que inmoviliza y hace involucionar logros y prestaciones.
A los buenos maestros y maestras, las mayorías silenciosas, ajenos a los trajes hipócritas de teatros y pasarelas, a esos que laboran todos los días en las aulas y espacios formativos, en un proyecto de país de mejor destino para NNA, la tarea es modernizar pensamiento y estructuras, acciones y prácticas, innovar y mejorarnos, hacer nuestra la educación permanente y romper inercias que las malas decisiones políticas y de gestión en la materia.
No nos cansemos de sembrar futuro, reguemos la esperanza, hagamos calidad educativa inclusiva,
Modernicemos hacer y decir mientras recordamos que también un 15 de mayo de 2012 partió el escritor Carlos Fuentes, quien en su libro “Por un progreso incluyente” publicado en 1997, afirmaba cosas como: “Debemos crear un nuevo consenso participativo que le dé su justo valor y sus funciones insustituibles al sector público y al sector privado. El puente entre ambos se llama la sociedad civil. Y el surtidor de la sociedad civil es la educación.”

*Doctor en educación. Profesor normalista de educación básica. zatarainr@hotmail.com

  • Pedro Palacios López

    Rubén Zatarain, participante activo de algunos momentos que recupera y expone en su artículo.
    Me sumo a su propuesta de sembrar futuro, regar esperanza y hacer calidad educativa con inclusión.

  • Griselda Gómez de la Torre

    Saludos Dr. Rubén con el honor de coincidir por este medio que nos permite la oportunidad de sentí-pensar el tema propuesto.

    Primeramente, interesante resaltar la metáfora del Sistema Educativo Nacional y la política de los Titanes del monte Olimpo, la lucha por la hegemonía: centralismo – des centralismo administrativo y educativo.
    Sin duda el tema de modernizar la educación básica y normal nos convoca a la reflexión crítica, la posibilidad de plantearnos preguntas que guíen la mirada a posibilidades otras, por tanto, me pregunto:
    • ¿Cómo se significa para cada docente la categoría de modernizar la educación?
    • ¿Cuál es el horizonte de sentido de la intervención de la práctica educativa en una visión modernista?
    • ¿Cuál es la postura ético – política del docente?
    • ¿Qué elementos de cambio social se puede abonar desde la práctica educativa?
    • ¿Cómo se coloca el sujeto docente desde su pensar categorial de la realidad educativa?, ¿Desde este momento histórico?
    • ¿Cómo reconocer al sujeto histórico en su trascendencia de formación de generaciones y su compromiso social?

    Planteo como propuestas:
    • Desarrollar espacios con sentido crítico de reflexividad de la práctica educativa.
    • Propiciar la reflexión individual y colectiva respecto de la postura ético – política del hacer cotidiano de quienes conformamos la comunidad educativa con perspectiva social, con consciencia de clase.

    Sin duda el reto está en la toma de decisiones consensuadas en torno a un proyecto de país, un proyecto social necesario en este coexistir de identidad colectiva, por último, retomo sus palabras como desafío: lograr el consenso participativo en educación desde construir la realidad, desde el horizonte histórico común esperanzador en el NosOtros.

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