Mochilas vacías

 en Verónica Vázquez

Verónica Vázquez Escalante*

Diariamente es fácil observar una gran cantidad de estudiantes rumbo a sus escuelas o saliendo de éstas. La mayoría, sino es que todos, cargan una mochila en la espalda con un volumen mayor al de su propia complexión. Alumnos de preescolar y primaria generalmente la arrastran con llantitas, algunos otros cargan con libros, cuadernos y lo necesario para estudiar con expectativas de prepararse para la vida.
Esa es la responsabilidad que nos han dado a los docentes, educar para la vida; pero nace una pregunta… ¿qué vida? Si su servidora terminara aquí el artículo, sé que varios lectores tendrían comentarios imperecederos empezando por el punto que sea, hay mucho que argumentar y cuestionar. Continúo con otra cuestión. ¿Por qué van esas mochilas repletas de útiles si México tiene un alto porcentaje de reprobados en español y matemáticas; tenemos mala cultura vial, la cultura de higiene, del respeto, del civismo y cuantiosas carencias más que se refleja en nuestra sociedad? Pues porque esas mochilas van vacías de esperanza, vacías de anhelos, sin la convicción de las obligaciones, vacías de criterios y valores axiológicos.
Todo evoluciona y también la educación. Deseo delimitar el artículo hacia lo sorprendente de las nuevas “palabras” que poco a poco se están incorporando al vocabulario castellano. Tal vez sea por la cultura de la ignorancia que cada día toma más fuerza a pesar de esas mochilas gordas de libros. Probablemente los errores se notan menos porque como creemos que sabemos, no buscamos satisfacer la necesidad de no pecar de ignorancia. El deseo de hablar y escribir bien o expresarse correctamente para un gran número personas ya es obsoleto y desgraciadamente para las nuevas generaciones, más.
Obvio que la educación que se recibe actualmente no es exclusiva de la escuela, esto queda claro. Aquellos que estamos en constante comunicación virtual, hemos pasado por una escuela y hemos tenido maestros interesados en nuestro aprendizaje; unos más dedicados que otros pero el resultado de lo que somos, finalmente es por propio deseo y perseverancia de aprender a encontrar la certeza de lo que se escribe o se lee.
Leer algunos comentarios en foros y redes virtuales, donde las expresiones son escritas al parecer sin ningún filtro, sin meditación y escriben como nace la idea es evidencia de la nula reflexión. La habilidad de escribir, definitivamente se desarrolla gradualmente, algunos carecemos de ese bello “don” pero tiene una gran bondad que no es aprovechada por todos y ésta es, leer antes de dar por terminado nuestro trabajo o comentario. Aún así, pueden existir errores pero en conclusión, diría que el porcentaje de faltas gramaticales, semánticas y ortográficas, disminuiría de manera notable. Invitemos a los alumnos a leer sus propios productos, llenemos expectativas, no mochilas.

*Doctora en Ciencias de la Educación. Profesora de la Universidad Pedagógica Nacional, Unidad 145 Zapopan. veve30@hotmail.com

Comentarios
  • Carlos Augusto Garces

    Magnifica puya para analizar mas profundamente este tema que nos retrata como pueblo, adelante Doctora, siga acicateandonos para hacernos despertar… Gracias.

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